Mal agüero navideño o sobre cómo el fuego reclama chimenea

naviConfirmo que acabo de entrar en la crisis navideña. Me irrita cuanto plato típico y cuanta música folklórica me ponen de frente y al mismo tiempo participo del jolgorio. Siento brisas frescas en el barrio, lluviecitas esporádicas. Tengo amigos que se van porque entran en nuevas facetas laborales o salen de christmas party y ya los que llegan para celebrar las fiestas me han dejado mensajes para que me prepare para recibirlos en casa. Soy, cada vez que paso hojas del calendario de diciembre, un scrooge wanabí más débil; absolutamente vulnerable.

-m.c.c.

Pd: No me siento cómodo siendo yo mismo en estas fechas. WTM. Quiero maldecir la pérdida de tiempo en la oficina, las risas vanas en todas partes, el embriagante licor solidario de la plena mal tocada… pasteles, mampostiales…. ¿Por qué no sustituimos el sonsonete de los aguinaldos por reggaetón clásico o el CD del mosquito de Billy Van puesto en shuffle permanente? Sobre todo, quisiera acallar cencerros fuera de clave.

En eso, me arrepiento del post anterior, vomitar todo el lechón que he comido hasta ahora, borrar maldades pero seguir siendo malvado. Una especie de tregua a conveniencia o, mejor, según convenga, porque ya olvidé la causa y por qué llevo tanto tiempo molesto.

Tengo un mal presentimiento: estas navidades van a ser candela.

-m.c.c.

San seacabó

se acab  He sido muy blandito, incluso con los que he mandado al carajo, con los amigos que ya no somos y [por esas consecuencias nefastas del odio] hemos dejado de estar.

Quizás deba repetir razones de separación, conversaciones duras en las que fluyeron desencuentros de todo tipo mezclados con hiel. Quizás debo concentrarme en algún tipo de regresión memoriosa que les recuerde a los frescos narcisistas que me tratan de volver a seducir por qué fue que nos separamos en primera instancia; qué fue lo que no funcionó.

Presiento una especie de denominador común en el tipo de persona descarada que se me acerca con intenciones de volver a empezar, como si yo fuese una especie de Gran Consolador o anfitrión pensuaco de un reality show a la manera del famoso “Break de la Esperanza”. Pues no, me repito mil veces entre desvelos y malos cascos tratados con almíbar en ciertos viajes de pena que se me atraviesan con las imágenes de los buenos ratitos y lunas llenas compartidas en ingenua felicidad. No tenemos por qué cometer el error dos, tres, cuatro veces de volver a reanudar, me digo, el serio compromiso bilateral de maltratos consentidos que es la amistad. En estos momentos, no me da la gana de revolver a consentir.

El silencio y la distancia no me parecen dañinos, en todo caso prefiero bregar con los fantasmas duros de los muertos comunes, de las moles de piedra -adentro-, los cadáveres momificados del pasado… que con los porvenires fofos que después de los abracitos, las palmaditas y las conversaciones de remiendo colectivo… juntitos los dos… inevitablemente llegarán.

-m.c.c.

Pd: Cascarrabias me dicen y me soportan los que me quieren constantemente y por ello me conocen aguantándome -porque voluntariamente los amo dejándome sin pudores aguantar- los mocos, el imbunche, la mierda, la gozadera, la ambivalencia, el meollo, el olvido, la misericordia superada; rough-and-ready [sin desilusiones de último momento, burlados de entrada en compinche risible ya, sin esperar por la desilusión] de verdad.

-m.c.c.

Etica o Havel

HavelTrato de concentrarme en trazar cierta ética que guíe mis actos cada vez, sin tener que estar comentando los preceptos por ahí, más bien improvisando en silencio un conjunto de ideas elaboradas que conformen un catálogo de máximas estandarizadas al que pueda acudir en caso de consultas en las últimas instancias de la suprema definición de lo más mínimo y, de pronto, el amigo Tomás Redd interrumpe la meditación zampándome una durita de Vaclav Havel: “Todos somos cómplices de los regímenes, nadie deja de apoyar al sistema, de una manera u otra, y seguirá siendo así aunque, de vez en cuando, se reclame su disolución”.

