La muerte del escritor o el simulacro definitivo de Jean Baudrillard

baudrillardDel blog La république des livres
Escribe Pierre Assouline

Pour saluer Baudrillard

Son analyse des attentats du 11 septembre, conjugaison de la magie blanche du cinéma et de la magie noire du terrorisme, avait dérouté quand elle n’avait pas scandalisé, notamment les passages où cette violence était jugée pire que réelle, symbolique. Tout Jean Baudrillard était là : paradoxal, radical, séduisant et parfois franchement obscur, voire hermétique. Au moins avait-il le mérite de provoquer le débat d’idées et de l’emmener sur des voies où il ne se risquait pas, ce fut le cas notamment avec La guerre du Golfe n’a pas eu lieu (1991). Sociologue, philosophe et, par son style, écrivain, il était avec Jacques Derrida et Pierre Bourdieu l’intellectuel français le plus lu et le plus commenté à l’étranger. Il vient de mourir à 77 ans. Son oeuvre est abondante, et son apparence moins virtuelle que son objet d’étude. Il disait de belles choses sur la photographie que les autres ne disaient pas. Ses propres photos valaient le détour, notamment celles de New York (voir ci-dessous).

Marginal dans son milieu, franc-tireur à l’Université (quoique docteur d’Etat, il a fini sa carrière maître de conférence alors qu’il était un véritable maître-à-penser), Baudrillard se distinguait aussi par son humour et son goût de la provocation ironique, ce qui était original et pas toujours superflu dans l’univers souvent compassé des penseurs. Connu pour sa critique radicale du système des objets, de la représentation et de la mise en scène du réel, il ne s’interdisait aucun sujet, le corps supplicié de Nebreda comme les termes du contrat entre les deux partenaires dans le film Proposition indécente ou l’accident du travail de Diana au pont de l’Alma. L’éclectisme de son oeuvre témoigne d’une curiosité sans cesse à l’oeuvre. Le Sélect à Montparnasse était son bar de chevet. Il avait la conversation facile, et l’échange humble, dès lors que c’était calme et argumenté. Sa fidélité d’auteur à son éditeur et ami Michel Delorme est assez rare pour être signalée. C’est pourquoi j’ai choisi de les salubau tous deux par cet extrait de L’Echange impossible paru en 1999 chez Galilée. En apprenant sa mort, j’ai repris le volume et il s’est ouvert à la page 152 sur la vérité littérale d’un monde littéralement vrai, une parmi d’autres sur la quête de l’ultime liberté, juste pour donner à entendre la voix de Jean Baudrillard:

“Libérée de toute fonctionnalité, désormais dévolue aux machines intellectuelles, rendue à la clandestinité, la pensée redevient libre de ne mener nulle part, d’être l’effectuation triomphale du Rien, de ressusciter le principe du Mal. Voilà qui change toutes les perspectives. Car on se disait (sur le modèle de Cioran :” quel dommage que pour trouver Dieu, il faille passer par la foi !”) : Quel dommage que pour parvenir au monde, il faille en passer par la représentation ! Quel dommage que pour dire les choses, il faille en passer par le sens ! Quel dommage que pour connaître, il faille en passer par le savoir “objectif” ! Quel dommage que pour que quelque chose fasse événement, il faille en passer par l’information ! Que dommage que pour qu’il y ait de l’échange, il faille en passer par la valeur !

Eh bien, c’est fini ! Nous sommes libres d’une autre liberté désormais. Délivrés de la représentation par leurs représentants eux-mêmes, les hommes sont enfin libres d’être ce qu’ils sont sans passer par personne d’autre, ni même par la liberté ou le droit d’être libres. Délivrées de la valeur, les choses sont libres de circuler sans passer par l’échange et l’abstraction de l’échange. Les mots, le langage sont libres de correspondre sans passer par le sens. De même que, délivrée de la reproduction, la sexualité devient libre de se déployer dans l’érotique, sans le souci de la fin et des moyens.

Ainsi s’opère le transfert poétique de situation.”

