Por Mara Pastor
Una muchacha va a bailar salsa a una barrita. La saca un señor borrachito borrachito. Ella dice que sí, con una gran sonrisa, por que sabe que el borrachito borrachito sabe bailar salsa como si en su vida además de borrachito borrachito hubiese sido bailarín de salsa profesional, o como si en los tragos le echaran poción mágica de salsa gorda–La muchacha no sabe que el borrachito ito ito tiene una jeringuilla sin tapa en el bolsillo, que la acaba de usar y que se le va a enterrar en su muslo durante una de las vueltas– ¡Puf!– El puyaso ya está, gente, y ella lo sintió, pero está tan chévere la canción que ella sólo reduce la velocidad, pero sigue bailando, porque él es una estrella que la hace girar y girar como un planeta en su órbita. Una segunda vez, ella siente un pinchazito, y le dice “algo me hincó”. El, que ya sabemos que estaba algo más que borrachito chito chito, con los ojos viraitos le dice, “eso no e’ na’, mami, una pantalla que tengo en el bolsillo”. En la falda una areolita de sangre daba vueltas en la pista de una barrita y una muchacha dejaba de bailar bonito.
Por Mara Pastor
En el ajenjo, todos los marinos azules son sospechosamente de la República Checa. En el licor, la República Ajenjo es una checa que sospechosamente toma azules con un marino. En el azul, los marinos sospechosamente checan si hay ajenjo de la República. En la República Checa, el ajenjo es un licor sospechosamente azul marino.
Ilustración: "El ajenjo", Degas, 1876.