O él o yo (XXIV Microrrelato Paranoico)

pathfindersEscribe Ana María Fuster Lavín

Lo odio. Siempre está ahí, me acecha todo el tiempo y es que una vez traté de darle con un mazo de pilón, pero él por poco me mata del dolor. Es un mal matrimonio, su promiscuidad y hostigamiento me están enloqueciendo. He vivido con él los mayores placeres, también las vergüenzas. Siempre está ahí dispuesto a joderme, a hacerme quedar mal. Siempre parado, hostigándome. Como aquel día que traté de ligar con la vecina, la invité a salir, rápido él interpuso, ella me dijo “Tomás, mi vida está muy complicada, tengo demasiados compromisos”, puta mentira, sé que fue su culpa; o cuando invité a Rita, aquella de las caderas salvajes, fuimos al cine, y lo que hizo fue acariciarlo a él, frente a mis narices, la cabrona al día siguiente me regaló una corbata, yo, ofendido, claro está, le pregunté que si pa’ mí o pa él. Rita me miró, lo miró, por supuesto que estaba como siempre, paradito, pa que lo vieran a él siempre antes que al pendejo de Tomás, a mí me dijo que era un pendejo, que lo único bueno que tengo es a él, que debería estar contento con eso y cerrar la boca, encima me dijo que siempre tengo un tufo insoportable, doctor no puedo más, así me ha pasado con todas las jevas desde los diecisiete años, ¿cómo que es un simple caso de priapismo? ¿inflamación, medicamentos? O no, no doctor, quiero algo drástico, quiero el divorcio de mi pene, no lo soporto más, o él o yo…

La autora postea en su blog: Bocetos de una ciudad silente

Los dientes del perro (XXIII Microrrelato paranoico)

dog biteEscribe Samuel L. Medina
Miguel intentó sacárselo del cuello, pero sus once años no le fueron suficientes para escaparse. El sudor tampoco le permitió un mejor agarre en la piel del animal. Sólo pudo, de vez en cuando, declinar la cabeza para los lados. Desafortunadamente, esto facilitaba aún más la penetración de los colmillos; le llegaron hasta la garganta.

El acto continuó. El animal de boca babosa restregó su espuma en la cara del diminuto. Miguel la tragó, escupió sangre y sintió miedo. No fue al instante, que se oyeron las campanas de la iglesia. Asustado por la profunda resonancia, el predador huyó; y con el cuerpo carcomido, Miguel, acompañó la melodía con un grito parsimonioso.

Más tarde, en la misa de noche, Padre Tomás le puso las cadenas al perro.

El autor postea en su blog: Perspectivas Inciertas

Boom (XXII Microrrelato Paranoico)

bombasEscribe Sergio Gutiérrez Negrón

El cinturón cargado de dinamita le apretaba. Desde que estacionó el automóvil, el guardia de palito lo miraba de reojo. Él, no sabiendo que hacer, le sonrió y lo saludó levantando su mano.

La razón por la cual apagó su carro la desconocía; no planeaba regresar a él. Tal vez fue la costumbre, tal vez fue la fidelidad que le ataba a aquel viejo Celica del ’79 que jamás lo había defraudado.

Ignoró la mirada del guardia, que le quemaba la nuca—ahora junto a un coro de observadores que parecían ver en él una amenaza. ¿Eran tan transparentes sus intenciones?

Continúa, continúa, se susurró a si mismo, y continuó hacia los interiores de la escuela.

El pedacito de metal que aguantaba en su mano izquierda latía.

–Ey, ey. ¿A dónde va, señor?—

Se detuvo. Intentó detener todo su sistema en ese momento, temiendo que el tamboreo de su corazón activara las toneladas de TNT que tenía encima.
Miró a la secretaria, y trinco, contestó.

–Voy a llevarle dinero a mi hija, Rosamarie Benitez.—

Viendo que no presentaron objeciones, continuó hasta el salón que buscaba. Todos los ojos cayeron en él. Sintió las palmas de sus manos bañándas en sudor. Forzó una sonrisa, y caminó hacia su hija.

–Hola, mi amor— Dijo, y apretó el botón.

El autor postea en su blog: Cuentos Sugar Free.

