Rutinas del regreso: Detalle de autorretrato en XIII píxeles desorganizados



I.

Espero de pie
para que me devuelvan
mi estado abúlico.

Vivo del desengaño.

II.

Si recurro al baile desenfrenado
sobre las planchas de madera
es porque no tengo más remedio
que entregarme a la rutina.

Escapo de la posibilidad
de nuevas ceremonias.

III.

El tema
reaparece
al doblar la esquina.

Huyo de las sombras,
pero no me libro.

IV.

Hoy insulté
a dos poetas
mordí carne podrida
le hice juego a la publicidad
fui cómplice de la lujuria
ajena.

Forcé un encuentro indeseado,
maldije.

V.

No estoy de acuerdo con ciertos veredictos.
Su incertidumbre me desvía
la opinión
hacia actos de desafuero,
a la vanidad de las vanidades,
a la competencia de las competencias,
a la miopía intrínseca de todos los jurados.

VI.

El funcionario
alardea de su vigésimo aniversario
como vegetal encorbatado,
urde
con periodistas maquiavélicos
una hazaña política.
Se abren las candidaturas para administrar
el circo y sus millones.

Hay que alimentar los buitres,
pero sólo divisa siete tetas
llenas de la leche disecada.

Es una lástima,
dicen que la rapiña
está dispuesta a devorarlo todo
pero que es alérgica a los lácteos.

VII.

Si la distancia
indiferente
es inversamente proporcional
a la cantidad de blogs que se ocupan
del desastre de Louisiana,
y a lo que proyectan
Fox, NBC y CNN,
entonces tengo posibilidades
cero
de sobrevivir
la inundación
con tono blues
en el refugio de estos
versos.

VIII.

Un tecato de Santurce
rompe el cristal
de mi vehículo.

Siempre nos quedará el metro de París,
pienso,
y el Plavica de la parada 18 –menos mal:
reparamos parabrisas
sólo debe esperar en sala…
en un momento
lo montamos nuevo
y el recuerdo de la pérdida
quedará
desempañado.

IX.

Diva de baños curativos y cápsulas pedagógicas
en medio televisivo
sale del aire.

Benditos serán los humortivadores que la sustituyan
en su defensa de lo nuestro.

Dicen quiu
y se escucha a lo lejos

una risotada.

X.

Hay momentos trascendentes
en que no se escoge bien,
uno podría
dedicarse a la experimentación científica embrionaria,
a la búsqueda de editoriales alternativas
que estén dispuestas a publicar
obscenidades,
o a la inútil tarea de lavar una bañera de porcelana.

XI.

La fuerza trabajadora puertorriqueña
asciende
a 1,284,001 asalariados
clasemedieros
con aspiraciones pequeñoburguesas.

Si me dedicara a los servicios de la abogacía
comprometida
con las luchas obreras
ya tendría
una clientela numerosa y
definitivamente
cautiva en primera instancia.

XII.

La gorda de Botero,
desnuda
(excepto por el chal verde chatré
invisible
que le abriga el cuello)
se asoma a la ventana.

XIII.

Una madre puritana -un Whistler
que duerme en el Louvre
contradiciendo
la estética victoriana, fortaleciéndola-
descansa tranquila.

No tiene pesadillas a pesar de que la acecha
el oxímoron del arte.

Entre negros y grises
contempla la lejanía
colorida

pero vieja y arrugada.

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