Escribe Ana MarÃa Fuster LavÃn
Lo odio. Siempre está ahÃ, me acecha todo el tiempo y es que una vez traté de darle con un mazo de pilón, pero él por poco me mata del dolor. Es un mal matrimonio, su promiscuidad y hostigamiento me están enloqueciendo. He vivido con él los mayores placeres, también las vergüenzas. Siempre está ahà dispuesto a joderme, a hacerme quedar mal. Siempre parado, hostigándome. Como aquel dÃa que traté de ligar con la vecina, la invité a salir, rápido él interpuso, ella me dijo “Tomás, mi vida está muy complicada, tengo demasiados compromisosâ€, puta mentira, sé que fue su culpa; o cuando invité a Rita, aquella de las caderas salvajes, fuimos al cine, y lo que hizo fue acariciarlo a él, frente a mis narices, la cabrona al dÃa siguiente me regaló una corbata, yo, ofendido, claro está, le pregunté que si pa’ mà o pa él. Rita me miró, lo miró, por supuesto que estaba como siempre, paradito, pa que lo vieran a él siempre antes que al pendejo de Tomás, a mà me dijo que era un pendejo, que lo único bueno que tengo es a él, que deberÃa estar contento con eso y cerrar la boca, encima me dijo que siempre tengo un tufo insoportable, doctor no puedo más, asà me ha pasado con todas las jevas desde los diecisiete años, ¿cómo que es un simple caso de priapismo? ¿inflamación, medicamentos? O no, no doctor, quiero algo drástico, quiero el divorcio de mi pene, no lo soporto más, o él o yo…
La autora postea en su blog: Bocetos de una ciudad silente