Chaos and Creation in the Backyard: Un saludo desde allá de Paul McCartney

El hombre orquesta decide pasar por la Tierra tocando todos los instrumentos de su último álbum. Los toca en el estudio de grabación, uno a uno, empezando por el piano. Además, registra en archivos digitales cada pista de sus voces.

Eso lo lleva a las entrañas e, introspectivo, se traslada al backyard de la adolescencia; el tiempo infinito del caos y la creatividad. Compone así, rodeado del recuerdo de aquella ropa tendida por la madre que ahora son millones de liras esterlinas, pero retraído, estupefacto por el tamaño de su soledad.

There is a long way, between chaos and creation
If you don’t say, which one of these your gonna choose
It’s a long way, and if every contradiction
Seems the same it’s a game that your bound to loose

Porque hay una línea fina entre el caos y la creación hay deambulantes y diletantes. Una línea fina entre la mano que me estrechan para cruzar y la que se extiende para golpearme. Y muchas pérdidas transcritas como líricas.

El trabajo, subsumido en capitales. Las caricias negociadas de antemano. El producto de los sueños acomodado en un sofá.

Terapias se shock, más la receta de pastillas. La dispersión de los paseos por la orilla de las playas de la patria traicionera. Una calle, su esquina. La cita, el teléfono y las guías. Viene el terapista, yo le pago con la tarjeta del seguro de salud. Sale al paso un amigo en el part time. No hay posibilidad de permanencias ciertas. Sirven la mesa con platos de falafel y salcitas de ajonjolí, son los tabules de las hambres y las necesidades. Los vinos del placer.

Están las sábanas de algodón egipcio y las toallas sucias. Quedamos en que más tarde llamaremos. Están los juegos colectivos a la mejoría social. El voto y el abucheo de los líderes hipócritas. Las cuentas por pagar. Escribo, escribo, leo y rescribo. Tacho. Repaso las últimas definiciones de mi acto, delimito coordenadas caóticas y de creatividad. Está el análisis, la crítica, el experimento surreal. Quedan los disparates y las alusiones falsas, la difamación.

Unos besos y par de abrazos al azar y la contingencia. Los mapas de tránsito. Hay letreros. Pasan lista más abajo en el punto de inspección. Me someto a las clasificaciones y las generalizaciones. Soy víctima y poder. Vuelvo a marcar esos números. Me los quito de la mente. Vacío los colores de los estandartes que imaginé. Maldigo y freno. La armónica entra aquí. La pandereta hace su agosto.

Busco cuerpos para utilizar. Busco serles útil a los cuerpos utilizados. Envío un e-mail. Bebo agua. Recuerdo aquella conversación y no me rindo. Destruyo papeles y cómo, si vieran cómo los busco otra vez en el fondo del zafacón. Inserto un disco y en la pantalla se refleja un documental. Me saludan. Presto atención a la diatriba del chofer. Indago sobre la tarifa. Empaco las maletas y me asumo turista. Voy.

Son seis pies, seis pies abajo.

Insisto en la azotea. Desde la oscuridad del sótano, queridos amigos, lamentablemente, insisto en la azotea.

Les confirmo la última noticia: desde allá, muy serio, me saluda sólo Paul.

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