Casi me tienen (XXVIII Microrrelato Paranoico)

psychedelicEscribe Ramón Hernández

Al fin puedo sentarme a escribirlo ahora que el televisor se burla de mí igual que los periódicos en el supermercado, ahora que el televisor tiene camisa nueva. Las señoras se persignan al verme pasar. Y las mas jóvenes bailan con la música de sus clítoris eternos sintiendo mi recuerdo entre sus piernas. Definitivamente me persiguen, ya no sé dónde meterme. Si salgo me siguen, si no salgo me vigilan. Me cuentan los pasos, me huelen las toallas, secuestran mis navajas ya usadas, aparecen limpios los cristales de mi auto y de mis espejuelos. He decidido no usarlos. Me obligan a ver nublado como si el azul del cielo se hubiese apoderado del día, como si el mar me comiera la vista. Se ven reflejados en mis zapatos y cuando miro desaparecen como moscas sicodélicas. Me hacen muecas en los ascensores, le rozan las nalgas a mi esposa, desaparecen misteriosamente mi estetoscopio y mis bolígrafos. Me persiguen, los veo en los escaparates y en las botellas de vino. Mis ojos claros están más oscuros cada día, me odian los abogados y los jueces y los atardeceres rojos de esta isla. Me persiguen en los aeropuertos los metales y las luces, me retratan desde los semáforos, me quisieran ver convertido en un renegado, pero la historia baja y sube como la bolsa de valores, los veo noche a noche en los espejos de mi existencia. Quisieran dinamitar mi consciencia, por eso tengo que recordar mis mentiras con más fuerza para no despeinarme. Los tribunales nunca callan y tampoco descansan, como los tiburones. Quisieran verme encadenado como a Colón, me quieren destruir desde sus cámaras secretas, desde sus apetitosas frutas, tomo y suelto la mano de mi esposa como se toma una cruz o un préstamo. Me rompen la rutina, sigo perdiendo contra la música del tiempo y los helicópteros vistos desde abajo. Me quieren duplicar en una celda, me quieren clonar y que al irme otro igual venga otro a sustituirme, pero yo me niego a entregarles mi esqueleto, mi polvo, mi reloj y mi retiro. Usan rayos ultravioleta para volverme antimateria. Oigo sus pasos, están cerca, el talentoso fiscal con sus fieras, casi me tienen, casi me tienen… no saben que tengo un microrrelato entre las piernas.

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