Especial para Estruendomudo
Cómodamente detrás de mi seudónimo puedo hablar sin tapujos sobre lo que me venga en gana. El anonimato parcial sirve de coartada para emplear el verbo en menesteres sensitivos y hacer denuncias, algunas importantes, otras casi irrelevantes. Hoy no me queda gasolina en el tanque para criticar estilizadamente. Lo que me atrae al teclado es la repulsión que siento. Luego de disfrutar de un filme desgarrador y hábilmente relatado como North Country, estoy convencido de que estamos jodidos.
La cinta protagonizada por Sissy Spacek, Frances McDormand y Charlize Theron cuenta la historia de unas mujeres que decidieron laborar en las minas de Minnesota -en las postrimerías de los años ochenta- y las torturas que soportaron gracias a un código simple: “There are certain things and places that are not for women”. Gracias a este lema cavernícola simplón, las gigantescas zanjas desde donde se extraen metales se lograron convertir en un infierno gobernado por una cofradía de simios con el I.Q. de una lechuga. Un mundo donde no sólo se le extirpaba el plusvalor al obrero, sino en el que también se le robaba la dignidad y se “minaba” el orgullo de cualquiera que tuviese más estrógeno en el cuerpo.
La genialidad de esta película no radica necesariamente en las actuaciones estelares ni en los parlamentos memorables. Más bien se puede ubicar en la capacidad para hacernos pensar en nuestra cotidianidad. En aquellos instantes cuando realizamos un comentario sexista, soltamos una carcajada ante un chiste misógeno o nos dejamos de preocupar por la violencia. El sayo nos cae a todos por igual pues reproducimos discursos y consentimos actos asquerosos con la ignorancia, el silencio o la aceptación tácita (sin mencionar a aquellos que levantan un puño o sueltan un insulto hiriente como práctica común).
Como toda propuesta de cine mainstream, al final unos ganan y otros pierden. Sin embargo, en este caso, el personaje de Josey Aimes (Charlize Theron) elude el fácil desenlace pues aunque todas las cortes del mundo le den la razón, ella seguirá viviendo en carne propia las múltiples humillaciones a las que fue sometida y seguirá viendo en el espejo las cicatrices que no fueron denunciadas. Ciertamente, hay lugares donde la justicia no puede ser ejercida.
Es este terreno donde debemos ejercer un arma posiblemente más efectiva: la indignación. Creo que más allá de la solidaridad blandengue con la que adoptamos causas, tenemos que empezar a demostrar disgusto con las eternas injusticias que presenciamos y avalamos. No se trata necesariamente de organizar una marcha al capitolio o abogar por la firma de una proclama; más allá de todo esto, tenemos que comenzar a pensar en nuestras contradicciones y las oportunidades para analizarlas. En vez de enfilar todos los cañones hacia el reggaetón y No te Duermas, es hora de no soportar los comentarios simples que se convierten en conatos de hostigamiento. Tenemos que empezar a indignarnos por lo más mínimo, pues lo más grande hace rato que pasó con ficha.
Tomás Redd™ es asiduo colaborador de Estruendomudo. Recientemente obtuvo el Ier premio Silverio Pérez por la Mejor Trova Ay Bendito Puertorriqueña. La ceremonia se condujo en forma secreta en el barrio Castañer, que aún aspira a ser municipio. Después de los actos formales, se le vio en el Nuyorrican Café bailando samba con Mick Jagger.