Por Manuel Clavell Carrasquillo
De la Redacción de Estruendomudo
A todos mis maestros, a las ánimas en pena, a las momias que arqueologicé y a las larvas de mariposas que he visto crecer.
Llegarán más tiempos de censuras
y de oprobios
contra la supuesta libertá de expresión.
Llegará la sutileza del mandato celestial
para intimidar a incautos
que quieren seguir trepando.
Eso llegará.
Planifico dónde refugiarme ante el hecho mesiánico
de la nueva era sosa.
Busco escondites para guardar la sal,
hago maromas para bregar con la ausencia
de lugares seguros.
Pienso las cosas bien,
no quemo etapas.
Pero no hay cueva que me alberge
ni palabras que me salven.
Presiento holocausto nuclear postguerra fría
radiaciones
hilos invisibles que transmiten enfermedá.
Copio los últimos versos del capitán
los versos más tristes de esta noche
para que no se me olvide que un día soñé
con la materialización de posibilidades de menos barbarie.
Reservé a un lado un potecito de tinta china
y con él
escribí el último fado.
Me lo dictó mi consciencia,
mi único miembro nostálgico
ahora que llama la urgencia preservativa;
la práctica de la imbecilidad.
Son las inútiles ceremonias de graduación
para que pasen de grado las especulaciones votivas.
Me niego rotundamente.
Apago las velas,
desconecto el televisor,
desenchufo la laptop:
La profecía del eñangotado bufón de la corte
al fin se cumplió.