Pornógrafa y premiada. La necesidad de criticar la critica literaria

No suelo reproducir en este chorro de tinta perdido en el espacio las criticas literarias que publico en el periodico El Nuevo Dia. Sin embargo, hago excepcion por ser esta la primera que publico en la nueva revista literaria de ese diario, LETRAS, que puede ser accesada a traves del Internet: www.endi.com

LETRAS se publicara cada quince dias -los domingos- y recibe criticas de los lectores a traves de la siguiente direccion cibernetica: revistas@elnuevodia.com

Haga que su voz cuente, no lo deje para magnana.

Pornografa y premiada: Comentario sobre " La pianista", de Elfriede Jelinek
Domingo, 12 de Junio de 2005
Revista LETRAS
El Nuevo Día
Por Manuel Clavell Carrarasquillo

La Academia Sueca le ha entregado a una pornógrafa el Premio Nobel de Literatura correspondiente al año 2004. Sin embargo, a pesar de que se podría pensar que una fanática del tema del exhibicionismo público y el sadomasoquismo privado es por naturaleza una persona desinhibida, Elfriede Jelinek (n. 1946), austríaca, ex militante del Partido Comunista y con una refinada formación universitaria en música clásica, ha recibido el galardón -dotado con una suma millonaria- en su casa, alegando que padece de fobia social.

La Academia justifica la más reciente elección de la decana de los escritores a través de un escueto comunicado de prensa que indica que ha sido escogida por "el flujo musical de voces y contravoces de sus novelas y piezas teatrales en las que, con un sello lingüístico extraordinario, revela el absurdo de los clichés sociales y su poder subyugante". Nada se sugiere en dicho laudo del carácter ácido y pornográfico de su literatura, tan alejada del "realismo social edificante" de José Saramago (Nobel 1998), el "preciosismo lírico" de Gao Xingiang (Nobel 2000), la "mezcolanza étnica" de V.S. Naipul (Nobel 2001) y el "rigor universitario" de J.M. Coetzee (Nobel 2003).

Han llegado la mujer y su serpiente al exclusivo club de las letras internacionales para sembrar la discordia y desestabilizar todos esos malentendidos, que en no pocas ocasiones se instalan en la mente de los lectores. El Premio Nobel de Literatura supone una marca de bien que distingue a los mejores escritores del mundo; un grupo de camaradas cultos que se especializan en retratar el comportamiento humano con el propósito de mejorarlo. La mayoría piensa que el Nobel es símbolo de la palabra escrita puesta al servicio de la redención -sin más- de todas las causas perdidas u olvidadas.

Lejos de todo este simplismo que enmarca las notas de prensa que se publican luego de la concesión del premio, los lectores tienen ante sí un universo literario mucho más complejo, en el que pueden explorar las fisuras de las intenciones "izquierdistas" de la Academia. Por ejemplo, la novela "La pianista", de Elfriede Jelinek, no puede ser encajonada en un plan político de la autora para que a los lectores se les revele -sin más- "el absurdo de los clichés sociales y su poder subyugante".

Este texto constituye un ejercicio de sadomasoquismo virtual. La narradora hace que los lectores observen el proceso de construcción de una madeja de crueles relaciones humanas entre tres personajes principales: una maestra de piano del Conservatorio de Viena, su madre despótica y su amante, que es -nada más y nada menos- uno de sus estudiantes. Como todo acto sadomasoquista, la lectura de esta historia escandalosa y maldita (homenaje feminista póstumo al Marqués de Sade y a Sacher-Masoch) reproduce la ambigüedad del deseo. De un lado, los lectores buscan un rato de ocio placentero tocando el libro con sus manos y, de otro, se verán tentados a lanzarlo por la ventana o destruirlo, debido a la rica repugnancia que provoca el avance de la mirada.

Erika Kohut y Walter Klemmer, la profesora y el alumno, quedan enfrascados en una furibunda lucha generacional (ella tiene treinta años y el dieciocho), sexual (ella quiere poseerlo primero y él también a ella), política (ella tiene que salvaguardar las apariencias y él quiere gritar su amor a los cuatro vientos) y estética (él siempre preocupado por la interpretación musical que conduzca a la emoción, ella obsesionada por la inteligencia, la disciplina y la técnica).

Estos enfrentamientos desatan una sucesión de actos muy violentos -en los que participa la madre-, a través de los cuales los lectores van descubriendo las perversiones que tienen que ver con el "ligue" en los parques de la ciudad, el desbordamiento de la sangre vaginal de la dama que se corta por odio y por placer, la masturbación a plena luz y el maltrato psicológico convertido en gozo durante sesiones de golpes y malas palabras. Todo ello constituye diversos traspasos de la línea fina entre el respeto, el abuso, la adoración y lo abominable.