“Adelaida recupera su peluche” Una novela en cantos por Bruno Soreno (Cap. IX)

PHAR DU 24X15Resulta que, al parecer, la zona miedo de tu animal se escandalizó en vano. Resulta que ésta parece ser tu noche de suerte. Y todo el mundo sabe que un rayo no cae dos veces en el mismo sitio. En lo que semejó una carrera inaudita entre mujer y máquina, el auto y tú se enfrascaron en una fiera competencia para ver quién llegaba primero al frontón de la FARMACIA NOCTURNA. Más inaudito fue el hecho de que llegaron en un empate a la meta. Tú corriste sobrehumana, más allá de tus fuerzas. Esto suele ocurrirles a las víctimas que sufren del terror-pánico, y en tu caso hay que admitir que no era para menos. En la travesía de esos trescientos metros tu corazón

/se detuvo tres veces sucesivas

/se transmutó a jirafa

/a zapato

/a luna encendida

/a una canción de Nino Bravo que hablaba no se qué de las ballenas

/a la directora perversa de tu escuela intermedia.

Esto es: que quería salirse de sí mismo, no ser ya esa cosa apabullada de miedo que era. Sentiste que te habías meado encima, pero esto resultó ser una falacia provocada por tu estado desmedido de agitación, por lo demás del todo comprensible dado lo que habías pasado no hace más de media hora. But I digress. Resulta que entraste desesperada a la farmacia gritando como una loca que un violador te estaba persiguiendo. No viste cuando el conductor del carro entró a la farmacia detrás de ti. El farmacéutico (que era el dueño y también el único empleado de la farmacia a esas horas y que leía un número viejo de la revista mexicana ¡Alarma!) sacó un revólver descomunal y, sin inmutarse, se lo apuntó al pecho al conductor del vehículo que acababa de entrar tras de ti. Comprendiste de inmediato que el farmacéutico te protegía, de modo que te volteaste para enfrentar a tu atacante y viste el rostro del hideputa que había intentado violarte hace exactamente media hora sobre el rostro del hombre que acababa de entrar detrás de ti y que hacía de blanco para el revólver descomunal que le apuntaba el farmacéutico. Esta superimpocisión de rostros, sin embargo, resultó ser otra falacia provocada por tu estado desmedido de agitación, y sólo duró un segundo. Disipado el espejismo, pudiste ver cómo el rostro de aquel hombre agobiado de pasmo y confundimiento palidecía ante tus ojos hasta volverse blanco como las luces fluorescentes que iluminaban la farmacia, o como tus dientes. Supiste que aquell hombre estaba atestado de miedo. Alzó las manos bien altas mientras balbuceaba que él no había hecho nada malo, que se había detenido para ver si la dama que iba corriendo por la acera necesitaba alguna ayuda, ya que parecía huir de algún peligro, nada más. Él sólo quería saber si la dama estaba bien y si podía serle de alguna utilidad. Las rodillas le temblaban como tembleque y no dejó de tiritar hasta que el farmacéutico bajó el arma y tú suspiraste hondo, avergonzada por el escándalo causado y aliviada por descubrir que todo había sido una falsa alarma. El hombre, aún con resaca de sacudidas teutónicas, se dio vuelta para retirarse, dijo algunas cosas incomprensibles por lo bajo y fue entonces cuando sentiste pena y culpa por haberle causado a aquel inocente tamaño susto. Eres una paranoica sin remedio, una patética, mira el susto que le has hecho pasar a este pobre tipo, te dijo Adelaida. “Oiga”, llamaste. “Perdone por todo este lío”. El hombre se volvió a voltear y te miró. Y tú lo miraste. Y viste sus ojos. Y viste transparencia en esos ojos, a pesar del miedo. “Es que acabo de pasar por una experiencia terrible”, le explicaste.

La ciudad maldita y su mugre literaria

poet terroristsEscribe Manuel Clavell Carrasquillo

Es posible que no exista mayor atractivo para los lectores de literatura urbana que los textos sobre barrios malditos llenos de mugre, dejados de la mano de Dios y de los gobiernos, perdidos en medio de la “prosperidad” burguesa, prácticamente abandonados y a duras penas habitados por jóvenes rebeldes, artistas, bandidos, locos, prostitutas, homosexuales y yonquis.

Sectores de Berlín en los años 20, París en el 68, Barcelona en los 80, Río en los 90 y hoy Los Ángeles, entre otros, han competido con los de Nueva York por el codiciado puesto de la “más auténtica” zona franca del pecado.