Eso, más o menos, planteaba el escritor checo allá para 1985, partiendo de la experiencia totalitaria detrás de la cortina de hierro. Yo tenía 10 años, y todavía no era consciente de que no sólo era inmenso sino indestructible el peso de la bandera roja y dorada de la CCP. Que era grandísimo el tamaño de las atrocidades fascistas en contra de los libros de las bibliotecas de Galicia. Que algún día me llegarían a las narices los olores de los sentimientos ambiguos que conminan a los que viven la vida en bandos a traicionar.

No hay códigos personalísimos estables que valgan, entonces, contra la impotencia y el miedo, más la indiferencia intermitente que se asoma tembluzca por las ventanas acortinadas de los cobardes alumbrados por el faro de la dominación.

-m.c.c.

Pd: Cerrando el escrito me entero que la antigua sede de la ESMA en Argentina, el centro de detención y torturas más terrible del país durante la dictadura, pasará a manos de las Madres de la Plaza de Mayo con el propósito de construir un espacio [“hermoso desafío”] para la memoria y celebración pedagógica de los derechos humanos. De nuevo, me pregunto, inclusive en la hora de semejante victoria, what?, ¿ética o Havel?

-m.c.c.

Amos Oz conversa con Rosa Montero sobre las complicaciones de la vida, el fundamentalismo y el persistente reclamo de respuestas simples

amos ozEn cuanto al integrismo religioso judío, el problema es que el fundamentalismo está creciendo en todas partes. Entre los árabes, entre los judíos, entre los cristianos.

Incluso entre los ateos, porque hay manifestaciones fanáticas en la izquierda radical. Es un peligro creciente en todas partes porque la gente está ansiosa de respuestas simples. Cuanto más complicadas son las cosas, más necesidad tiene la gente de recibir respuestas simples y consoladoras.

-Amos Oz, premio Príncipe de Asturias de las Letras, 2007.

Monumento temporero de Christo y Jeanne-Claude en las Tetas de Cayey

Porto 03Escribe Manuel Clavell Carrasquillo

En un reciente viaje a New York, la pintora Raina Mast, compañera de la escritora Rita Indiana, juró que me presentaría al curador de la exposición fotográfica “La vanguardia perdida: Arquitectura Modernista Soviética 1922-32”. Seríamos citados al archivo del MoMa, ya que se suponía que investigaba la obra del matrimonio de artistas Christo y Jeanne-Claude para una nueva muestra. Por cosas del destino, entraríamos en conversación sobre la salud del amigo Carlos Ortiz y los planes del colectivo “Los Niños Envueltos” y, por estar moviendo papeles de un lado para otro, caerían al suelo la propuesta y los bocetos inéditos de un monumento temporero (“Parapluies pour les Mamelles Portoricaines”) que pretendería instalar el famoso dúo parisino en las Tetas de Cayey hace más de dos décadas.

A continuación, en exclusiva para los lectores de Diálogo, Zona Cultural, la traducción (francés-español, pura añagaza) del escrito.

I. Proposición

Se colocarán 500 sombrillas rosadas en los monolitos y los alrededores de las Tetas de Cayey. Cada una pesará 200 kilogramos y medirá 6 metros de altura (incluyendo la base) y 8.66 metros de diámetro. Se contratarán 100 obreros diestros con el propósito de que las sombrillas queden instaladas en seis meses y sean desplegadas en un día. La misma operación, pero al revés, debe repetirse 28 días más tarde, fecha de la desaparición o clausura.

II. Presupuesto

Como es de conocimiento mundial, no aceptamos donaciones públicas ni privadas para nuestro arte. El financiamiento, en este caso estimado en $15 millones, proviene de nuestro capital y la preventa de los bocetos de la obra más un catálogo de la monumentalización explicada a los niños.

III. Permisología y burocracia

No es posible proceder sin la venia del Gobernador del Estado Libre Asociado. Estamos en conversaciones con los asesores del Primer Mandatario en el Palacio de Santa Catalina para conseguir una audiencia, que será grabada.