Aunque esta novela ha llegado al cine, el séptimo arte no puede llevarles ciertos detalles a los espectadores. El cine sólo puede encargarse de una parte de la historia; la morbosa. En esa línea del cine, la narradora de la novela expone, como si fuera una guionista, que "ambos protagonistas iniciarán el montaje de una escena de amor, ellos dos solos, sin comparsa, únicamente los protagonistas, la protagonista resistiendo la pesada carga del protagonista". Sin embargo, lo que sucede después, que es la apertura de otra puerta a la imaginación, sólo puede ser percibido a través de la escritura. La narradora dice que "de acuerdo con las circunstancias, Erika se desprende de su calidad de persona. Como un artículo de regalo envuelto en un polvoriento papel de seda sobre un mantel blanco". Las dobles intenciones de la dominadora que propone "que la envuelvan" y el dominado que "recibe el paquete" y obedece, junto con sus dudas y sus poderes egoístas ejercidos o frustrados, sólo están impresas en la novela.

De esta forma, la tesis que sustenta que se trata de un trabajo pornográfico -sin más- va cediendo también a las presiones de la ambigüedad ya que, lejos de la presencia de un pedazo de piel erotizado en una repetición digital hasta la náusea, el texto escrito alude a un erotismo intenso y con varios desenlaces. Es un erotismo desbaratado en secuencias híbridas, adornadas con el esperado y repudiado juego de pudores y descubrimientos, "átame y desátame", al tiempo que la narradora "reflexiona" sobre la psiquis de los personajes, dominados por los "imperativos irracionales y malvados" de la seducción y los impulsos más bajos.

El término reflexión no es del todo adecuado para señalar la intervención de la narradora en los momentos de más crudeza que, como en la obra de Coetzee, llegan a la violación sexual. Más bien se trata de imposiciones suyas sobre las patéticas marionetas que maneja; que son los personajes y también son los lectores. Una declaración como ésta: "El amor es en esencia aniquilación", puesta en un mar de párrafos en los que Jelinek ensaya el terrible desenlace del estudiante y la pianista, es más bien un dictamen de "racionalidad salvaje" lanzado en medio de la jungla. Erika hace trizas la masculinidad de Walter y viceversa. Si amar al otro -inevitablemente- es "acabar con él", ¿entonces dónde están las capacidades revolucionarias del amor? ¿Qué se puede hacer para salvarse después que se descubre la impotencia?

La literatura, para Jelinek, no es un catálogo de respuestas como las que se encuentran en los manuales de teología y autoayuda. Para ella, la escritura es una forma de lanzar sal sobre las heridas. La vida desdichada de Erika Kohut -una heroína que también es villana- sirve para plantear varias claves generales: la pornografía difícil es una opción literaria que puede ser premiada, la pasión puede ser hermana gemela de la posesión destructiva, la represión puede ser una trampa de la mente muy erótica (forzada desde "afuera", sostenida desde "adentro") y la transformación del ser tiene un precio alto; los golpes y la incomprensión de uno mismo contra sí y los demás seres humanos.

200 años de literatura y periodismo en Puerto Rico

Convertido en una "selva" el Cuartel General
Por: Tomás De Jesús Mangual
Redactor EL VOCERO
Publicado el 11 de junio de 2005 (www.vocero.com)

Las inmediaciones del Cuartel General en Hato Rey prácticamente han quedado convertidas en una “jungla” de animales salvajes desde que en el estacionamiento conocido como “Los 40”, donde gran parte de los empleados civiles y policías estacionan sus vehículos, una jauría de perros salvajes se ha ‘adueñado” del lugar atacándolos cuando se disponen a abordar sus automóviles e incluso corriéndolos a mordiscazos con los colmillos por fuera por todo el sector. Esto sumado a que gigantescos lagartos verdes de más de 6 pies de largo que con sus excrementos dañan los autos de los empleados civiles y policías del Cuartel General, así como una manada de cabros que entra a las facilidades de esta dependencia policiaca a comer pasto, deja ver un parecido claro de que allí se está en una “jungla”. Renato Cano Rodríguez, director de la Oficina de Información Pública de la Policía, dijo ayer viernes a EL VOCERO que inclusive él fotografió recientemente a tres cabros salvajes “pastando” en el interior de las facilidades del Cuartel General que dan a la Avenida Roosevelt de Hato Rey. También Cano Rodríguez dijo que ayer viernes mismo vio tres gigantescos lagartos de más de 4 pies de largo caminando por las aceras dentro del Cuartel General, lo que provoca pánico entre sus empleados.A esta “selva” se suman los perros realengos que parecen “lobos” y que mantienen bajo terror a los policías y empleados civiles en el llamado estacionamiento “Los 40” ubicado al lado de las facilidades del mismo Cuartel General. Policías y empleados civiles que se acercaron ayer a EL VOCERO a manifestar su preocupación por estos perros satos realengos que los aterrorizan, aseguraron que se han comunicado a través del 9-1-1, para que envíen personal del Municipio de San Juan a recogerlos y llevarlos hasta albergues de animales capitalinos, pero no se ha tomado acción alguna hasta el momento.“Si me trata de morder uno de esos perros salvajes, y yo lo mato con mi arma de reglamento a quien me botan de la Policía es a mí” sostuvo una agente policiaca que no quiso identificarse a EL VOCERO en medio de esta dramática denuncia.

