La Trinidad

Graeme Harris Threesome 205327Escribe Lorimar del Río
Especial para Estruendomudo

¿Qué es la Trinidad? El Padre, el Hijo y el Fantasma Santo.
¿Cuál es más importante de los tres? El Padre, el Hijo y el Fantasma Santo.
¿Cuál es tu favorito? El Padre, el Hijo y el Fantasma Santo.
¿Cuál es el mejor? El Padre lo creó todo, el Hijo lo sacrificó todo y el Fantasma está siempre conmigo y me extasía.
Yo tengo mi propia Trinidad. Es mía y soy de ninguno.
“I’d sell my soul
My self-esteem a dollar at the time
For one touch, one kiss from you
My black madonna”.
(A Perfect Circle)

Nelson era quien me esperaba al final de la escalera. Yo sabía que estaría allí siempre. Veía su Bronco negra vieja rota llena fangosa sucia negra y malvada en la entrada, donde un guardia le daba un boleto por dejarla allí plantada e irme a esperar al final de la escalera con su guitarra negra en sus negros brazos. Sus ojos negros me miraban felices pero malvados hirientes y traicioneros obsesivos cantantes y poetas con alegría. Su pelo marrón -pero prefería verlo negro- como su alma y su amor y su oscuridad y su corazón. Su sonrisa daba miedo, yo le tenía miedo a los payasos y su sonrisa pertenecía al circo como un fenómeno que me volvía loca irracional feliz excitada y sonriente. El ambiente lo veía como si fuera blanco y negro y una película silenciosa muda sin sonido su única música la música de su negra guitarra que tocaban sus manos dedos y uñas pintadas de negro. Las flores moribundas y los mangos tirados putrefactos en el suelo que daban un olor dulce pero amargo que detestábamos tanto él como yo.

Bajé las escaleras asustada. Nelson era fuerte, tenía tanto poder sobre mí como Lucifer y el Cuco. Él era esa droga que me llevaba a la recaída, estaba adicta a su piel y a sus golpes, a sus caricias y sus canciones y a esa insistencia que veía al sentirlo al final de la escalera. Me llamaba Lisa, Lisa escúchame, somos iguales tú y yo. Tú eres luz y yo oscuridad, tú eres el vacío que yo quiero llenar, tuyo es el culo que quiero chichar. Me cantaba su canción y yo pretendía que no lo veía, quizás era una ilusión del calor y los mangos y el poco desayuno de la mañana.

Él era el castigo que tenía que recordar por serle infiel aunque no lo veía hace siglos, serle infiel aunque no estaba con él, no era su amiga hermana mujer esposa esclava novia ya hace mucho. Serle infiel por enamorarme de otro y darle mi cuerpo, lo único que pensaba que Nelson pensaba que tenía, darle mi culo porque ya no me pertenecía. Él se reía al ver que yo no podía dejar de mirarlo, era como un desastre en el Medio Oriente, como un terremoto en Indonesia, como un accidente fatal en Guajataca y yo reducía la velocidad para observa y preguntarme quién había muerto en el lugar de los hechos: ¿El o yo? Era lo que había deseado, ama de casa joven y soltera estudiando sin llegar a ser.

Nelson me decía que cantaría mis canciones en sus conciertos y gritaría que compraran mi novela poemario antología en la mesita de la entrada. Después decía que nos iríamos a nuestro apartamento que solo tendría un mattres tres mil libros 150 libretas una cantidad inmoral de bolígrafos su guitarra y la droga. Me perseguía y yo me sonrojaba por lo que decían sus letras. Me tomó por el brazo como Mil hace cuando me quiere besar y viré la cara pero me tomó fuertemente y, en un rincón que intentaba reprimir de mi cerebro, deseé que lo hiciera más fuerte y que me dejara marcas, que su mano quedara tatuada en mis nalgas, sus labios en mi pecho y el cuchillo en mi muslo. Sentí su mano entre mis piernas y su voz airada en mi oído. Repetía y repetía que había escapado sólo para verme una vez más. Ya no se enmudecía por sus drogas pastillas y le cantaría al mundo sobre cómo fue que le dije no.

Me tuviste una vez, quise sacrificarlo todo por esa y tú destruiste traicionaste heriste rompiste el corazón. Los escuchastes a todos menos a mí, no me besaste. Al final me ofendiste me ignoraste me golpeaste donde más me dolía, todo aquella vez.

“You’re strange and you’re beautiful…
I’ll put a spell on you, you’ll fall asleep
And when I wake you, I’ll be the first thing you see
And you’ll realize that you love me”
(Aqualung)

Estoy recordando la primera, que en realidad fue la tercera, porque la primera no teníamos condón y no quería la sangre. La segunda, no soportaba el dolor. Él se estaba mudando de apartamento y habíamos pintado su cuarto de azul y azul su techo y azul su cama y azul la ventana por la que se veía el cielo azul del resto. Fuimos en su auto azul porque no quería usar el mío porque su carro es mucho más nuevo y lindo y mucho más azul. Mil tiene un tatuaje azul en su espalda y quisiera que se tatuara bien grande Lisa para así estar segura que nunca me olvidará y que siempre recordará el vencimiento de mi virgo.

