Escribe Yara Ivette Liceaga Rojas
Especial para Estruendomudo
Tengo ganas de morderle el brazo a alguien desde ayer.
Pero la boca se me llena de fresas, amor,
y de pasta con carne de animal y queso.
Todo estaba sucediendo como debÃa,
porque me puse a propósito los pantis de la suerte.
El sol propuso: quiero comerte.
Tez tostada.
Guardo la evidencia en el dolor de las arrugas
cuando rÃo de la quemazón.
Amor,
yo me trenzo los adentros y me dan unas ganas de llorar hijas de putas.
He bebido como debe beber una mujer.
Mezclando hasta la madrugada en el asunto.
Uno de los amigos que más querÃa cuando adolescente
no me cree que escribo, pero invierte poco más de cuarenta dólares en mÃ.
Yo le digo cabrón muchas veces de la alegrÃa
de tener sus ojos tan cerca.
La sonrisa y los ojos mÃos son unos chotas pero él insiste en que no estoy gorda. Yo lo doy por loco, porque mira esta masa de aquÃ.
la realidad del caso, amorcito, es que disuelvo mis dÃas como azúcar en cualquier sustancia lÃquida. Fumo con desespero de vez en cuando. Las papilas gustativas en ocasiones se niegan a darme el sÃ. Durante este verano me rendiré ante la bruma calurosa sin sentir el miedo que me produce un cuarto solo y oscuro. Casi siempre dejo la luz prendida. Otro detalle más me vira la cara para hacerme parecer una escena odiosa del exorcista. Soy un paisaje que tiene la mano monga. Pero de repente me erizo y me salen coreografÃas de Ankoku Butoh. Cuando me da esa jodienda los nenes se alejan y dicen cosas como: uy. Huelo los alrededores de los collares que me quito para conocerme. Otras manÃas, cuando entremos en confianza, te las haré llegar.