6to y 7mo Microrrelatos Psicotrópicos Allen Ginsberg-Churumba Cordero

La areolita: cuarta versión de un mismo cataclismo

 

Por Mara Pastor

Una muchacha va a bailar salsa a una barrita. La saca un señor borrachito borrachito. Ella dice que sí, con una gran sonrisa, por que sabe que el borrachito borrachito sabe bailar salsa como si en su vida además de borrachito borrachito hubiese sido bailarín de salsa profesional, o como si en los tragos le echaran poción mágica de salsa gorda–La muchacha no sabe que el borrachito ito ito tiene una jeringuilla sin tapa en el bolsillo, que la acaba de usar y que se le va a enterrar en su muslo durante una de las vueltas– ¡Puf!– El puyaso ya está, gente, y ella lo sintió, pero está tan chévere la canción que ella sólo reduce la velocidad, pero sigue bailando, porque él es una estrella que la hace girar y girar como un planeta en su órbita. Una segunda vez, ella siente un pinchazito, y le dice “algo me hincó”. El, que ya sabemos que estaba algo más que borrachito chito chito, con los ojos viraitos le dice, “eso no e’ na’, mami, una pantalla que tengo en el bolsillo”. En la falda una areolita de sangre daba vueltas en la pista de una barrita y una muchacha dejaba de bailar bonito.

 

 

Monólogo de un turista en una barra de Praga con un libro de Roque Dalton en la mochila

 

Por Mara Pastor

En el ajenjo, todos los marinos azules son sospechosamente de la República Checa. En el licor, la República Ajenjo es una checa que sospechosamente toma azules con un marino. En el azul, los marinos sospechosamente checan si hay ajenjo de la República. En la República Checa, el ajenjo es un licor sospechosamente azul marino.

Ilustración: "El ajenjo", Degas, 1876.

Historial: 5to Microrrelato Psicotrópico Allen Ginsberg-Churumba Cordero

Por Gloria Carrasquillo Padró

 

"I swing in a shaft of light, upside down, and I can see myself clearly…" -Jamica Kincaid.

Para R., con profundo sentimiento

Nombre: R. Edad: 12 años. Dirección: El Barrio, Harlem. Hermanos: siete. Número del nacimiento: Cuarto. Color del cabello: Como la noche e indio; negro. Ojos: Igual que la anterior. Con quién vive: Con mi abuela, mi mama murió. Ocupación de la encargada: Welfare. Padre: No vive en casa; en otro proyecto por allá, por la Clayton Powell. Ocupación del padre: Tirar billetes de mentira. -¿Y eso nada más? -No también vende playstations. ¿Dónde?: En el Proyecto, cuando los consigue, usted sabe, cuando puede dar un golpe. -Ah. Deporte: pelota. Qué quieres ser cuando grande: pelotero, de los Yankees, ¡por supuesto! Pasatiempo: -Qué es eso? -Es lo que te gusta hacer en tu tiempo libre. Jugar Uno. Experiencia más significativa: Cuando mi hermano, el segundo, le dio tres batazos a una viejita que iba en el ascensor. La misma a la que yo le hacía mandados. Fue delante de mí. Algún deseo: Desearía tener una nevera grande, con candado y ponerla en mi cuarto. Lugar del mundo donde viajaría: A Puerto Rico, nunca he ido. ¿Por qué?: Soy boricua, no ve esta sortija, es de corozo y tiene la monoestrellada. -Y usted: -Boricua también. -Algo más que decir: -Bueno Missy, no sé si decirlo o no: Que soy un crack baby.