Conservaremos los récords (escritos y grabaciones) –que serán mostrados al tiempo de la inauguración simultáneamente en el Centro de Convenciones de Puerto Rico, el Museo de Arte de Ponce y el MoMa– de todas las gestiones ante las siguientes agencias concernidas: Oficina del Gobernador del Estado Libre y Asociado, Secretaría de la Gobernación del Estado Libre y Asociado, Policía de Puerto Rico, Departamento de Estado del Estado Libre y Asociado, Asamblea Legislativa del Estado Libre y Asociado, Municipio de Cayey, Municipio de Salinas, Departamento de Transportación y Obras Públicas, Autoridad de Carreteras, Autoridad de Tierras, Asociación de Alcaldes de Puerto Rico, Federación de Alcaldes de Puerto Rico, Distrito de Convenciones de Puerto Rico, Defensa Civil de Puerto Rico, Administración de Reglamentos y Permisos de Puerto Rico, Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico, Autoridad de Acueductos y Alcantarillados de Puerto Rico, Cuerpo de Bomberos de Puerto Rico, Instituto de Cultura Puertorriqueña, Administración de Compensaciones por Accidentes Automovilísticos, Junta de Calidad Ambiental, Junta de Planificación, Departamento del Trabajo y Recursos Humanos del Estado Libre y Asociado, Departamento de Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico, Departamento de Salud, Autoridad de Puertos, Compañía de Turismo, Compañía de Fomento Industrial, Oficina del Comisionado Residente en Washington, D.C., Administración de Asuntos Federales de Puerto Rico, Cuerpo de Emergencias Médicas de Puerto Rico, Federal Aviation Administration y Oficina de Reglamentación de la Industria Lechera del Estado Libre Asociado, entre otras.

Además, será necesaria la autorización de los derechos de uso y de paso temporeros de algunas fincas privadas propiedad de varios vecinos que poseen fincas y ganado vacuno en el área elegida. La documentación de éstas y otras gestiones ad hoc también será exhibida.

IV. Logística

Una vez conseguidos los permisos, se crearán los pequeños espacios habitables que surgirán debajo de cada sombrilla, de acuerdo con sus posibilidades de sombras. “Las sombrillas”, hemos dicho antes, son “módulos libremente sostenidos, reflejan la disponibilidad del terreno en cada valle [y cada “teta”], creando un espacio interior invitacional, como casas sin paredes, o asentamientos provisionales”.

La tela de las sombrillas (que serán ensambladas en la isla, a pesar de que el esqueleto en aluminio y los moldes de acero inoxidable serán manufacturados en Japón, los Estados Unidos continentales, Alemania y Canada) será sintética. Parecida a la de los paracaídas, pero con más brillo que “lo normal”, los efectos tornasolados de la luz contra los textiles semipermeables lograrán atraer la atención de los espectadores desde el expreso y el aire.

La invitación al resguardo de las inclemencias del tiempo debajo de las sombrillas será vana (virtual, conceptual y abstracta), ya que –por primera vez– no contemplamos que los espectadores interactúen literalmente con el monumento. He aquí la importancia –quizás desapercibida hasta ahora– de la coordinación entre la Autoridad de Carreteras, el Departamento de Transportación y Obras Públicas, la Administración de Compensaciones por Accidentes Automovilísticos, la Federal Aviation Comission y el Cuerpo de Emergencias Médicas de Puerto Rico. No nos haremos responsables de los percances causados por vehículos que transporten a espectadores por tierra o aire.
La obra se extendería hasta después del desmontaje, cuando todos y cada uno de los materiales serán reciclados.

V. Publicidad y plan de medios

Los más mínimos detalles de todas las etapas del desarrollo del monumento –desde esta propuesta, los bocetos y un vídeo del proceso de reciclaje– serán entregados a la prensa nacional e internacional para el beneplácito de periodistas, críticos de arte y público en general. Nos comprometemos a estar disponibles razonablemente en sesiones colectivas o privadas de preguntas y respuestas. Ejecución y difusión, para nosotros, son lo mismo y, por ello, igual de importantes.

VI. Celebraciones

Los costos de las celebraciones del día de la presentación y la clausura, incluyendo los descorches y los piscolabis, serán sufragados por nosotros. No aceptamos auspiciadores.
Por todo lo cual, entendemos que este proyecto pronunciará –desde lo efímero hacia el infinito– el alto espíritu estético de todos los isleños.

En París, a 22 de octubre de 1987. (Revisado en N.Y. el 28 de diciembre de 2001).

Firmado: Christo & Jean-Claude

Este escrito se publicó en el número de noviembre-diciembre 2007 en el periódico Diálogo, de la Universidad de Puerto Rico.