El libro Up Is Up But So Is Down: New York’s Downtown Literary Scene, 1974-1992, lanzado a finales del año pasado por Brandon Stosuy para NYU Press, recopila los escritos más importantes de los bajos fondos de Manhattan delimitados entre los laberintos del Lower East Side, SOHO y el Greenwich Village. La escena literaria del “Downtown” es muy atractiva debido a que su producción estuvo estrechamente vinculada con la de la música punk y new wave, el graffiti, el performance y las artes gráficas más low tech de las computadorizadas.

Los escritores del área, aún organizados alrededor de la vieja Iglesia de San Marcos transformada en centro comunal, creaban en pequeña escala; intentando descartar la cursilería y la corrección política, incorporando elementos sórdidos de la experiencia de las calles y simulando su decadencia, documentándola, exaltándola o simplemente recordándola con nostalgia.

A diferencia de historiadores, sociólogos y planificadores urbanos, los literatos se presentan relajados en cuanto a la presión del rigor de la investigación “científica” y la urgencia de someter soluciones “concretas” a los conflictos de la urbe. A través de los textos, dejan huellas del goce y el sufrimiento de la vida en los márgenes, experimentan con el sinsentido y reinventan el mapa del imaginario social de su barrio y sus complejas subjetividades.

Por eso no es extraño que sus personajes pasen los días drogados y desempleados, inclusive mal alimentados, en una carrera por la sobrevivencia en medio de contextos tan terribles como la Guerra Fría, la epidemia del sida, el aumento desmedido de las rentas de alquiler, la liberación sexual y los conflictos raciales, mientras se unen por momentos en esfuerzos políticos y artísticos radicales y utópicos que no por ello excluyen el pesimismo y la apatía.

Los textos de la segunda mitad de los años 70 reflejan ambiciones de protestas rompeformas, al tiempo que exhiben sentimientos de impotencia y abandono, canalizadas a través de la unión espontánea entre el conjunto de los antros como el recientemente clausurado CBGB, la poesía y el performance. La fuerza de sus mensajes gravitaba en torno a la mezcla del potencial de “la voz, los aparatos electrónicos, el filme y los instrumentos musicales” y los movía la intención de fabricar un “lenguaje en tiempo real”, que relegara las limitaciones del papel a un segundo plano.

Se sabe que todas las ciudades malditas etiquetadas con la marca registrada del underground son porosas y atraviesan por periodos de aburguesamiento. Desde el inicio de la década de los 80, la escena literaria del sur de la Babel de Hierro se enfrasca en una cruenta discusión sobre la “pureza” y la necesidad del “regreso a los orígenes”. Este debate llega a su punto culminante con un artículo de Craig Owen en el que opina que la bohemia y el pluralismo del “Downtown” no son más que un espejismo.

Para él, “la apropiación de las formas por las cuales las subculturas resisten la asimilación es parte de (en vez de un antídoto a) la nivelación de las verdaderas diferencias sexuales, regionales o culturales. También es su reemplazo por los significantes genéricos que existen para el concepto diferencia con la artificialidad y la producción de masas típica de la industria cultural”.

En este sentido, los textos de la década del 80 idealizan la figura del vagabundo y fomentan la estética de la pobreza a conveniencia de los artistas necesitados del aura del glamour bohemio para justificar su inserción en el intercambio de valores tradicionales y los de la llamada “resistencia” que ocurría en el barrio.

Ello devela la distancia de los escritores y su entorno, haciendo evidente el poder desestabilizador de sus artificios literarios. Poemas como Zooin’ In Alphabet Town (1982), de Bob Holman, dan cuenta de la metamorfosis: “Down here Esquire photoed some bums/ Then polished them/ Before & After/ Now they’re rich Hollywood stars/ With agents/ Now they’re back on the Bowery/ Wined”.

El libro recopila más de 125 imágenes y más de 80 textos entre los que sobresalen los de los nuyorricans Miguel Piñero, Pedro Pietri y los publicados en revistas retro como Benzene, Saw, Bomb y Between C and D, que son dos de las calles más importantes del territorio, pero que también aluden a la frase “coke and dope”, las drogas favoritas del momento. Los textos de la década de los 90 integran la simulación de los efectos devastadores del crack en un viaje de revival de los “viejos buenos tiempos” del barrio ya plenamente aburguesado y convertido en tourist trap.