Cuando llega de trabajar huele a cigarrillos y a perfume barato de mujer con una mezcla de gomas y gasolina y ese olor me da sueño me da deseos, deseos de soñar su leche dentro y de crear un nuevo sapiens que será su última prueba de amor y la seguridad de la relación eterna con él. Su cuello es ancho al igual que su espalda y sus brazos grandes musculosos atléticos que podrían soportar mi peso en una mano y sus quizás –si necesita ayuda– en sus manos grandes frágiles delicadas artísticas. Cosa aparte: sus pies son más grandes que los míos y sus labios también.

Me siento feliz y me despido de las pastillas y de las sombrillas mentales para evitar la lluvia de la depresión cada vez que pienso en Nelson. Él me hace cosquillas y yo me río enloquecida y feliz porque él me ama y yo lo amo y nada me separara de él. Cuando me deje, lloraré y me humillaré porque sólo quiero ser el asiento para sus pies y la que está siempre ahí, de nuevo virgen, para que tome a una siempre en mí por el resto de su vida soy yo. Y me gusta enredar mis dedos en su pelo y en su pubis y sonrío. Lo tomo de la mano y nos vamos juntos a comer y él me llama Lisa, Lisa, bésame. Yo lo beso y vuelvo a retomar la novela pues tengo que salir bien en las clases si quiero poder seguir estudiando por el resto de mi vida y él me dice de nuevo, Lisa, deja de leer.

Nos detenemos por un helado y él pide de maíz. Yo de parcha. En el carro azul volvemos a su casa y allí sonrío de nuevo. Tiene en su cuarto una pintura azul y allí me veo más hermosa de lo que soy, estoy sentada en ropa interior y él esta allí, pero detrás. También hay una botella vacía de Gatorade condones usados cepillos navajas pinturas y su computadora. Me cuenta de cómo los dos somos más parecidos de lo que parecemos, yo con mi pantalla en la ceja y cabeza afeitada y él con pelo largo y azul y el tatuaje en la espalda.

Me pregunta por la cicatriz del muslo pero le digo que fueron locuras de juventud, locuras de amor, locuras que repetiría por él. Me besa la cicatriz y me zumbo de espalda hacia la cama azul y siento que su boca es como un niño mío recién nacido que llora y llora y mama de mi interior. Cuando está adentro, me abofetea y se disculpa pero aun así continúa más rápido y más rápido y me grita Te amo y yo sonrío sin llegar al orgasmo porque no necesito decirlo. Yo sé que lo amo. Entonces me dice Ahí se fueron mis bolas azules y, aunque él intenta, no llego al orgasmo y lo beso diciendo que está bien y me duermo en su cama azul temiendo serle infiel a él también.

“I am the most beautiful Boogie man
The most beautiful Boogie man
Let me be your favorite nightmare
Close your eyes and I’ll be right there”
(Mos Def)

Y empezará casualmente. Tendré la sortija de compromiso que me dará Mil en mi mano derecha pero a él no le importará. Él me verá con mi iPod Nano y me enseñará la suya. Como somos almas o cuerpos gemelos por tener la misma iPod el mismo deseo la misma canción y la misma clase. Me dirá que le gusta mi pelo que, afeitado, está pintado de rojo; como el suyo. Tendrá una pantalla en su labio, en la ceja y un tatuaje en el cuello, tendrá un bulto de cuero lleno de libros de música de calculadoras que no sirven y de lápices mecánicos sin punta. Después vendrán las miradas sospechosas en clase y después las excusas de grupos de estudio en su casa pero los únicos participantes seremos él y yo.

Bart entonces me hará sus chistes de superioridad intelectual ante todos y me enseñará sus dientes blancos y sus encías rojas: carne viva. Entonces, con su bolígrafo rojo me escribirá en el cuerpo su poesía y me tomará fotos que jurará nunca enseñar, luego irá a su cuarto con la bombilla roja y las revelará y las pegará en sus paredes junto a las noticias trágicas del mundo. Yo seré parte del mundo algún día, sí, pero después de estar en sus brazos.

Luego le diré que me voy a casar y él sonreirá y Bart me dirá que en el siglo once un monje llamado Andrés de Capellanus escribió que el matrimonio no es excusa para no amar. Entonces buscaré excusas para comprar ropa interior roja e iremos al motel, donde diremos nuestras excusas para no hacer nada pero yo no podré resistir el deseo de bañarlo en mi sudor y limpiar su testa con la lengua. Él me halará el pelo que no tendré y me ahogará, cansado, en su pasión. Luego me susurrará al oído cosas que nunca volveré a escuchar y le recitará poesía directamente a mi ombligo mi pierna mi pie mi labio y mis ojos.

Le dejaré una marca roja en la espalda donde mi uña le dirá que será mío y sus dedos en mi boca me dirán que yo era mía y lo mío volvía a mí. Entonces, cuando me vaya a besar, al final, lo abofetearé y volveremos a la cama, donde de nuevo violará mi garganta boca labios y yo lo obligaré a ser de nuevo mi hijo: tendrá, que salir de entre mis piernas. Su puño será lo único que entre junto a su lengua y luego suspirará porque deseará que yo sea suya. Al irme me pintaré los labios de rojo y le besaré todo lo que mis labios besaron anteriormente y le haré jurar que no se quitará la marca del lápiz labial Nunca te lo quites, Bart. Entonces me dirá Lisa, Lisa yo volveré a besarte y yo sonrío porque no tengo planeado que suceda de nuevo. Nunca más. Me pondré su camisa roja, que combina con mi pelo y volveré a casa, donde me espera Mil.

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