Fire! (14to Microrrelato Paranoico)

House fireEscribe Iván Velázquez

Fire! I smelled the common stench of burning wood, and I ran towards the window. I peeked outside to see the familiar image of the man holding the match and the kerosene tank, except this time I saw his murderous face, smirking with abhorrence. I saw the vision replaying in front of me as the man threw the match towards the trail of fuel he had left on the ground. A flame ignited and ran all the way to the porch of the house, burning and smoldering everything in its way. I was trapped! How was I to leave? I needed to find something to break this window. I searched around when I noticed a steel nightlight on the side of the bed where the corpse of the man now lied. I ran towards the lamp and suddenly came to an abrupt halt. Something was not right! I didnt know what, but I knew it had something to do with the couple in bed. Who was that man? For some reason, I felt that he had the answers to all the uncommon and otherworldly events that have occurred to me today.

As I approached him, my head started to ache and a foreshadowing feeling filled and consumed me. I was in shock! In one apparent move it all became clear to me! I know now why I did not remember anything, or why the man did not see me! I understand why all my attempts to stop him where in vain! I understand why I had the vision and why all signs seemed to lead me here. I understand now that my spirit is reliving the awful moment of my tragic death. And as I saw my lifeless corpse staring at me in a be of devouring flames, I understood it was the end.

Don Luis (11mo Microrrelato Paranoico)

ojeda 1970Escribe Eloy Más-Chévere

Perseguido aquí y allá, decidió establecerse en Plan Bonito y cambiar su nombre por el de don Luis para que aun la bala más potente no lo pudiera desangrar. Gracias a esa insólita estrategia, Filiberto vive.

En la foto, Filiberto Ojeda Ríos, líder del Ejército Popular Boricua, arrestado en 1970.

“A Piss Poor Job” (9no Microrrelato Paranoico)

Pantalon MeaoEscribe Tomás Redd™

Al entrar en la oficina del Sr. Shabazz, Mauricio Rivera intentó realizar un inventario de todos los artefactos que pudiese utilizar para intimar con el entrevistador: fotos con gente famosa, bolígrafos finos, textos incunables y hasta el color de la corbata. El manual que su tío le había hecho memorizar era claro; sólo tenía 45 segundos para dominar el tono de la conversación. Si esto fallaba, debería intentar contestar concisamente. Había practicado todas las posibles contestaciones a las preguntas que le habían relevado sus compatriotas y colegas del almacén. A pesar de su inglés rudimentario, dominaba el acento nuyorquino y utilizaba frases coloquiales. Tomó asiento donde le indicaron. Según lo aprendido, esperó a que ambos estuviesen sentados para hablar. Intentó proyectar calma y confianza. Desvió su mirada por un segundo y se dio cuenta de que tenía una mancha en el pantalón. Se había meado un poco luego de usar el urinal de la cafetería. No podía dejar de mirarse la bragueta. Sonreía incesantemente y sin razón alguna. La entrevista duró apenas 4 minutos. No encontraba la forma de despedirse con un apretón de manos y esconder el lunar elíptico. Al regresar al apartamento le mintió a su tío. En una semana llegó la carta en un sobre pequeño: su solicitud había sido denegada.

Waterloo o mis amigos imaginarios (8vo Microrrelato Paranoico)