Tortículis: 4to Microrrelato Psicotrópico Allen Ginsberg-Churumba Cordero

Por Karla Román

 

Me levanté un viernes en la mañana con un dolor de cuello del carajo. Como muchas otras veces, me quedé dormida con los libros en la cama. Súmale eso la tensión del maldito examen de grado en dos semanas además de mi mala costumbre de acurrucarme sobre mi brazo derecho y tenemos la receta para un espectacular espasmo muscular. Sólo que no era uno cualquiera que se aliviaba con una repentina sacudida cervical. Era tan severo que apenas podía mirar a mi derecha. Afortunadamente, me recordé que tenía que ver a la ginecóloga. Maniobré como nunca con mi mano izquierda para vestirme y maniobré aún más para poder guiar hasta la oficina. Para mi alivio, no habían parturientas ni abortantes en la sala de espera por lo que no estaría mucho tiempo. A la media hora, la doctora me recibe y exclama: "¡Niña, pero qué tortícolis!" Añadió que en su experiencia médica no había visto un caso como el mío. Me miré finalmente al espejo y me percaté de cómo mi lado derecho del cuello estaba monstruosamente hinchado. "El papanicolau lo hacemos otro día" y procedió a escribir una receta de flexeril y cataflan. Me explicó que por ser restringidos los tenía que recoger de inmediato. Aún así, los recomendaba por la evidente severidad de mi espasmo. Además, me recetó sólo tres píldoras, por aquello de no fomentar vicio. Recogí las pastillas en El Amal, y fui a mi casita en Santa Rita. Busqué un vaso de leche y las tomé confiada que al mediodía estaría nueva y entraría a la una al trabajo en la biblioteca como si nada. Una vez me recosté para que las píldoras hicieran su trabajo, noté que las líneas entre la pared y el techo ondeaban como sinuosas serpientes. Mi humilde catre twin se convierte en un viscoso marshmellow en el que me hundo como trampolín inflable en casa de brincos. El aire se hace pesado y puedo ver la humedad suspendida como burbujas de jabón. Siento la brisa del abanico pasar en cámara lenta como si estuviera en parada. Todo giraba ante mis ojos como un caleidoscopio. Oigo lejana la voz de Minerva, mi vecina y gran amiga, gritar: "¡¡NEENA LEVANTATE QUE ENTRAMOS A LA UNA!!". Ni me molesté a contestar porque, total, su voz se oía como si estuviese a millas de distancia. Nada más con el testigo. Ya tengo los planes para este fin de semana.

Matador: 3er Microrrelato Psicotrópico Allen Ginsberg-Churumba Cordero

Por Rey Emmanuel Andújar

 

"Sólo queda por decir que la obra de Antonio García no es la obra de un sicópata, sino la de un hombre cuya expresión no tuvo otra salida que la de matar".
-Pepe Liboy

"Mozo, sírvame en la copa rota".
-La versión de Calamaro

La encuentro desencaramada de las arrugas que la humedad sostiene con telarañas en el techo. Ronca como obrero en la cama fría y revuelta, a media luz. Muevo las cobijas, despacio, hasta cubrirla. Afuera llueve y es muy tarde. Reparo en la jeringa, los utensilios… En mis bolsillos un sobre y las palabras de su padre, el distingido Sr. Arboleda: Ella es de las que singa sólo por ver la leche correr. Hemos sido reducidos a pinchazos, al recuerdo de su boca aún con dientes palmeándome el brazo, sonriendo, torniqueteando, buscando la ruta… Con falsa ingenuidad, dije: Yo no jodo con químicos; mientras ella susurraba: No te va a doler, no te vas a arrepentir. Me acuesto a su lado y entro en el viaje, cuento el dinero, recuento, pensando en lo fácil que el metal pierde la inocencia de cuhillo o aguja al rozar de la sangre caliente para salir del cuerpo convertido en puñal.

Mapa de las rutas del opio en el s. XXI: Les itinéraires majeurs du narcotrafic en Asie en 2000 (Pierre-Arnaud Chouvy, 2002, Olizane)

Diablillo: 2ndo Microrrelato Psicotrópico Allen Ginsberg-Churumba Cordero

Por Rafael Plazaola

 

¨Los ponceños nunca nos arrodillamos ni nos arrodillaremos ante ningún mortal".
-Churumba.

¨Slam-dance cosmopolis¨
-Allen Ginsberg.

