Nada cuenta?

ezra

Escribe Manuel Clavell Carrasquillo

“Nothing counts save the quality of the affection”.

–Ezra Pound, Pisan Cantos, LXXVII, 67.


I. Una cosa es concentrarse en lo que uno sueña para después contarlo

Y otra es contarlo para que el otro se concentre.

Esa conexión

Entre cada una de las conexiones dentro

Es

Donde se ven esos peligros

Asumidos,

Confrontados,

Como si el sueño visto fuese un espacio

Propiciatorio de la resolución de un acertijo.

Es decir,

De la consecución de un juego que es una carrera

Con su salida y con su meta,

Un laberinto pánico

Con sus respectivas trampas.


II. Otra cosa es la filosofía.


III. Al caer del precipicio,

(Al levantarse)

Los espacios divididos por la interrupción del sueño

Eran:

A) Un restaurante

B) El apartamento, pero sin la cama


IV. El sueño era también

Un cuadro que había visto en la portada de un libro

De un poeta amigo.

La representación de una hilera de hombres que se vendaban los ojos

A sí mismos:

El mismo hombre, antes grecomitológico,

Ahora se hacía escena kafkiana procesal penal pre penitenciaria

Ello porque otro sujeto,

Policía,

Les daba de comer hojas alucinógenas en su presencia

(En el mismo orden en que estaban en la fila)

Y le advertía al hombrecito mío soñoliento,

Como en un viaje de éxtasis no emprendido:

“Te vigilan”.


V.

Lo demás es enterarse de que va a salir la película

De El amor en los tiempos del cólera del Gabo

Esperar el déposito directo

Leer un poco sobre la industria nacional vacuna

Y clausurar con alguna payasada este

Bello poema.

DominiKitsch

carnaval11Escribe Manuel Clavell Carrasquillo

Desde que Rogelio Figueroa salió del clóset de los escrúpulos cosmopolitas y liberó con pompa y circunstancia el nacionalismo cultural xenófobo que tanto nos fascina al bautizar a su partido político con el nombre de Puertorriqueños por Puerto Rico, trato de controlar la dulce tentación racista sintonizando el programa “Las noches con Bélgica” para ver si –desde mi fronte boricua excluyente– puedo tolerar dos horas diarias de “dominiKitsch”.

Observando el espanto del “set” recargado que se complementa con la pintoresca personalidad de la comunicadora quisqueyana Bélgica Suárez (apodada “La Dama de la Noche” por el canal 29 de la provincia de Santiago, que llega por el 140 de OneLink) me repito: “Les comemos los dulces a la república con las filigranas decorativas y las finuras verbales de los estudios de Fuente de Agua Viva, No te Duermas, Mediodía PR, Anda Pa’l Cará y Marcano”.

El “ingenuo” discurso de Bélgica provoca el espejismo de una “mosquita muerta” titubeante, aferrada a la burda sabiduría popular llena de disparates y supersticiones campechanas. Sin embargo, detrás de la mascarada se esconde una matrona “heavy” y ducha en el pulseo político y farandulero.

Las enormes velas color chinita, la blusa con estampados de piel de leopardo, el alisado del pasurín en negación retrotaína y los cuadros de riachuelos plateados pintados con “airbrush” no desentonan con las preguntas “bobas” que les hace a los doctores invitados. El propósito del montaje es llevarles – “en su idioma”– mensajes de salubridad, prosperidad y esperanza a los telebárbaros.

La sordidez cibaeña que se cuela por las pausas noticiosas (mamañemas se fajan con puñales en un picapollo; contratista apedrea a trabajador haitiano; a machetazos por un “tíguere” dos mujeres) está en perfecta armonía con los auspiciadores. La juventud bebe Brahma mientras engulle salami Induveca y los de Industria y Comercio anuncian que “Es pa’lante que vamos”. Reafirmo con el PPR nuestra superioridad como pueblo, lástima que comamos Kikuet, bebamos Medalla y adoremos a Millie Cangiano.