Miradas (XXI Microrrelato Paranoico)

Kadish  The lonely man Escribe Gabino Iglesias

Todas las tardes en el mismo sitio. No es sólo uno, son todos. Una interminable colección de pupilas epilépticas que me acosan, me persiguen, hurgan mi pensamiento y juzgan mis acciones. El tecato de la esquina me mira como si yo no supiera que me espía. Juro que oigo los amarillos callos de sus pies descalzos mientras se cocinan encima de la brea caliente: sé que anda descalzo sólo para joderme. El señor gordito ese del café con la sonrisa socarrona que me mira todas las mañanas cuando compro mi desayuno es desesperante. El policía que me mira mal desde su intocable patrulla me clava su prepotencia salada en el trasero del alma. MI jefe revisa todo lo que hago con la peor de las malas leches Los que llaman a mi celular bloqueado y cuelgan son cobardes que me exasperan. Sé lo que piensan todos ellos, y ellos lo saben, saben lo que pienso y por eso me miran así. No me hablan pero siento sus miradas como viscosos insectos sobre mi piel. Tengo algo guardado para todos ellos. Llego a casa y me acosan las sombras, los sonidos, las pocas fotos que quedan en las paredes que me miran. Tras la putrefacción colorida del enfermo crepúsculo de turno me reconozco nuevamente víctima de la carne insomne y me aferro al bien venido silencio de las noches. Busco la forma de inyectarme la soledad y no encuentro jeringuilla mientras peleo con el demonio que sale del vaho del cristal por el que miro la calle de abajo, esperando que lleguen a buscarme finalmente. El saber que saben me resquebraja pero no me rendiré, no me quitarán las palabras, no me harán desaparecer. He sido ignorado más veces de las que puedo recordar. Ahora me revuelcan las entrañas con un palito y quieren saber quién soy, beberse mi angustia, entenderme, robarme hasta la lluvia… no me atraparán vivo.

Insomnio (20mo Microrrelato Paranoico)

insomniaEscribe Miguel Angel Rivera Crespo

¿Qué te pasa Juan?, ¿No puedes dormir?….¡Bueno que te pase! ¿La difunta se te acostó al lado? Pues tú decías que la querías mucho….. ¡Pero alegaste estar loco cuando la mataste! ¡Si le dices a los prospectos que estás vendiendo la casa, no le menciones que mataste a la “doñita”, porque no te la compran! Te lo digo, porque tú estás mal, y eres capaz de decirlo…. Ya amaneció y dicen que los muertos no salen de día, pero….. ¡Mira a ver quién se está bañando…..! ¡La muerta otra vez! ¡Ahora si te fastidiaste! ¿Que te dejó la bañera ensangrentada?, ¿que se derritió y se desapareció por el desagüe de la bañera? ¡Castigo de Dios, Juan–, ¡Yo no tengo la culpa de que tú ex-compañera quiera refrescarse en la nevera, ni que te ofrezca un jugo cada vez que quieras tomar agua! ¡A lo mejor está envenenado! Tampoco la puedes culpar, pues ella quería seguir viviendo, y tú no tenías el derecho de cambiarla de “escenario”. Juan, ¡Vete a dormir….. si es que puedes! ¿Que no se ve bien con los huesos al descubierto y con la carne podrida? Pero Juan, ¡si los muertos nunca han sido bonitos! Bonita se veía cuando vivía, pero tú no me hacías caso y ya ves el lío que te buscaste…. ¿Te vas lejos? ¿Sabes qué? – Te garantizo que se te monta en el carro, porque a ella le gustaba pasear, o quizás la veas pidiéndote pon en el camino! Este sera tu destino Juan…. O te duermes, o te vuelves loco de verdad, o te enfermas por no dormir…. ¿Quién sabe? ¡El tiempo dirá…..

Ilustración: Renato Ferro

Sea la luz; y fue la luz (18vo Microrrelato Paranoico)