Carlos Fuentes ofrece primeros auxilios

Deja que tu nostalgia emigre, todos tus cabos sueltos; comienza, todo los días, en el parto. Y recobra la llama en el momento del rasgueo contenido, imperceptible, en el momento del organillo callejero, cuando parecería que todas tus memorias se hicieran más claras, se ciñeran. Recóbrala solo. Tus héroes no regresarán a ayudarte. Has venido a dar conmigo, sin saberlo, a esta meseta de joyas fúnebres. Aquí vivimos, en las calles se cruzan nuestros olores, de sudor y páchuli, de ladrillo nuevo y gas subterráneo, nuestras carnes ociosas y tensas, jamás nuestras miradas. Jamás nos hemos hincado juntos, tú y yo, a recibir la hostia; desgarrados juntos, creados juntos, sólo morimos para nosotros, aislados. Aquí caímos, qué le vamos a hacer. Aguantarnos, mano. A ver si algún día mis dedos tocan los tuyos.

-Carlos Fuentes. Fragmento sanador de "La región más transparente".

Si tenés algo que decir, decílo con fotocopias

La ficción está muerta: ¡Vivan las noticias!
Por José Bellas, Sí (Clarín)

Durante tres años, Juan Terranova se dedicó a recortar de los diarios las historias más inverosímiles. Con ese material, tardó menos de tres meses en escribir su primera novela, El Caníbal, un debut que le valió los pulgares en alto del maestro Juan José Saer y tiene una tesis de lo más provocativa: la ficción está muerta. Entre el sampler y el discurso televisivo, Juan sostiene que "no se puede escribir hoy sin ignorar MTV ni dar como un hecho que el Family Game no es un disparador de emociones del calibre de La Divina Comedia".

Vecino de Almagro, a Terranova le interesa que su literatura suene como el "Hello Nasty" de los Beastie Boys. Ser un DJ de las Letras. "En mi vida, Kurt Cobain es tan importante como Nietzsche o Montaigne. Cuando Nirvana tocó en Vélez salí pensando que había estado malísimo. Pero al mismo tiempo estaba eufórico: ¡Es mejor que los Sex Pistols! ¡Es mío, no de un viejo de 50 años!".

Ex boxeador aficionado, colabora con la revista Tres Galgos y tiene una pre-novela llamada El Coleccionista compuesta por fotocopias de collages de historietas y textos críticos. O sea, el do it yourself del punk aplicado a la literatura. "No es excusa que las editoriales no publiquen autores jóvenes. Si tenés algo que decir, decílo con fotocopias. Como están las cosas, el libro es un lujo…"

Cuatro imágenes de la UPR retratadas ayer

Una chica material, peliteñida, que cruza la plaza central de la Facultad de Humanidades cargando en brazos un libro color plateado cuyo título lee, simplemente, "The Cell".

 

Un grafitti espantoso, frente al Teatro, clausurado hace más de diez años por mal manejo de fondos públicos y pésima administración de las artes, que dice, en letras negras: "Arte en la calle. Que nunca suba el telón".

Un ex-alumno que mira a las chicas pasar comiendo frutas frescas con granola, miel y yogurt en un envase de plástico envuelto en papel de aluminio, en la misma plaza, que estaba hermosa, repleta de árboles verdes, destellos candentes de sol y caras despreocupadas del cansancio del día de ayer.

Un grupo de estudiantes del Comité Unido Contra el Alza de la matrícula (CUCA), sentados como niños de bien, reunidos, frente al patético Museo de Arte, Historia y Antropología, escuchando atontados a su líder vociferante, planificando la próxima "huelga preventiva", como si las tres imágenes anteriores no fueran suficientes para convencerse de la estupidez de cerrar nuevamente, en agosto que viene, lo poco que nos queda campante -más allá de la bancarrota- de la universidá del himno a la vida y el placer de aprender.

Estupidez e hiperviolencia: La política de las pequeñas diferencias

Dos sucesos que ocurren hoy en el contexto de las letras puertorriqueñas me hacen regresar al último libro del profesor de sociología, Arturo Torrecilla, doctor de la Universidad de París y catedrático en el Recinto de Río Piedras de la universidad del Estado.
I.

 

De un lado, un grupo de poetas y escritores, presididos por Reynolds Emmanuel Andujar, joven dominicano de visita en la isla en estos días, decidimos acudir al recital de poesía, denominado de “micrófono abierto”, que se da todos los domingos por la noche en el Nuyorrican Café del Viejo San Juan.

Dicho ritual recital tiene lugar en un espacio de culto etílico-macharrán, donde suenan los cueros de nuestros ancestros negros y donde los danzantes recurren al arrebato del éxtasis cocolo a la hora de soltar sus frustraciones laborales, familiares y patrióticas buscando la diversión, desquite y relajamiento que promueve el juego.