La YUPI, 4:30 PM, jueves, 1995. Juanca quiere capear un diego de perico. Llevamos todo el día arrebatados frente al teatro. Hay una yerba roceada con Raid corriendo por Peyton, dicen las malas lenguas. Fuck it, yo tengo una mamona cabrona como quiera, vamos a hacerlo. Juanca y yo caminamos hasta VillaPanty y el tipo que nos atiende se tarda veinte minutos en bajar del piso quince hasta la pared rosita que nos separa. Yo estoy cagado, como siempre. Juanca capea dos sacos, por si aca. Yo no quiero hueler en los baños de Humanidades, me da miedo que me vayan a violar. Juanca sugiere que nos vayamos a la barra del Cojo y yo accedo. De camino me convence de que no huelamos ná, mejor enrolamos un diablillo -y yo accedo. Nos aparcamos frente a Televideo, Juanca anda en el carro de los abuelitos de su novia, la periquera bulímica. Yo me bajo a comprar unas cervezas. Lo último que vi antes de entrar al Cojo fue a Juanca sacándole la guata al fili con un guille cabrón. Cuando regreso, Juanca está hablando con un joven lo más bien parecido. Yo pensaba que el cabrón le estaba ofreciendo fumeta a extraños, lo que representa menos para mí. Resultó que el joven era un encubierto y dos segundos más tarde hay dos patrullas a nuestro alrededor. Juanca y yo les juramos a los guardias que solamente es marijuana lo que tenemos. Ahí es cuando encuentran los dos sacos de cocaína. Juanca y yo balbuceamos al unísono que no somos usuarios, sólo estamos bajo mucha presión por los estudios pero empiezan a registrar el carro y encuentran una variedad impresionante de parafernalia. Juanca empieza a llorar, el carro no es de él, es de los abuelitos de su novia, la periquera bulímica. Los guardias nos confiscan el material pero nos dejan ir (era un jueves como a las cinco y cuarto de la tarde, después de todo). Acción seguida volvemos a VillaPanty, capeamos dos diegos y terminamos fututeándonoslo en un baño de Humanidades.

Ier Certamen de Microrrelatos Psicotrópicos Allen Ginsberg-Churumba Cordero 2005

"psicotrópico, ca. (Según la Real Academia Española) 1. adj. Dicho de una sustancia psicoactiva: Que produce efectos por lo general intensos, hasta el punto de causar cambios profundos de personalidad".

"El microrrelato se presenta como una auténtica propuesta literaria, como el género idóneo para definir, parodiar o volver del revés la rapidez de los nuevos tiempos y la estética posmoderna. Algo que tiene que ver con Italo Calvino y sus "Seis propuestas para el próximo milenio", con sus "hibridaciones multiculturales", como ha señalado Enrique Yepes, uno de los estudiosos de este arte pigmeo. El cuento brevísimo es la arena ideal donde se bate la moda de la destrucción de los géneros, hasta el punto de que resulte imposible -e inútil- tratar de definirlo, distinguirlo o envolverlo de legalidad". -Pedro de Miguel en Ciudad Seva.

La Redacción de Estruendomudo, convoca un certamen de microrrelatos de temas psicotrópicos en memoria del escritor norteamericano Allen Ginsberg, defensor de la legalización de las drogas que ponen a algunos a volar. También, en honor a la memoria del fallecido alcalde del Municipio Autónomo de Ponce del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, firme defensor boricua de la propuesta de la legalización. Los microrrelatos sometidos a mclavell@gmail.com antes del 10 de noviembre de 2005 deben tratar sobre asuntos relacionados con el uso y abuso de sustancias controladas, arrebatos, tripeos, persecuciones policiacas, allanamientos de material. También, pueden rozar experiencias de viajes sicodélicos, programas de rehabilitación, "bad trips", adicciones, transformaciones de la personalidad.

Se exige que los microrrelatos no excedan la extensión de un párrafo y que se atengan a la economía del lenguaje. Además, no se aceptarán colaboraciones que hayan sido publicadas anteriormente o que estén redactadas con otro propósito que no sea publicarlas en primera instancia aquí. Hay excelentes ejemplos ya posteados en el blog colectivo Derivas y Los años de Odradek. Si quiere participar, es necesario que empiece de cero, justo como se empieza a encender un cigarro de mota o una pipa de crack. No se aceptarán confesiones que impliquen a los autores en acciones delictivas reales (admisión de culpa, relevo de prueba). Estruendomudo es un blog dedicado exclusivamente a la ficción -sí Pepe. Así los ayude Dios y la Primera Enmienda de la gran Constitución que nos cobija, que es la que garantiza, a pesar de los pesares, el Patriot Act y todas las censuras, la libertá de expresión.