A 40 años del asesinato del Che Guevara: ¿La pinga de Yamil o la crica de Noelia?

yamil 440

Escribe: Manuel Clavell-Carrasquillo

Hace ya una eternidad que estuvo aquí; una densa capa de polvo cubre todas las cosas. -El diario de Raskolnikov

Manuel Marulanda,

jefe guerrillero colombiano,

celebró el 40 aniversario del asesinato del Che

aplastando gusanos de seda con sus botas.

El Dalai Lama

fue a entrevistarse con Bush

a la prisa,

aceptando fondos federales mientras

recitaba mantras.

Al Gore ganó ambos sin que nadie se lo esperara:

el Oscar y el Nobel, expertos en pólvora.

Ya me siento en franca mejoría

he decidido aferrarme a la leche baja en grasa

y a las sopitas tibias

para tener algo en el estómago antes de comunicarme:

me he entregado al indiscreto encanto de los send all

de los mensajes de texto celulares.

Vuelvo a pedir otro aplauso para el amooooooooor

sin vellonera,

aquí y ahora.

Otro amigo publicó un libro

Otro amigo evitó un deshaucio

Otro amigo se conectó a Facebook

Otro amigo pasó otra reválida

Pienso entonces en una canción de Juan Manuel Lebrón

mientras hago un despojo contra todos los hijos de la gran puta.

Me acuerdo del himno del Partido Popular

y voy jalda arriba hacia El laberinto del fauno.

Allí, dentro del palacio Escoriado,

pruebo uvas prohibidas mojadas en semen fresco de mancebos y dragas.

Escupo esperma dulce de Oporto, por cortesía,

en una escupidera de porcelana,

cada vez que me enfrento a una nueva tusa

que quiere diseñarme un modelo para armar

mi futuro. O confundírmelo con el suyo.
Alguien me sugiere que me dedique a defender a

peticionarios de quiebras.

Quiere que monte oficina propia.

Le digo que a duras penas tengo vocación para apropiarme de las ideas ajenas

y no entiende.

“Con las mismas de matar”, aquellas manos del Che que fueron amputadas.

“La vida es lucha toda”, puro melodrama.

Tendría que escribir sobre la revolución de los monjes feudalistas en Burma, de color azafrán los hábitos. Saffron Revolution -Portada de The Economist.
Habría que denunciar de una buena vez las matanzas de perros debajo de los puentes. Lucha sí, entega no (bis).
Imperativa la publicación de informes de donativos electorales fatulos.

“Hoy mi deber era, cantarle a la patria, alzar la bandera, sumarme a la plaza”.

Pero yo no tengo ganas de so y me hinco a rezarle a la pinga de Ricky Martin mientras él se pone encuclillas para besar su estrella de la fama en Hollywood. Luego, como noodles thai con albahaca thai y curri verde en un restaurancito en la calle 55 -entre 5ta y 6ta- con capacidad para 24 comensales. Cutty. Al terminar, me dirijo al subway pero el calor no me deja llegar a mi destino. Vuelvo a la superficie y me pongo a mirar a los ejecutivos encorbatados frente al Radio City Music Hall sin disimulo. No se dan cuenta. Ya se me pasará este sentimiento absurdo contra multitudes de nuyorkos bellos, me digo para engañarme. No es nada, suave.

La incomodidad de los aviones tiene que ser directamente proporcional a las molestias de las niñas que no pueden ir a las escuelas europeas tocadas con su velo. Tanta loa al estado laico me conmueve. Somos libres para quemar trapos, abortar y escribir columnas pero no para llevar velos.
400.000 militares burmeses contra 400.000 monjes budistas descalzos es igual a mi desasosiego tipo reproducción de Showtime con sabor a yogur de fresa. Mi indignación me devuelve la mollera frita en aceite de peanuts a Bolivia y tomo té con Evo mientras discutimos sobre el paradero de los sagrados restos mortales del Che Guevara en aquellas tierras dejadas de la mano de Dios y sólo soportadas por las espaldas y las tetas de la alianza roja Pachamama. Y es el momento indicado para la entrada súbita de la erección del Subcomandante Marcos. Qué clase de bragueta, señores. Qué clase de cojones.