El editor comenta que “a medida que los escritores se movían de editoriales menores a las redes enmarañadas de las que estaban en las grandes ligas, el espíritu de ‘hágalo-usted-mismo’ se evaporó y se pasó la antorcha. Sin dramatismos, la gente aceptó puestos académicos. Algunos tuvieron hijos y dejaron la ciudad. Al principio de los 90, los escritores se impulsaban hacia diversas direcciones, a menudo brincando hacia cuarteles separados para afrontar la próxima fase de sus carreras”.

A pesar del éxodo de la ciudad maligna y sus refutaciones, la literatura sigue siendo el refugio de los inconformes, aunque vistan de Banana Republic, y hoy la escena literaria del “Downtown” ha cambiado, no hay duda, pero continúa vibrante. Ron Kolm, en el poema Divine Comedy (1991), especula sobre el futuro de la tribu de los apestados. Ubica a dos amantes en una caminata hacia la isla de Randall y su hospital psiquiátrico a través del puente de Triboro que cruza el Río del Este.

La última estrofa del poema es reveladora y concluyente: “We’re almost swept away/ By a wave of humanity/ Swarming from Manhattan/ Onto Randall’s Island/ –A never ending procession/ Of shopping bag ladies/ Sneaker kids, junkies/ And soda can collectors–/ And we the only two leaving/ Tired and relieved/ And even perhaps vaguely/ In love with each other”. Quizás ésta sea la única manera posible de entrar y salir con vida de una ciudad perversa y explotar su mugre literaria: vagamente enamorados de su oscuridad seductora sólo para después hacer todo lo posible por alumbrarla.

Esta reseña se publicó en la edición de marzo de 2007 en el periódico Diálogo, órgano de la Universidad de Puerto Rico. Foto de Velma’s World. Creative Commons.

Che hasta en la sopa: Dossier sobre la paradoja guevarista en ‘Letras Libres’

che hasta en la sopaLa paradoja salta a la vista: la revolución anticapitalista, encabezada por el icónico Che, se ha enlatado, etiquetado, industrializado y vendido como un producto más.
Félix Romeo pasa revista a esa ironía de la historia. (Historia completa)

Quiero ser el amigo que recorre tu caminio

De la Redacción de Estruendomudo

Quiero ser barbudo anticuado cimarrón vengar las lombrices de mi abuelo y el saqueo de su tierra quiero comprarme un carro es hora de reivindicar a los muertos irakíes a un católico irlandés caído en Belfast y al remanente del pueblo colombiano que nada tiene que ver con narcos quiero unos tenis Puma un poco de gel para acomodarme el pelo frente al viento de los Andes liberados un cedé de Radioheads acceso gratis a las salas universitarias a los museos a las artes populares a la televisión digital y al cine más los conciertos de Silvio Rodríguez y Ricky Martin quiero comer lo que se produce en mi país e intercambiarlo con los campesinos que cierren todas las iglesias y pare la manipulación de la propaganda capitalista que los niños sepan de memoria y entiendan el himno nacional revolucionario que las niñas sean independientes pero que sean fieles y calmadas, que los muchachos jueguen varios deportes a la vez y que la Tierra se cure de todas las enfermedades que le ha traído la contaminación quiero juguetes educativos y drogas naturales acceso libre y directo a marihuana hierbas y pepas de diseño para estimular mentes creativas el fin de las resacas y los bad trips una paz permanente en las esquinas del barrio el fin de los salarios no equitativos la caída de la institución matrimonial nada de accesos distintos a hospitales según pobres y ricos quiero igualdad de derechos entre el hombre y la mujer quiero el fin de las monedas una hoguera gigantesca para quemar ideas de derecha incinerar fascistas matar y matar energúmenos violadores maestros de la pornografía infantil retrancas históricas quiero fresas a la chantilly distribuidas en las parcelas a viejos y jóvenes el cese y desista de los bancos sobre los intereses hipotecarios que se suelten las amarras de la propiedad privada quiero desbaratar el acceso controlado a las playas y los montes cundeamores mamposteales y maví quiero más hermanos cada día que piensen como yo y se apunten en la obra en la gran obra del fin de las jerarquías y las diferencias en la gran orgía de los que venimos de abajo o la gran celebración del sur quiero cariño entre los extranjeros y los nacionales entre los humanos y los animales entre la gente y las máquinas entre el yo y el súper yo quiero caminos pavimentados en la ruralía amazónica pero preservación de especies en Galápagos quiero Coca-Cola Light con carne frita de Piñones quiero Pizza Hut la combi completa de las esperanzas las manos juntas en solidaridad con los sapitos conchos los coreanos del norte los vietnamitas de norte y sur los poetas los pobres poetas del parnaso sufrido y sacrificado los teatreros del telón desgarrado y no subvencionado como debe ser pido la paz para esta guerra pido amor y más amor a los minusválidos a los arterioscleróticos los ciegos y los homosexuales quiero un país que no tenga fronteras pero al mismo tiempo que nos guarde las que tenemos contra los gringos los blancos los empresarios los militares los usureros los explotadores quiero una larga sábana cuadriculada para que los hijos de los hijos de mis hijos se sienten a tomar el té con otros hijos de los hijos de los hijos y hagan como que brindan por la conciliación de todos los humanos la armonía (eterno om) con el todo el centro del universo el balance de las especies y el cosmos la alegría de las madrugadas libres de maldad y egoísmo y quiero by the way quiero amanecer con alguien que me quiera y no caer en la tentación de la traición quiero zapatos para los descalzos aprenderme de memoria las bienaventuranzas quiero pan tierra y libertad quiero libertad de palabra y de asociación quiero quiero quiero ser como Jesucristo pero quiero tener una camiseta y una gorra y un nombre y una fama y una pinga y una valentía sanguinaria tan inmensa como la del Che. Quiero ser soldado-poeta, inmortal, yeah, yeah, yeah.

