Escribe Pepe Liboy
Especial para Estruendomudo
HabÃamos llegado al promontorio por la tarde, como a las tres, uno de esos domingos de interminable modorra, cuando la baterÃa del carro se agotó y tuve que andar dos o tres kilómetros más arriba, y preguntar por quién me podÃa ayudar a yompear el vehÃculo. Me hincaba el corazón la tranca de cigarrillos diarios, y no podÃa sino ver el marcamillas. Le puse una media al carburador, que se habÃa tapado jalando un exceso de gasolina y me acordé cuando me metÃa debajo del Volky para ponerle los cables del cloche que se habÃan roto. Nota que fue entonces y no después cuando me dio por pensar en el suicidio de José MarÃa Arguedas, que no pudo pagar la mensualidad del Volky, y un pensamiento más que metafÃsico me llevó andando hasta la pizzerÃa, que estaba al lado de la estación. Alguien habÃa derrumbado la pizzerÃa de RÃo Piedras en donde comÃa largos slices cuando nene, y con la muerte de mi papá a cuestas, y los artÃculos promocionales en el baúl del vehÃculo, me dio con pensar en las muchachas de izquierda que patrocinaban el arte en San Juan. Cojà el celular y llamé a Aravind.
-Aravind. ¿No sabes quién en la Universidad me podrÃa yompear?- le pregunté.
-Bueno. Si estás en el parking de la Universidad, los guardias tienen boosters. -Me dijo.
-Es que estoy un poco lejos. No de mi madre. Pero no puedo llamarla.
-Debieras escribir un cuento con un párrafo que diga lo siguiente: “Las cuestiones técnicas nos comprometen. Cuando mueren nuestros padres, y no damos clases, y se ha acabado el polvo de oro en la hacienda, empiezas a notar que todos esos detalles como las baterÃas y los cables, nos agotan y no nos permiten disfrutar de los pocos segundos de alegrÃa que nos trae una emergenciaâ€.
-Yo voy a esperar a llegar a casa. Entonces sÃ, seguramente empiece un cuento con ese párrafo. No obstante, tiene que llegar alguien.
-Hoy, cuando vas por la avenida, y ves tantos carros, y ya nada queda cerca de tu casa, ni la muerte. Y todo es una lentitud, a pesar de que hay tantas máquinas, te preguntas si es que somos de otra raza y no podemos bregar con esta vida.
-No. En general sÃ. Lo único que tengo de negro es que se me parten en dos las relaciones. Un poco asà como la corriente alterna y directa. Es como si en Europa no hubiera corriente.
-No sé lo que hay.
-Chévere, Aravind. Voy a llamar a mami.
Llamé por teléfono a mi mamá y no la encontré. Volvà al carro y le dije a mi novia que la podÃa acompañar hasta la parada.
-Yo no sé que tipo de persona eres tú, ni qué corriente es la tuya. Menos mal que no llegamos a averiguarlo. A veces es bueno que se dañen las cosas.
-Es que no tienes nada que valga la pena, si lo piensas bien. Ni el carro, ni la computadora, ni los teléfonos celulares. Todo es de segunda categorÃa. Sin pensar que estás siempre enfermo, con tu carga de tarugos.
-Pero al menos no llegamos a ninguna parte.
-Yo soy buena, no obstante. Sólo que el mantenimiento del vehÃculo cuesta un poco.
-Por eso te voy a devolver a tus padres. Y a devolverme a mà mismo. Ni expresándome correctamente, alcanzo bregar bien con todas estas máquinas.
*Pepe Liboy, narrador preocupado por la ciencia ficción y la embriologÃa, publicó hace unos años la antologÃa de cuentos más fértiles de la segunda mitad del siglo XX en la isla de Puerto Rico: “Cada vez te despides mejor”. Estruendomudo reproduce con su permiso uno de los cuentos nuevos en que trabaja, parte de la serie sobre los escarabajos mecánicos o los populares autos Volkswagen. Para efectos del Registro Demográfico Pepe es José Liboy Erba, también para la Biblioteca del Congreso, que -a pesar de las resistencias- ya lo clasificó.