Nuevo informe de la NEA sobre la lectura en los EE. UU.

Artrm1Acaba de salir el nuevo informe de la NEA sobre la lectura en los EE. UU. (“To Read Or Not To Read?”).

El anterior, “Reading at Risk”, a pesar de sus reveladores hallazgos, fue criticado por circunscribir la definición de la lectura a las “obras literarias”.

Este, sin embargo, incluye renglones de análisis para la lectura de “diversión” y la lectura de la Internet. Ya se verá el balance.

Estruendomudo y la perra Gaika de luto por la muerte de Juan Antonio Rodríguez Pagán

jarpCOMUNICADO DE PRENSA

La Redacción de Estruendomudo y la perra Gaika reproducen a continuación su trabajo en relación a la obra del distinguido escritor puertorriqueño Juan Antonio Rodríguez Pagán en ocasión de su fallecimiento. De una parte, Manuel Clavell Carrasquillo reseñó su libro Así que pasen cinco años: Una propuesta surrealista de Lorca en el periódico El Nuevo Día y, de otra, el dueño de la majadera perra Gaika hace mención de un incidente que ocurriera con el también poeta en un recital de poesía en el Nuyorrican Café del Viejo San Juan. Descanse en paz tu generosa pluma, Juan Antonio.

Estruendomudo recontagiado con la fiebre lorquiana de Juan Antonio Rodríguez Pagán

garcia lorca 1 1Fiebre lorquiana
Reseña por Manuel Clavell Carrasquillo

ASI QUE PASEN CINCO AŇOS:
UNA PROPUESTA SURREALISTA DE LORCA
Juan Antonio Rodríguez Pagán

San Juan, Isla Negra Editores (2003) 193 pp.

Entre los años 1929 y 1930, despechado tras la irreparable ruptura de la tempestuosa relación que sostuvo con Salvador Dalí, el inmortal poeta granadino Federico García Lorca deambula lleno de furia por las calles de Nueva York y La Habana. Allí, inclinado ante la majestuosidad monstruosa de la moderna imagen americana, contenida en la asociación del rastro de la sangre que fluye por los mataderos del sur de Manhattan que se refleja en los cristales de las enormes torres de hierro y la espesa espuma del mar Caribe que estalla contra los cuerpos negros que se pasean por el malecón cubano, su genio creador sufre una profunda transformación que desemboca en la redacción de un poemario visceral y dos comedias a todas luces irrepresentables: “Poeta en Nueva York” (1929), “El público” (1930) y “Así que pasen cinco años” (1930).

En la Isla del Encanto, mucho tiempo después, el distinguido hispanista puertorriqueño Juan Antonio Rodríguez Pagán, profesor de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Humacao, explica en su libro “Así que pasen cinco años: una propuesta surrealista de Lorca” que este viaje constituyó una especie de escandalosa salida del clóset para el autor del “Romancero gitano” (1924-1928), quien desde entonces coqueteará con reorganizar desde España las fronteras sociales y literarias que mantenían reprimida su expresión surrealista y homosexual.

Al respecto, Rodríguez Pagán comenta que Lorca, con el propósito de salvaguardar su independencia creativa, se había mantenido al margen de la propuesta surrealista que logró entronizarse en el arte europeo de entonces y que, inclusive, prefería no abordar directamente cuestiones íntimas en su obra pública. Sin embargo, algo impredecible y contundente le ocurrió a este lado del Atlántico y el resultado de esta metamorfosis queda plasmado sobre el papel para siempre.

Así las cosas, el gran público que había quedado rendido ante el folclorismo de Lorca, lleno de gitanillas y cante jondo, se muestra absolutamente extrañado ante el nuevo discurso del dramaturgo, que no logra llevar a escena –a pesar de múltiples esfuerzos– estas dos comedias imposibles, como han sido descritas por la crítica.

“Hoy sabemos que debieron transcurrir cuarenta y ocho años para que el sueño de Federico de ver esta obra (‘El público’) en escena, se hiciera realidad. La noche del 15 de febrero de 1978 sube el telón, con este propósito único, en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico. Dirigió esa producción monumental la doctora Victoria Espinosa, directora también de ‘Así que pasen cinco años’, su leyenda del tiempo, en noviembre de 1954, en el mismo lugar”, establece para el récord de la memoria histórica lorquiana el abarcador estudio de Rodríguez Pagán.