Por esta razón, principalmente, la "poesía urbana" hace su agosto y el público pide líricas políticas, de contenido social y relajón del desastre comunitario que nos rodea como sociedad en plena crisis postindustrial, para resumirla en una sola palabra táctica.

Así, se canta a la mujer deseante en cuanto agente de la “lucha” y al hombre enamorado en cuanto artífice de “cambios”. De ahí que la poesía romanticona de Andújar fuera recibida con agrado por la inmensa mayoría de los presentes, quienes lo aplaudieron con sinceridá. No así la delegación boricua de poetas urbanos, que lo aceptaron con recelo, debido, quizás, a que su postura estrictamente “corporal” les plantea competencia: Las jevas universitarias lo adoran. Es un negro que habla lindo y para colmo es bello.

De esa primera mueca del rechazo se desprende la segunda. Nos acompañaba el poeta lírico-hermético Marioantonio Rosa, quien pidió un turno ante el micrófono y el público. Su petición no fue denegada por los organizadores, amigotes "cheerleaders" de la facción “urbana”, sino que fue pospuesta, es decir, dejada sobre la mesa para que el tiempo se encargara de matarla.

El resultado de la “dejadez” oficialista, en ese antro “revolucionario” ha sido la imposibilidad de que la palabra distinta, la delicadeza femenina de la poesía de Marionatonio y su torpeza antirrealista, y por ello antipática, pueda ser escuchada en el Nuyorrican Café, reino de los contra-gente-aburrida-con-palabras-bonitas.

No me fui del sitio sin preguntar las razones de la exclusión a los rectores del orden. Recibí un “no hubo tiempo en esta ocasión, será en la próxima”. Nada más lejos de la verdá, muchos de los poetas de metralla tuvieron dos oportunidades al bate y leyeron o recitaron de memoria varios poemas. La excusa es monga. La intención de la censura, muy obvia.

II.

Un grupo de profesores de la Facultad de Ciencias Sociales y la Facultad de Estudios Generales, agredidos por su postura antihuelgaria en la reciente huelga universitaria, donde un ínfimo grupúsculo de estudiantes cerró los portones de la institución postsecundaria en protesta a un aumento en las cuotas de matrícula, declara una conferencia de prensa en el Recinto de Río Piedras.

Allí reunidos frente a las cámaras del noticiario de la televisora del Estado, los profesores fueron interrumpidos por un grupo de estudiantes de la minoritaria facción huelguista con gritos y cuestionamientos.

A pesar de ello, los profesores, entre los que se encontraban la profesora Madeline Román, Jaime Benson, Ricardo Cobián Figueroux y Arturo Torrecilla, entre otros, pudieron integrar la discusión de los actos interruptores del diálogo a sus reclamos de invasión de los intolerantes a la tarea docente. La turba les sirvió de ejemplo y las cámaras retrataron a los violentos.

Fueron amenazados allí mismo, frente a los ojos del pueblo, tal y como han sido amedrentados durante estos días posthuelgarios en sus salones de clases, en los pasillos y los espacios públicos de la universidá. Los huelguistas “los están velando”. Los están intimidando, sólo por "estar" en contra de la huelga.

III.

Procedo a citar dos párrafos del libro de Torrecilla, La ansiedad de ser puertorriqueño: Etnoespectáculo e hiperviolencia en la modernidad líquida (Ediciones Vértigo, 2004), que pueden se útiles para abordar estas manifestaciones:

“Perdida la épica que vanagloriaba al metasujeto del soberanismo, cada sujeto étnico se convierte, por así decirlo, en su propio Estado. Nivelado, igualado el individuo en el hecho de participar de la muerte extrema, la limpieza étnica se despide del héroe, se economiza la figura ejemplar premoderna que éste emulaba. Ni mártires ni santos, la tendencia es a la equivalencia de la pequeña diferencia. La pequeña diferencia es sobre todo insignificante y, por ello, compartida de modo semejante. Interpela en un arco de una media, de un promedio. No busca realizar un arquetipo, un adalid, reanudando en una figura ejemplar para imitar a distancia, sino que ésta reactiva una uniformidad pretendidamente compartida, que es exacerbada en la virulencia hacia aquello que no contenga la marca de la apropiada identidad.

“La violencia étnica llenaría de este modo una temporalidad en cuyo paroxismo se economiza la sujeción cronológica y lineal del tiempo historicista de la modernidad. La hiperviolencia etnonacionalista acelera así una diferenciación de identidades que, siendo a veces tan tenue y, ante el lazo que las unía, sobresale en su ejemplaridad a fin de inflar en un sobresalto histérico, saturándolo, ‘el narcisismo de las pequeñas diferencias’ freudiano, entre el grupo étnico liquidacionista. Su cualidad de violencia extrema no significa que se trata meramente de un exceso. Es su prodigalidad misma la manera de llenar el vacío excediéndolo. Aparentemente, convertido en residuo dejado atrás con el contractualismo, la violencia ocupa el lugar de lo que no puede ser significado ante un desacoplamiento. Esta logra saturar en una lógica impecable e implacable la diferenciación de identidades cuando hay crisis, larvada en la capacidad misma de significación, de asignación de posiciones de sujeto en una estructura en proceso de dislocación".