Se parece a la bragueta de Stalin reflejada en el estilo arquitectónico de las escaleras en espiral de los hospedajes comunales para trabajadores en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Todos a una, o ninguna. El trabajador soviético tenía menos espacio en su dormitorio caja de fósforos con el propósito de que saliera a compartir con sus camaradas a la sala comunal, a la cocina comunal, a la vodka que los unía. Así que trabajaban y vivían con los de su gremio en permanencia de 24/7 hrs. No me imagino cómo se soportaban en dichas circunstancias tipo celdas antikoránicas de Guantánamo. Extra, extra: Rigoberta Menchú, Gore, premios de la paz y perdedores de elecciones. La sangre derramada del Che en el centro del laberinto del fauno, alimentado con leche de cabra montesca, y sus democratic versions. Un paso al frente, desde este lado del mal radical -resumido en los machos que se pelean la copa France 2007 de Rugby- saludos a los Loosers!

Es idéntica a sí misma, la bragueta en cuestión, preservadora -condón metálico- de la exhibición de la protuberancia rosáceocabezuda pero negra mandinga del rapero Yamil, el ex marido de la cantante Noelia. A propósito, si se me permite al final, una pregunta neonacionalista:

¿el tesoro nacional es la negra pinga de Yamil o la rosácea crica de Noelia?

Antinatura

farinelliEscribe Manuel Clavell Carrasquillo

Hubo una época anterior a los derechos civiles, allá para los años mil setecientos y pico, en que los conservatorios de música europeos, sobre todo el de Nápoles, importaban y exportaban miles de monstruos castrados.

De ésos, sólo unos pocos lograban convertirse en superestrellas para satisfacer la demanda de voces más allá de las entonces mediocres capacidades femeninas. La industria coral de la Iglesia y del “bel canto” en la ópera aristócrata no admitía vaginas.

Ninguna mujer podía subir a escena por decreto del Jehová deuteronómico pero, aun así, se necesitaban personajes melodramáticos como las Desdémonas y las Dánaes que murieran de amor en los teatros.

Castrar a un hijo, mediante un procedimiento híbrido entre la medicina y la hechicería, para vendérselo a los curas o los burgueses “buscadores de talento”, podía significar la entrada al juego de espejismos entre burladores y burlados que intentan salir de pobres enfocándose en el “objetivo fama”.

El tremendo escritor argentino César Aira, en la novela “Canto castrato”, cuenta la vida ficticia del Micchino, uno de esos seres cuasi-mitológicos que llegó a conquistar las cortes de Viena, París, San Petersburgo y El Vaticano con sus extraordinarias cuerdas vocales libres de testosterona.

Por ser caprichoso y temperamental, macharrán furibundo y diva con ataques firulísticos al mismo tiempo, ante los pies de la cama del Micchino caían las mujeres más hermosas e influyentes de la época. Sin embargo, por su diferencia radical y posición extraterrena, el símbolo sexual supremo tenía el alma de hielo. En realidad, no sentía nada.

El verdadero secreto de su poder de seducción, antes tan aplaudido, no sólo se escondía en su hermoso cuerpo mutilado de seis pies de estatura ni en su asombroso manejo del arte transformista emperifollado del barroco, sino en su fantástica interpretación antinatura de los dos géneros.

El espectacular “canto castrato” que nunca escucharemos no era de varón ni de varona, sino de una y otra especie: más divino que humano.

Unas cuantas cosas más

josh hartnett 1

Me confiesas la enfermedad y voy directo

a soltar todo lo que tengo para tocarte y ver si es el calor.
Te desabotono la camisa del trabajo y extiendo los dedos hacia tu cuello.

Voy a tomarte la temperatura.

Aunque lo deseo desde hace tanto tiempo, aún no te dejes tocar.

Mi amor, son tantas cosas, estás en High!