Y el domingo después de todo, se encontró parado en la plaza de Barranquitas a las 11 de la mañana. Cuando se dió cuenta de que lo habÃa borrado todo, no prestó atención a ese detalle. Detenido y completamente sobrio, comenzó lo que pensó serÃa el viaje hacia el resto de su vida. Horas después, cuando no reconoció el sitio en que caminaba y pensó de que ya no era su realidad ni ninguna otra que pudiese comprender, entonces se activaron en automático sus pánicos preparándose para algo que sólo tendrÃa como fin herir a su persona. Desde que supo que tenÃa que caminar para no quedarse en el mismo sitio decidió seguir caminando pero esta vez cargando en la espalda todos sus pesados terrores.
-“Pude caminar hasta el cansancio, pero antes del cansancio ya no me veÃa. Luché tanto, pero sin saberlo ya el paisaje me habÃa absorbidoâ€.
Foto del Municipio de Barranquitas, 1941.