IV.

De estos hechos y de esta teorización se desprenden las siguientes conclusiones:

1. El etnoespectáculo de la boricuada charra ha penetrado -hace tiempo- al interior de la academia y el arte puertorriqueños.

2. La hiperviolencia étnica, lejos de manifestarse en tierras lejanas de la fría Alemania nazi y los partidos de fútbol de la liga española, donde le gritan gorila al mítico jugador brasileño Ronaldo, ocurre en nuestra isla borincana con la misma sutileza, digamos micropolítica, con perdón de los estreñidos de vocabulario, con la que los intelectuales arios sancionaban la entrada de los judíos al horno con música clásica de fondo.

3. Los intelectuales del patio, en este caso los poetas “urbano-revolucionarios”, y los estudiantes, son los protagonistas de actividades excluyentes a todo lo que no concuerde con su rabieta de imponer la “uniformidad pretendidamente compartida”.

4. No existe diferencia, más allá de la semántica, entre el lema “Muerte a los dominicanos” y los lemas “Muerte a los profesores posmodernos” y “Muerte a los poetas líricos”.

5. En el contexto postcolonial del Estado Libre y Asociado de Puerto Rico, el entendido nacionalistoide es el que echa a rodar el andamiaje de la exclusión intelectual que estamos presenciando, que “sobresale en su ejemplaridad a fin de inflar en un sobresalto histérico, saturándolo, el narcisismo de las pequeñas diferencias”.

6. Contra la hiperviolencia étnica aquí reinterpretada no hay remedio fácil ni jurídico. El Nuevo Código Penal condena la xenofobia y los crímenes de odio, pero, a pesar de este “avance” de la letra, para las situaciones descritas aquí -por constituir excepciones a la regla- no existe causa procesable en nuestro ordenamiento.

7. Sólo resta la denuncia, a través de la palabra y la diseminación del discurso. La objeción de conciencia, la oposición creativa, la defensa de la libertad de expresión, la pérdida de toda esperanza de mejora ante el avance de las hordas que buscan “asignación de posiciones de sujeto en una estructura en proceso de dislocación”.

8. La tarea de la crítica, entonces, apunta hacia la identificación de dichas posiciones, de un constante análisis de a dónde es que trepan estos trepadores. Si no los podemos bajar, entonces habrá que deconstruir sus escaleras.

9. Los huelguistas universitarios van derecho hacia el “prime time” de los noticiarios y los puestos gubernamentales del ELA, incluyendo las divisiones legales de las uniones obreras. Los poetas “urbano-revolucionarios” quieren seguir bebiendo y quieren más aplausos. Señalemos lo siniestro de su patético abrazo solidario.

10. Nuyorrican Café, Facultad de Ciencias Sociales, Facultad de Estudios Generales son los criaderos de los pichones fascistas, cosas veredes, Sancho, los izquierdosos de a pie y boca de jarro ahora recurren en esta isla a las tácticas de Franco.

11. Puertorriqueños primero, idiotas después, éste es el dilema.

12. La expresión artística y la expresión pedagógica han sido secuestradas en esta tierra del Caribe por la "profilaxis del menor riesgo". Gritar y dejar fuera, las dos caras de la vagancia intelectual y política más extrema.

Manuel Clavell Carrasquillo
Escritor, estudiante

“Si cada inteligencia tiene su estupidez… la mediocridad difumina la frontera entre la inteligencia y la estupidez en el presente. Es la mediocridad, si se prefiere, el actual dispositivo condensador del populismo espectacularizado, del antintelectualismo cínico y de la puertorriqueñidad políticamente correcta… Perdidas las grandes certezas y seguridades del mundo, la mediocridad se constituye en la política intelectual del mínimo esfuerzo, en la profilaxis del menor riesgo”. (A.T.)

Resignación

El patrón de las manchas solares cambia cada once años, y eso nos afecta acá, en la playa de El Condado, a donde llegamos con nuestras camisillas y nuestras cremas bronceadoras para evitar la quemazón. Las gafas oscuras procuran que los ultravioletas no nos lastimen las retinas, mientras miramos hacia el horizonte perdido entre el cielo y el agua del mar.

Después de la resaca, lo mejor es huir hacia la orilla, descamisarse y lucir los músculos pectorales para que el salitre los acomode en justa perspectiva: el ocio y la tranquilidad oceánica provocan su relajamiento; la toalla sobre la arena que extiende la vecina y su guiño cómplice son una buena señal.