Los muertos de la patria

Por Virgilio Piñera
*Enviado por un lector amigo a la Redacción de Estruendomudo

Vamos a ver los muertos de la Patria.
En la pradera del silencio los árboles,
las aves, los saludos
son también muertos que a muertos corresponden.
Fusiles, metralletas y las manos empuñadoras
son sueños arrugados que soñara
un muerto nacido al mundo de los muertos.

Vamos a ver los muertos de la Patria.

En el montón ilustre nadie espera
recompensas, títulos, ni siquiera tierra;
podrían recabar monumentos, mármoles, honores,
pero eligieron ser muertos de la Patria.

Vamos a ver los muertos de la Patria.

Verlos con nuestros ojos dilatados por la vida,
Hay que tocarlos con nuestras manos.
Están como aves posadas en el árbol terrible,
donde el viento no suena,
y en donde la noche misma
se aleja vencida por la Nada.

Vamos a ver los muertos de la Patria.

¡Ay! -diría yo a ese muerto
en quien quedó un asomo
de sonrisa indestructible-:
¿Cómo se muere en el momento
en que la bala se funde con la risa?
y tú
-muerto tirado en esa zanja,
con un zapato como casco guerrero en tu cabeza-,
¿qué mago consultaste para estar ahora
de cara al Tiempo y con la Patria adentro?

Vamos a ver los muertos de la Patria.

(Cuba, 1962)

Nazismo boricua en la Internet: Soy fascia, como liberales crudos y por mis venas corre sangre negra

Atendiendo las cuestiones mesiánicas de la Gran Tribulación que se avecina, un amigo lector de Estruendomudo nos envía los links de dos organizaciones fascistas que trabajan en el seno patrio por la destrucción del mundo tal y lo conocemos. Algunos dirán que es literatura inofensiva, muchos que es paranoia, otros chocarán con lo que somos capaces de hacer por la "nación" -toda la sangre que hay que derramar por ella, bala por bala- y enfrentarán el miedo. Arrepentíos: el fascismo criollo ha vuelto y entre los coleccionistas de libros y lectores hay carne de cañon y carne al pincho (kebab liberal) de a vicio.

http://www.geocities.com/nacionalsindicalismopr/

Nueva profecía de la Gran Tribulación o la extinción de los pacientes escribas

Por Manuel Clavell Carrasquillo
De la Redacción de Estruendomudo

A todos mis maestros, a las ánimas en pena, a las momias que arqueologicé y a las larvas de mariposas que he visto crecer.

Llegarán más tiempos de censuras
y de oprobios
contra la supuesta libertá de expresión.

Llegará la sutileza del mandato celestial
para intimidar a incautos
que quieren seguir trepando.

Eso llegará.

Planifico dónde refugiarme ante el hecho mesiánico
de la nueva era sosa.
Busco escondites para guardar la sal,
hago maromas para bregar con la ausencia
de lugares seguros.
Pienso las cosas bien,
no quemo etapas.

Pero no hay cueva que me alberge
ni palabras que me salven.
Presiento holocausto nuclear postguerra fría
radiaciones
hilos invisibles que transmiten enfermedá.

Copio los últimos versos del capitán
los versos más tristes de esta noche
para que no se me olvide que un día soñé
con la materialización de posibilidades de menos barbarie.

Reservé a un lado un potecito de tinta china
y con él
escribí el último fado.
Me lo dictó mi consciencia,
mi único miembro nostálgico
ahora que llama la urgencia preservativa;
la práctica de la imbecilidad.

Son las inútiles ceremonias de graduación
para que pasen de grado las especulaciones votivas.

Me niego rotundamente.
Apago las velas,
desconecto el televisor,
desenchufo la laptop:
La profecía del eñangotado bufón de la corte
al fin se cumplió.