Xiaoyan me limpió la frente y el entrecejo con una gasa empapada en alcohol y procedió luego a limpiarme ambos lados de la nariz, el pequeño espacio junto a mis narinas. -Uy, nunca me pusiste agujas ahí- dije. Ella sonrió y dijo: -No te preocupes, no duele.
Este cuento, reproducido con permiso escrito del autor, continúa en: http://www.sorocabana.net/bitacora/