Noto que le falta un anillo a Neptuno, quizás el meteorito que lo impactó anoche lo dejó sin tracto sucesivo en medio de la obligación de circunvalar al gigante de la galaxia, gaseoso y gélido, todo lo contrario a nuestra envidiable posición estratégica como Isla Feliz del Gran Caimán.

La gran cocoroca dice cro, cro, cro y mi pensamiento playero desemboca en tantas cosas lindas: tengo una relación concubinaria estable, que se da el lujo de pasearse a las dos de la mañana de un miércoles cualquiera por el supermercado Pueblo De Diego. Además, mi familia me quiere: el otro día supe que mi hermana me puso como beneficiario de su seguro de vida laboral. Estoy saludable, mido seis pies con dos pulgadas, me fugo los domingos por la tarde a jugar fútbol en la cancha de la avenida Doménech y les doy palmaditas en las nalgas a los muchachos luego de que uno de ellos, cualquiera, anota un gol.

Leo la última novela de Zoé Valdez mientras el calor va apretando y el mesero del guest house me ofrece una Corona más. El noticiero de la madrugada anunciaba lluvia, pero fue falsa alarma, acá las olas están serenas, el agua está tibia y a los bípedos barbudos del exterior los invitamos a turistear.

La calma y la paciencia no son virtudes que me caractericen, por eso se me hace tan difícil reconocer la belleza de un pistilo que se desgrana de polen al viento, o de una caracola con interiores de nácar que se reflejan sobre mis gafas de astronauta vacacional. Tampoco suelo ser listo a la hora de decirle a mi marido que la resolana me mata, pero me gusta, porque tiñe las nubes con un anaranjado rojizo muy especial.

La naturaleza de mi trabajo me convierte en un ser desagradable, a veces, sobre todo cuando me toca repasar el inventario antes de cuadrar. Soy contador de tiendas por departamentos. Mi primera experiencia tuvo lugar en el Centro Comercial De Diego, en el pueblo de Río Piedras, qué recurrente ese prócer, donde ayudaba a Mamushka a contar pinchecitos de pelo, lacitos, peinillitas, corazoncitos de quincalla dominicana en gracia con la oficina de impuestos y patentes municipal.

Ahora me he promovido yo solo, porque mi profesión es independiente, y sirvo de contador en un banco de reconocido caudal. A pesar de todo, no he olvidado mis orígenes y, a cada rato, como hoy, cuando vengo a la playa para disfrutar de las bellezas de mi isla, repaso los tonos grises de mi pasado para compararlos con la bonanza de hoy.

Estoy satisfecho. Me ha tocado ser prisionero de mí mismo, lo sé, pero al menos puedo tomarme esta Corona al limón casi escarcha, relax, y mirar sin espanto, de frente, el lado más arcano del sol.

Ahorro para poder ver, el verano que viene, lo mismo, pero en la aurora boreal.