-mcc

‘Adelaida recupera su peluche’ Una novela en cantos de Bruno Soreno (Cap. VIII)

eccentricPor la espalda llega el terror. Por la trastienda de la vida se mete la noche y te besa frío allí donde la espalda pierde el nombre y se te trancan las nalgas. Trescientos cincuenta metros, no más, decía tu animal, Adelaida, y ya FARMACIA NOCTURNA y luz y teléfono y llamadas y seguridad y luz y no más frío y/

entonces Sentido Común se vió interrumpido por la irrupción del miedo intenso y terrible, ese siempre intruso del alma que la reconoce como su digna habitación porque un carro se acercaba y disminuía la velocidad justo al pasar por tu lado. Tanto nadar… te dijo Adelaida. Seguro que piensa que eres una puta, te dijo Adelaida. Si no te rapta y te termina de violar, seguro que te ofrece dinero. ¡Cállate ya, carajo! Le gritaste a Adelaida, ¡Me estás volviendo loca! Pero echaste a correr como un celaje anyway hacia la farmacia. El zumbido en los oídos era inefable y tú y Adelaida y tu madre que las parió te gritaban todas a la vez en tu cabeza. Era algo verdaderamente insoportable, Adelaida, lo sé, casi tan insoportable como el miedo que te llenaba de punta a punta buscando por donde estallar. El auto aceleró a tono con tu corrida y el corazón se te descarriló del pecho. El alma se te estiraba ya muy cerca de ese punto del cual ya no hay regreso. Estabas perdiendo la cordura, Adelaida. Tú no lo sabías (tan ocupada estabas cagándote del miedo), pero eso es exactamente lo que estaba pasando.

La noche

Yo le canto a esa noche en cantos, a esa noche única de la ciudad donde todo pasa y nada queda, esa noche-cuarto donde la entrada es gratis y a la salida vemos, esa noche-luna-carey de luna que nada arriba chapoteando y enfangándolo todo y que nos contempla a nosotros abajo squirming como se mira a los renacuajos en el fondo profundo de un estanque o a los goldfish de a dos por tres pesos que se pasean entre los galeones hundidos los tesoros los buzos de escafandra todos de plástico en el fondo adoquinado de una pecera. Yo le canto a esa noche bruja para conjurarla como ella me conjura a mí, para intentar inútilmente desenmascararla mientras ella me usa inevitablemente como máscara. Hoy somos todos hijos de la noche-ciudad. Somos todos facetas de esa gema negra enterrada en la frente de un ídolo de ébano. Pero/