Call Me: 23er Microrrelato Erótico Acogido a Primera Enmienda

Por Natalia Amini

 

El muchacho del counter se rió de mí cuando le dije que quería el teléfono más grande que tenían. No me molestó su reacción a mi petición sino la sutil intromisión en mis asuntos con su "¿por qué?", con tono de incredulidad y disgusto. ¿Qué carajos le importa al pendejito ese? Lo he visto un par de veces en La Terraza al mediodía; una vez entró a mi tienda buscando un CD de La Oreja de Van Gogh. El papel de machito le queda bastante grande.

Mi nuevo teléfono es un éxito. No tiene cámara, pantalla a color ni acceso al Internet pero tiene una antena fija y su tamaño es perfecto. Anoche lo probé por primera vez. Después de enganchar con Nanny encendí el televisor, apagué la luz y me tiré en la cama. En el 52 estaban pasando uno de los videos de El Father. Como es costumbre a esa hora, estaban tirando los mensajes más nasty: Busco nena pa rebulear pito 6272202; chico con chico grande y duro celso 521 3822; BUSCO UN CANGRI MAN QUE ME AZOTE 780 3497 JELI. Lo pensé por un rato hasta que me decidí. Tiré mi mensaje: Me gustan grandes y abusadores cualquier edad 256 2134 256 2134.

Apagué el televisor, cerré la ventana y me acomodé bien. Me quité los pantalones y el brassiere; abrí las piernas, y con mucha calma y cuidado me acomodé el teléfono en la posición exacta para que los panties hicieran presión y me liberaran las manos. Olía un poco a sudor y estaba un poco húmeda pues llevaba un tiempito imaginándome la hazaña. En un par de segundos comenzó a vibrar el teléfono. La sensación de las primeras dos llamadas fue algo extraña pero al cabo de unos pocos minutos sentí que el cosquilleo se convirtió en pequeños corrientazos que me tumbaban los párpados y aceleraban la respiración. En cuestión de segundos me empezaron a bajar lágrimas y apreté las sábanas duro, con los puños bien cerrados. El abanico estaba apuntando al carajo y empecé a sudar. No sé en qué momento solté un grito que aparentemente se escuchó por todo Country Club pues la jauría vecinal estaba alborotada. Pasaron mil imágenes por mi mente, cada una extraña, peligrosa, algunas hasta nauseabundas, todas peludas. No pude más. Luego de 9 missed calls estaba completamente rendida. Apagué el teléfono y me quedé dormida. Ojalá me vuelvan a llamar mañana.

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