It used to be my playground… It used to be…

Una sensación generalizada de que todo marcha bien me predispone, y salgo a caminar, luego de meterme al cuerpo dos Tylenol 500 con correspondiente vaso de agua. Llego a la discoteca más degenerada de la capital -según las malas lenguas-, Eros The Club, no sin antes hacer parada rutinaria en la Cafetería Jahaira, con la intención premeditada de empinar cuatro Coronas con limón, ipso facto, por aquello de entonar y entrar happy; shinning people holding hands. Happyland and nevermind, hago la fila espantosa del antro, que llega a la altura del cine Metro, donde exhiben la parte whatever de Star Wars. Me registran, entro, veo las figuras grecorromanas pintadas con pintura plateada -esprey de pote, el mejor de Topeka y en especial 2×5, pago (son diez, ATH, Visa, Master Card o cash) y, entregado a la maldad de la inconciencia preadolescente que la panza no me deja rememorar, escucho sonidos distintos esta noche de lujuria, en que hago entrada triunfal (estrellado y anónimo), a la disco, acompañado de mi fiel y paciente marido Juan. Escucho música tecno, como simpre, sí, pero no la misma del sábado pasado; no la repetición inverosímil de los cantazos del restrellamiento del metal contra el metal, así que paro la oreja y me dejo llevar por aquel consabido Fever, la tuba y la batutera dicutiendo con el faggot, no necesariamente el Fever de la Lupe, sino el de Madonna, porque La Lupe, -hay que decirlo, perdón- La Lupe que se escuchaba allí mismo hace tres décadas en la Parada 20, esa Lupe, vida mía, esa murió. Madonna Madness, señores y señoritas, Madonna Madness es lo que hay. Madonna Madness All Night Long para los maricones de la capital, que han llegado aquí, hasta el templo de Nina Flowers -ya retirada-, (des)prevenidos de las festividades nacionales, Décimoquinta Parada de Orgullo Boricua Gay Rainbow Brite. Luego de pensarlo dos veces, asumo poros de piel absorventes la realidad: Madonna Madness Night Forever and Fever, My Love. La disposición de los cuerpos danzantes, como dirían los respetados críticos de performance de la universidá, se desarrolla tal y como sigue, en estricto orden alfabetico, comenzando con la letra a: En plena oscuridá (¿notan la a?), envueltos en sajumerio de Marlboro Lights, borrachas como locas perdidas en medio de la nada caribeña, cientos de hombres lobo lobeznos peludos boricuas se entregan a la contorsión universal: "Music…, makes the people…, come together…, yeah…", canta la diva transformer por los altavoces, y los niños de la pastilla X pisada con Red Bull o el agua embotellada de a tres pesos no pueden parar de bailar. Uno agarra los huevos del otro, rozando mahones y lycras, cremallera contra cremallera, y músculo T -de tranca, baby, de tranca formada de cuero pelao- erecto hasta no poder más, los maricones de al lado vociferan el himno de la velada servido con chillidos trans producto del efecto en las cuerdas vocales de la coca bien cortá: "It used to be my playground… It used to be…", y con esa señal de julepe del joy stick me adelanto hasta el centro de la pista para alcanzarlos, y beberme las lágrimas de cristalitos machacados con estupefacientes junto a ellos, aunque las partículas del terror sidático liquified me saben a cerveza pisada con gajitos de limón en esta noche de travestis nostálgicos de los cosméticos de los años ochenta, cuando la masacara, el rímmel, queridos, no era lo mismo ni se escribía igual. Nada como el negro de los ojos de Boy George cuando le parpadeaba con aquellas pestañas de envidia (sufre De Castro Font) a Madonna en Nueva York durante los breaks para empolvarse con heroína gourmande de los MTV Awards; aquellos playoffs televisivos sólo para nosotras las chicas de suburbio Cable TV Of Greater San Juan en que el guitarrista spanish Fly y Anthony Chilly Peppers prometían cada Spring Break hacer lo propio: rebajarse hasta meterse el dedo con sal hasta las teleras, y mostrarnos las vergas tatuadas, en plena transmisión intelmediafaxpreondadigital. "Sweet dreams are made of this: Everyone is looking for something… sweet dreams". Nada como la Chica Material pre-Kabala rasgándose las medias nylon con aberturas de mallas Number 3, comiéndose un disco de vinyl regado con el lipstick de nuestra desilusión. Ante la realidá de la distancia, muchas se conformaron con Lissette besando en la boca a la Amanda Miguel. Cúcala, cúcala, cúcala. Pero no era esa la línea central de este cuento for pyros, sino las cadencias (al mencionar la palabra cadencia exijo un periodista full time que haga de crítico de rock en la prensa nacional. Qué verg:uenza que la salsa nos reprima el flow y nos haga olvidar el dance. Grace Marie Herger, nunca te defraudaremos: ¡Party Time!, ¡Party Time!) de los cuerpos danzantes -la cadencia era lo que comentaba, la cadencia- al timbre del ritmo extranjero por demás: extranjo, funerario anhelo primermundista de Seattle y Poison y Led Zeppelin y Chucho Avellanet, rescátame de este infierno name dropping, Kurt, síntoma que brota de la estadidad radical que se cuece en la consola del Disc Jockey más farandulero de la comunidad: un tal mentado DJ Gulembo, señoritas y señorones, nada más y nada menos que la flor y nata de la renovación tecno del dos mil y pico, fuera de la cabina aquella tan de los ocho noventa y cinco, encerradísima entre cuatro paneles fijos de fiber glass. Para que conste, hace unos meses que los DJ’s de Eros se han puesto al día, según las revistas más adelantadas de la cultura hip hop norteamericana (consúltese la entrevista a Phase2 en Waxpoetics): fuera del cuarto de control, fuera del clóset según los entendidos del arte de diskyokear, el hechizo que tire con las manos líder de la comparsa es más efectivo, porque cuando los danzantes del final de Los versos satánicos