Escribe Manuel Clavell Carrasquillo
Al terminar la nueva novela de Jorge Volpi, licenciado en Derecho de la UNAM y doctorado en letras de la Universidad de Salamanca, (una copia clandestina que circula como plutonio entre la élite letrada de San Juan, donde aún no está disponible para el público) siento una sensación de tragedia ante el peso de la herencia del siglo XX que heredé. Entre el desastre nuclear de Chernobil y la vÃspera del recibimiento del año 2000 con su virus Y2K, atravesando la caÃda del muro de BerlÃn y la constitución del mapa del genoma humano, los personajes femeninos, grandes esbozos de tesón y crueldad, como lector me desintegro en las luchas corporativas de los Estados Unidos y la gran cruzada de la privatización de las empresas estatales ex soviéticas. Me corto la piel con las navajas de Oksana, poeta lesbiana heredera de Ajmatova, desquiciada en el fin del mundo, helada y prostituida frente a las costas del mar de Japón. Los negros de Zaire burlan las reglamentaciones del Fondo Monetario internacional dirigido por Jenniffer Moore, y los niños van a Disney World para que sus padres se despejen del tedio de la vida profesional. Con este texto que ficcionaliza el Almanaque Mundial, Jorge Volpi culmina su gran trilogÃa novelesca del siglo de las dos equis, que comenzó con “En busca de Klingsor” y medió con “El fin de la locura”. Unos cientÃficos mal atinados desatan un accidente nefasto con polvo de Antrax, los palestinos se entregan al terror, las acciones suben y bajan en Wall Street y en México el PRI desangra el presupuesto gubernamental. Hay un periodista, luego asesino, que descubre los secretos más despreciables de los últimos cien años, muere Stalin y todos, junto a su cadáver lleno de gusanos, y la remoción de las estatuas pétreas de Lenin en las plazas públicas de Europa Oriental, nos vamos pudriendo con él. Sadomasoquismo puro, el gran espejo de Stendhal echo añicos por Carlos Fuentes en “El espejo enterrado”, las partÃculas de la soledad, el engaño y la devastación. Jorge Volpi, ¿qué has echo conmigo? A pesar de tus palabras, del repaso que me has hecho hacer de la decadencia de la que soy hijo y que promuevo (tanto te extraño Gorbachov), debo continuar. Esa vocación ilusa del deber, unas protestas antiglobalización en Seattle (lacrimógeno termino, sin gas), el hundimiento del Raimbow Warrior en el puerto de Nueva Zelanda, la alegrÃa de haber derrumbado la cabeza de Lenin con mi imaginación y pintarle los labios de rojo con un pote de esprey, ¿qué sigue? Tú lo has dicho: nada puedo hacer, aunque tengo dudas, y la Tierra, pues esa utopÃa estúpida, definitivamente, no será.
Volpi, Jorge. “No será la Tierra”. Alfaguara: 2006, México, D.F., 517 pp.