Escribe Héctor Rubén Cardona
Los ojos de Adán brillaban bajo las frondosas ramas del árbol del conocimiento. Eva, tendida en la grama paradisÃaca, mostraba la manzana con desparpajo e inusual provocación. El momento que el varón habÃa soñado. Se aproximó a la mujer con notable excitación y, a punto de penetrar los umbrales del secreto… ¡Otra vez la sombra del Omnipotente! Ya habrá tiempo de saborear el fruto prohibido.
Imagen: David Graux