Shadow Art by SwiftShadow777Escribe Isaías Santana Cruz

Nada atormenta tanto a Vanessa como su sombra. Está cerca de ella… de frente, de espaldas, lado a lado. Sea la luz; y fue la luz origina en su mente un continuo vaivén, semejante al del movimiento de un péndulo. Vanessa se distingue por una de sus características. Tiene la capacidad de hablar. Su “hermana casi gemela” permanece callada todo el tiempo. Esta situación produce un temor profundo en Vanessa. Es que su sombra permanecerá con ella…siempre. Sin pensarlo dos veces, Vanessa encuentra el momento propicio para establecer un diálogo con su hermana gemela. Espera que el sol proyecte su sombra desde un ángulo de 113 grados para encontrarse con ella. No obstante, su hermana gemela continúa esquivando toda oportunidad para comunicarse con ella. Vanessa suda copiosamente de sólo recordar esto. Sin embargo, Vanessa es una persona determinada y persistente. Busca otra oportunidad y decide hasta esperar el atardecer, cuando el sol está por completar su recorrido de oriente a occidente. Vanessa le ordena a su sombra que deje de continuar agonizándola, pero sus esfuerzos son inútiles. Vanessa trata otra vez y le ordena a su sombra que se mueva. Vanessa se mueve y cree que su sombra le informa que esa agonía terminará cuando ella alcance un estado de perfección absoluta. Vanessa continúa hablando y hablando, sin darse cuenta de su prolongado soliloquio. Continúa imaginando que su hermana gemela es uno de esos seres impuros que pululan por el Universo, con el sólo propósito de agonizar a la gente. Vanessa decide deshacerse de esta obsesión para siempre. Se viste de rojo y empuña su rifle. Camina diligentemente calle arriba y calle abajo de un pequeño pueblo. Sigue caminando hasta las 11:12 de la mañana. Se deteine a las 11:13. Se encuentra cara a cara con su hermana casi gemela. Levanta el rifle y apunta hacia su sombra. De pronto, se oye el ruido ensordecedor de una bala. Una multitud se congrega alrededor del cuerpo. A las 12:00 del mediodía, cuando el sol está en un ángulo de 90 grados en reación al cuerpo, la polcíia y el personal médico llegan al lugar de la escena. Vanessa no volverá a ver su sombra. Nadie la volverá a ver. Vanessa reposa sobre ésta. Alcanzó el camino que conduce al estado de descomposición material, poniendo así orden a su ya existente caos. Su lado negro existe todavía y espera comenzar su vuelo hasta encontrar otro ser en los planos inferiores de las regiones perdidas del Universo. Desde una de las regiones superiores, el espíritu maquiavélico de un psiquiatra sonríe.

Episodio paranoide en Plaza Las Américas

locionEscribe Valerie González

Sí, ayer las vi. Vi cómo detenían a los hombres que pasaban frente a ellas, en una de esas carretas del centro comercial. Todavía no estoy segura si pertenecen a una secta o a una organización mundial secreta. Sólo sé que utilizan técnicas realmente buenas para convencer a aquellos que logran detener.

Por ejemplo, una de las chicas hablaba con un hombre, que tenía un corte de abogado. La chica lo miraba fijamente a los ojos y él ni parpadeaba. Pude ver las palabras como se deslizaban saltarinas por la frente del hombre. Mientras tanto, éste parecía haber caído en un estado de hipnosis. Estoy segura que no escuchaba nada de lo que la chica le decía.

Lo que realmente me preocupa es que siendo mujer estoy completamente enajenada de las operaciones de esta organización secreta. Sería muy interesante indagar cuál es el propósito y el fin de engañar a estos hombres que detienen. ¿Será acaso la venganza que siempre las mujeres hemos esperado?

Ahora, me imagino que luego que los hipnotizan, que caen en las redes del engaño, se los llevan a lugares ocultos e inimaginables. Allí los someterán a los más duros castigos de tipo dantesco o simplemente los castrarán y los obligarán a realizar labores domésticas, con delantales, guantes para fregar platos, o lo que sea…

Y pensar que los hombres son tan tontos, tan vulnerables, tan débiles que se detienen para recibir una charla y un masaje de crema humectante para las manos…

Hay que investigar…

DAŇO CEREBRAL (15to Microrrelato Paranoico)

Cerebral Demons  Big Escribe Portnoy

Bueno, hay alguien en mi cabeza, y no soy yo. Sentado frente al ventanal perpetuamente velado, asordado por la monocorde nota de un timbal eternamente vibrante, aferrado a los brazos del sillón inmóvil en el silencio y la oscuridad. Hay alguien que juega en mi cabeza, muerde mi oreja, y desaparece (tanto tiempo ya) sumergiéndose oído adentro
desgarrándome el tímpano
envolviéndome en este rumor ensordecedor
muerde mi cabeza desde el interior
Hay alguien en mi cabeza y no soy yo. Dominó mi cuerpo cuando aferré la navaja (que cayó al suelo, casi ingrávida; aún espero el tintineo contra las baldosas en vano) inmovilizó mis manos, me sentó, me arrancó la lengua cuando grité, estiró mis ojos desde dentro
derecho: succionado desde el cráneo (me lo mostró, mirándome a mí mismo) lo introdujo en mi boca (lo tragué) (gelatina inconsistente deshaciéndose en mi paladar)
izquierdo: succionado desde el cráneo (el mundo se licuó en un vacío sordo) lo tragué
Hay alguien en mi cabeza y no soy yo. Se pasea por mi cara entrando y saliendo por los orificios practicados. De vez en cuando juega con las muelas que me va extirpando.
(arañó mi paladar)
Es posible que un día de estos empiece a arrancarme la piel.
No importa
Hay alguien en mi cabeza y no soy yo. Piensa por mí. Escribe por mí.