Suena el timbre a las 12:30 p.m. como mismo sonó antes en la mañana… El olor a lápiz, a tiza y a un peo que se escapa y se seguirá escapando por lo siglos de los siglos. Pero es el sudor caracterÃstico de la hora y de las horas posteriores lo que hace que su miembro, en pleno desarrollo, fluya por el muslo como fluye un padre nuestro en la boca de una vieja. La maestra le mira y él suda, la maestra insiste y él baja disimuladamente la cabeza para ver el espectáculo que ella no deberÃa ver… Pero ese sudor… ese maldito sudor que corre el aire casi le asfixia de placer y con ligeros movimientos involuntarios, de cabeceo en cabeceo, va chocando con la mesa de su pupitre… La chica del lado le hala la camisa, él suda, se mira, la mira y ella le pide un lápiz. Pero él se fija en el ligero movimiento de los ojos de la niña. “Me está mirando, se ha dado cuentaâ€. Se vira, no se contiene, suda más, se pasa las manos por la falda y es entonces cuando: “Todos me observanâ€. Pero se toca, se acaricia, porque ya no existe aire, ya sólo huele el sexo de sus compañeros, sus entrepiernas, sudorosas todas, sus axilas… La maestra vuelve a mirarle, lo señala: “Haz el próximo ejercicio en la pizarraâ€. Suda, suda más, la maestra le mira impaciente, todos le miran, ahora sÃ, con seguridad: “Todos me observan  Sale corriendo del salón con el bulto enfrente… corre y aumenta cada vez más su velocidad como si con ello disminuyera su vergüenza… Entonces se detiene y piensa: “Para qué corro, si dios siempre me está mirando, mi madre dice que está en todos lados… soy un puercoâ€. Y llora como tratando de, con sus lágrimas, limpiar su alma tan llena de impurezas… pero, ese olor… Y mirando hacia todos lados, se halló solo y dijo: “Bueno dios, ahora sólo estamos tú y yoâ€â€¦
Imagen: Jean-Michel Basquiat