Con gran acierto, Juan Antonio ha dividido su trabajo en tres grandes secciones asumiendo plenamente el importante y a veces injustamente vilipendiado rol compilador del intelectual. En la primera, logra hacer una excelente síntesis del debate que suscitaron los manifiestos surrealistas que más tarde adoptará y rechazará a su antojo Lorca. Utilizando pasajes de los escritos de los protagonistas del movimiento que “confrontó la existencia desde el asombro que descubre la grandeza de lo cotidiano”, el crítico le transmite al lector a través de documentos y de una forma clara qué es el surrealismo, cuáles han sido sus principales exponentes y cómo logran acercar el sueño y la realidad.

En el segundo capítulo, titulado “Amantes asesinados por una perdiz”, Rodríguez Pagán devela con guantes de seda los amoríos de Lorca y Dalí, presentando una sucesión de sus cartas, poemas, conferencias, fotografías y realizando un análisis sumamente lúcido sobre las intersecciones de ambos genios. Más allá de la anécdota, que nunca llega a ser chismográfica, el también dramaturgo expone con extremo cuidado de no faltarle a “la verdad” la cronología de cómo se entrecruzan sus obras y sus vidas, cómo encausan su proyecto común y cómo la aparición de Luis Buñuel en la estancia del pintor en Cadaqués, sumada a un divorcio conceptual, provoca la ruptura final.

El último apartado es el postre del banquete que le ofrece al lector este modesto intelectual también experto en la obra de Julia de Burgos (“Julia en blanco y negro”, 2000). Demostrando gran maestría en la utilización del verbo pedagógico y dominio no solamente del texto que ilustra, sino también de su puesta en escena, Rodríguez Pagán logra analizar “Así que pasen cinco años” integrando todo lo que ha planteado en los capítulos anteriores. De esta forma, el lector se enfrenta a una lección pertinente sobre los pormenores de una pieza dificilísima con la información necesaria para comenzar a comprenderla.

Hay comentarios sobre la obsesión con el tiempo que quiso abarcar Lorca y planteamientos sobre el recurso del desdoblamiento de la personalidad, eje sobre el cual gira la caracterización. “Vedado el orden cronológico, el espectador se sumerge con los personajes en una atmósfera neblinosa que no es otra cosa que un cedazo que permite acceder o no a niveles diferentes de conciencia simultáneamente; interpretación de planos que nos mantiene inmersos en varias dimensiones a la vez”, dice el catedrático.

De otra parte, en esta sección queda comprobado el impulso liberador de Lorca y su interés en forzar al gran público hacia una reflexión poderosa sobre la existencia a través de la “presencia de pasajeras técnicas propias del surrealismo, en armoniosa simbiosis con los elementos de la tradición hispánica más antigua”.

Al proponer esta paradoja, al puntualizar que Lorca es una especie de vanguardista tradicional, Rodríguez Pagán pone el dedo en la llaga de la discusión que divide en estos momentos no sólo a los estudiosos de la obra lorquiana a nivel internacional, sino a la que tiene lugar en la academia de las ciencias humanas boricua con consecuencias fratricidas. De un lado, la facción nacionalista empuña las bayonetas de la palabra para aferrarse al canon como si hubiese que protegerlo de alguna contaminación y, de otro, la tribu posmoderna apuesta a un ataque subversivo que lo deconstruya hasta lograr su fatal implosión.

Mientras tanto, las conclusiones de Rodríguez Pagán demuestran que –fiel a la postura de Lorca– se puede fertilizar este impasse de la comunidad intelectual que un surrealista perspicaz como André Breton bautizaría como “Crónica del encuentro de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de operaciones”.

Su libro, sin dudas, constituye una piedra de toque para los letrados del patio; un acto afirmativo de la vieja escuela que la comunidad universitaria puede aprovechar para revisar la pertinencia de la disección historicista y la diseminación iconoclasta como métodos de conocimiento para abordar el inmenso legado que ha producido la fiebre lorquiana. Ahora que Rodríguez Pagán repone la obra para beneficio de la nueva generación en el Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré, ¿será posible otro horizonte? ¿Así que pasen cinco años?

Esta reseña se publicó el 30 de noviembre de 2003 en la Revista Domingo del periódico El Nuevo Día.