Escrito por Pepe Liboy o José Liboy Erba
No es lo mismo ir a la guerra de cualquier forma, que vestirse de una manera especial para ir a pelear y hasta hablar con un tono particular. Es curioso que la discusión de Tom Wolfe sobre el programa espacial norteamericano, que empezó como un intento de la Fuerza Aérea de traspasar la atmósfera con aviones, se hablara mucho de las vidas domésticas de los pilotos. El problema del programa era en cuánta medida las nuevas condiciones de vuelo podían permitir la participación de la voluntad del piloto. El programa espacial en sí elimina el elemento volitivo. Es como si en el heroismo de Martí, nos viéramos obligados a restar el elemento ético.
La descripción que Martí hace del poema, esa vestidura épica del poema cotidiano, y sobre todo, del problema del poeta profesional, convierte el ejercicio de la forma en una discusión de los elementos no volitivos de la vida moderna. Me parece que la elección de una forma heroica, para la descripción de los problemas veniales de la literatura, lo que señala es ese pensamiento de lo moderno como lo incondicionado, lo moderno como lo libre sin discusión, si el ambiente que se describe es venial o doméstico.
Ahora, podemos ver lo post-moderno como lo condicionado, es ya la experiencia de una vida sin voluntad en el espacio. Ese espacio lo identifica el poeta con el espacio de la ciudad. La ciudad es la vida condicionada. Martí llama a esa vida la vida sin sentido. Para él, todo lo pleno perece en la urbe, pierde significado, y la experiencia del poeta es la experiencia de la muerte.
Yo propongo el poema martiano como un barrunto, para usar las palabras de un poeta de los noventa, González. Lo que tiene el poema libre de apasionante es el hecho de que la palabra poética no esté preparada para una experiencia de lo condicionado. Como se nos ha enseñado que la poesía es libertad, no podemos expresar la experiencia post-moderna con las palabras de la libertad. Pero me parece que Martí lo advierte. Ya en su poesía las palabras de la libertad, las palabras éticas, están desnaturalizadas por la experiencia de una forma poética. Es como si nuestras expresiones cotidianas, en el acto de la escritura, entraran en contacto con ese espacio exterior que doblega nuestra capacidad de tomar decisiones. La gran pasión del poema martiano es la expresión de la libertad en ese ambiente condicionado de la ciudad, y lo interesante del resultado. Por ejemplo, está ese poema del padre suizo que hunde a sus hijos en un pozo, y luego se quita la vida, a quien Martí relaciona precísamente con las estrellas. Veamos el verso:
Ve!- que las seis estrellas luminosas
Te seguirán, y te guiarán, y ayuda
a tus hombros darán cuántos hubieran
Bebido el vino amargo de la vida!
No es la única referencia de Martí al espacio exterior, pues de hecho hay un poema, Astro puro, que reitera el tema de la voluntad en relación al cielo, y es una relación del espacio con la muerte. Pero lo que a mí me interesa señalar es el problema de la voluntad frente a la experiencia de lo condicionado. Es la llave al Martí post-moderno.
Hay estudios de astrología que son barruntos del determinismo biológico. Se puede tomar a este poeta desde esos estudios, leer el poema desde la astrología judiciaria, o ver el espacio y los astros como límite o condición. La cuestión es que ya el tema está presente en esta poesía. Y me parece que la elección del verso heroico lo que hace es intensificar ese drama de la pobreza de nuestros recursos intelectuales, frente a las leyes que condicionan la existencia.
En Martí hay esa perpetua oscilación, esa paradoja extraordinaria, espacial, que por un lado afirma la libertad frente a lo inmediato cotidiano, como si ser libre no pudiera implicar lo venial, lo inmediatamente comunicable, y por otro lado, la pobreza de recursos de esa misma libertad en el gran espacio de la ciudad. Sujeto sin interior, pues su libertad se afirma contra lo venial, doméstico, pero al que tampoco una exterioridad conviene, que se deshace en la ciudad y en el espacio.