observan al tipo mover los platos y manipular las teclas del equalizer, todo se transforma y, "cuando él pasa…, todo se transforma…, llega la alegría…, se va la tristeza…", llega -ahora sí lo digo sin piedá- la gracia divina de la bellaquera cruda…, llega el masacote servido en bandeja por núbiles machos de ébano cimarrón de Loíza para ti y para mí. Así las cosas, como dicen los colegas jurisconsultos de la palabra ley y orden, se puede observar desde el segundo piso de la discoteca, -si no es miércoles de perreo y si se corta la nube de hierba con hielo seco-, si se traspasa la frontera de las vestimentas de Old Navy rebajadas a precio mitad de Zara y de vuelta a la exhibición de Bananna por un damage tal o más cual, a aquella parejita de chamacos de bien, que vienen de la salida veintidós del expreso que va a dar contra el Municipio Autónomo de Caguas, Colegio Notre Dame, hasta aquí, con el propósito fundamental de decirse al oído "métemelo, papi, hasta que me duela de frente y de pie, boca contra boca, labio leporino contra dientes perfectos a fueza de bracers, y bíceps de gimnasio contra nalgas handy wipe shubs; perfectas, muy duras, blancas, por supuesto, indianas para los analretentive-etnocenterpolite". Un soltero trentón los mira desde el otro lado, desde arriba, con calculada visión infrarroja de cupido te voy a flechar, como planificando un trío Los Panchos allí mismo con ellos dos, para decidir quién toca las cuerdas y quién guía con los palitos la clave del cencerro bestial mientras se vira la leche, ese instrumento tosco y autóctono en clave de fa antifemeninoamaneradoneandertal cuyo sonido va retumbando en las cabezas de los miembros inferiores de todos nosotros, danzantes valkíricos en pleno éxtasis báquico -ya se ha dicho, repetición-, por aquello de que se sepa que manejo las referencias clásicas de los ancestros mediterráneos (sufre Parga, sufre Paquita la del Barrio, sufre Vanessa Droz) y que se valide que de allí venimos, del azul profundo de un mar con olor a mofongo relleno de mariscos que rechazamos, vertiginosamente, cayendo de rodillas, alabando las venas palpitantes de los penes que nos muestran en el baño de la parte de atrás de la disco esta ciertas locas desesperadas, algunos bugarrones de turismo light por los callejones de la posibilidad flácida y par de damitas que observan todo, quedaron retratás, como si les provocara morbo divino aliarse al mirarnos competir chusma por masaje prostático, unos contra otros, toda la noche, para ver quién de las tres se lleva el premio de la loca más popular, empleada pública de Fomento Recreativo, ponchen queridas, ponchen, que la nómina sale con correa de cuero incluida, botas vaqueras, gistro amarillo bien afincao y condones extra large portable size para la cartera, un poco tostados por la presión de los glúteos, toma que toma que toma tomalo ya, que se ha dicho que estos cuerpos danzan, danzan carne afeitada contra carne sudada sin poder superar la raja hasta que venga el chorro caliente del amanecer tropical. No conforme con lo logrado hasta este límite del fo, qué rico es mamar, Madonna chilla la decimoquinta canción de un cóctel preventivo de AZT, en XV aniversario de la comunidad gay requeteorganizada y desperdigada por la ciudad (sufre Mari Bras, que no puede contar el del PSP), porque el domingo es la marcha a dos pingas solidarias sobre el puente sobre la laguna pantanosa, pero con jet ski, Dos Hermanos, y vamos todas a despegar al unísono despelote, en tacas con incrustaciones de rinestones, para sacudirnos los complejos de minusválidas trasnochadas sin Alka Setzer pa beber. Más tarde, cuando el cuerpo no los pida, no le vamos a pedir permiso a Pedro Toledo, Superintendente de la Policía, y vamos a coger el dildo vibrador que nos une como la manteca en la mano derecha (Julia De Burgos le llama la tea a este instrumento consolador), y vamos a escupir el suelo que pisa Milton Picón, rabiosas, y vamos a asumir nuestra pose pornógrafa intergaláctica por Internet (sufre Rashke, que no tiene conexión ni minicamarita. El bicho es). No conformes con nuestra astucia, mamita llegó el obispo, llegó el obispo de Roma, sal Robertito, sal, vamos a retomar el micrófono con girnaldas en las inmediaciones del Capitolio, vamos a hacer la huelga con casetas de camping equipadas con látigos y pomadas Kamasutra en el Parque de la Paz, inaugurado por la ex primera dama Lila Mayoral y su campaña de qué nos pasa Puerto Rico, díle sí a la vida, versión ochentosa, y nos vamos a emborrachar -eso no lo duden- Coors Ligt Silver Buller nos auspicia el break de la esperanza, y vamos a hablar malo a to lo que da con nuestras bocas muertas, como dice Neruda en el Canto General, que nosotras también somos latinoamericanas, pa-que-tú-lo-sepas, y nos vamos a casar -de blanco todas- y nos vamos a divorciar -de negro todas- y también, en ese proceso noctámbulo en bikini al garete, vamos a ver el triunfo de las ruinas de nuestros certificados de nacimiento F por M = Sex, porque, quiéranlo o no, la noche es nuestra, queridos, pregúntenselo a los vecinos de Ocean Park, y vamos a convencer a todos de que lo mejor es chispearnos eufóricas como burbujitas de champán -lucirnos lo más que podamos y hacer un show a lo Lucy Fabery- como se hace en Brazil, La Gran Popeya, justo antes de mentarle la madre a este movimiento de loosers con ganas de joder al distinguido hermano heterosexual, coger por las guaretas pal monte y al fin venirnos en plena gritería de ay, ay, ay, ¡qué rico!, papi, chulo, bello, ¡dame más duro!, bla, bla, bla, tacán tacán, blop, antes de desmayarnos con todo eso que es tuyo adentro para poder acabar esta mierda contentas y poder desaparecer como Dios manda: después de que le expliquemos al mundo todos los detalles de cómo es que nos gusta chingar.