Nydia RusseEscribe Nydia Antonia Russe

No se oye ningún ruido, los vecinos piensan que por taladrar las paredes, van a conseguir desconcentrarme. Usted no sabe que no pienso, que no escucho, que vago como un títere. ¡Me encantan los títeres! Usted y yo, parecemos titeritos de caserío también. Venga acá, escúcheme, para que me juzgue, para que barra el piso conmigo y me llame loca, envidiosa, diosa, nydiosa, nyodiosa. Todas las diosas, las diosas que son todas, que se confunden en mí, que son las mismas que se confunden con usted. ¡Boom! Es sólo una página, y usted no sabe lo que he viajado para llegar hasta aquí detrás de este trineo, de este Rosebud, del color de aquel momento, de aquellos ojos y ritmos cardiacos que llenaban aquella misa de gallo con mi suit rosita y zapatos blancos de Pignataro. Usted amigo, era usted amigo imaginario. Usted, que todavía me mira, se embizca, me respeta y lo asaltan, y le roban el ego y ya está usted comprándose uno nuevo. ¿Sabrá su novia que escuchamos Morrisey? No se preocupe amigo, mejor escuchemos música del Itunes, ¿no le molesta todo este bombardeo de consejos y razones? Queme todo su dinero y vámonos a un bosque a fotocopiar los libros, las fotos, porque si las pegamos unas encima de otras, ellas crecerán como los frijoles de Juanito, y nos llevarán allá arriba. Para mí es la forma más segura de llegar, la imposible. Le prometo que si sobrevivimos a esto, venderemos más pulseritas que don Amstrong. Busquemos nuestras bicicletas ahora que no viene nadie. Lo qué usted y yo necesitamos es subir en bicicleta, por la Luna de Moonriver, y dejar una sombra de abandonado extraterrestre en ese espejo. Para entenderme, usted tiene que sintonizarme. Abrázeme.

Foto suministrada por la autora tomada por Alberto Juan Rodríguez

Acúsame (7mo Microrrelato Paranoico)

ojo moscaEscribe Joel Feliciano

Cuando a las paredes le brotaron ojos, oscuros y góticos con el delineador marcando más aún ese blanco que envuelve las pupilas, te pusiste a temblar. Las cuatro paredes observaban, junto al piso, junto al techo. Doce ojos. Te miran. Te ignoran. Vibran. Lagrimean. Sus cercanías te hacen explorar sus imperfecciones, que son a la vez sus perfecciones. Las cristalinidades de los iris. Las estelas de colores como las vetas de las canicas. Un ojo tiene una pajita, y parpadea; las pestañas agitan el aire. Te soplan. De pronto huele a revelador. Pones un pie en el piso; sientes la frágil acuosidad, y sientes el párpado capturarte el pie. Los ejes de visión es tornaron directos a ti. En aquella cámara oscura te aíslan. Radiografían. Topografían. Sonografían. Fotografían. Te hurgan los huesos. La sangre. El oxígeno que traes dentro. Observan tus neuronas y la electricidad que se desplaza por tus pelos. Tu cuerpo te sacude. Te ven tus pensamientos. ¿Qué ocultas? Te preguntan. ¿Qué ocultas? Y en un lapso mínimo de lúcida inteligencia, guardas silencio, sonríes y los señalas.

Ilustración del ojo de una mosca Drosophilia melanogaster.

Hello (6to Microrrelato Paranoico)

telcoqu  Escribe Héctor Aponte Alequín

Mami en el cuarto. Fredi en la cocina:

Ring…ring…

—Hello… Hola, Papi, ¿todo bien?… ¿Con Mami? ¿Qué pasó?… … … Ah, ok, te la pongo ahora.
—Mami, Papi en el teléfono.
—¿Qué tú dices?
—Que Papi en el teléfono.
—¡Desde allá por más que grites no te oigo!
—¡Que-Pa-pi-en-el-te-lé-fo-no!
—¿Quién?
—Papi.
—¿Paty?
—No, Pa-pi, PA-PI.
—Ah, tu padre.
—Exacto.
—Pues pónmelo.
—Cógelo tú allá.
—Ok, nene, cuelga.

Cloc.

***

Fredi en el cuarto. Mami en la cocina:

Ring…ring…

—Hello… Hola, Tuti, cómo estás… … … Diache… … Pues yo estoy igual porque me pelié con Ricky.

Cloc.

—¡¡¡Fredi!!! ¿¿¿Qué tú le dijiste a Tuti???

Imagen de Giovanni Paolo Rabai