Hay que admitir que la noche en estas latitudes torrenciales es una cosa fenomenal. El fenómeno, sin embargo, no es una cosa oculta debajo de la piel de la noche, allà en la trastienda oscura y polvorienta de esta ciudad dentada, sino que, por el contrario, el fenómeno es un exceso de realidad inaudita que te abofetea en la cara y que, si no te cuidas el trasero, te da chino. La noche está llena de hideputas, Adelaida. Tu mamá te lo decÃa todo el tiempo, como una letanÃa, como las letanÃas que cantaron los presentes en los novenarios de los que tú estuviste ausente luego de que mataste a tu madre de un ataque al corazón por ponerte aquella minifalda (al menos eso es lo que dice Adelaida). La noche es los hideputas. Una puta. La noche se parece mucho a tu animal, Adelaida. La noche se enmascara. Every night is Halloween. Eso es lo que digo yo. Esta ciudad, si no te cuidas, te roba hasta los clavos de la cruz. Esta noche, Adelaida, es capaz hasta de robarte el nombre.
Camina rápido coño, que me estoy helando, le dice Adelaida a Adelaida. Vas por la acera, tac-tac-tac tus tacones altos, y la acera, la lluvia, la noche, la calle, la ciudad toda te muestra un rostro de amenaza. Te están chillando los oÃdos y las rodillas te tiemblan como un tembleque. Tiritas. ¿Pero es que tú no ves que acaban de intentar violarme?, reclamas llorosa, temblante como un tembleque. Adelaida: déjate de bobadas, pendeja, que bien merecido que te lo tienes por puta, count your blessings, coño, al menos estás en una pieza y no descuartizada en cantos dentro de una bolsa de basura. Suele pasarle a menudo a las putas como tú, ¿sabes? Sólo tienes que abrir las páginas de El Vocero para que salgan los cantos de mujeres chorreándose desde las fotos blanco y negro y embarrándote de rojo la cara y los pechitos paraditos debajo de la blusa hecha añicos. Considérate dichosa, chica. Una luz al final del túnel: un letrero FARMACIA NOCTURNA parpadea al frente no como un tembleque sino como el titilar de una estrella redentora. La zona práctica de tu animal toma el comando. Cuatrocientos metros adelante, te dice, no más. Llamada telefónica: Lucy, venme a buscar, te lo ruego, me ha pasado algo terrible. Nota mental: luego, si acaso, otra llamada, esta vez a la policÃa por aquello de, pro forma, para que total no hagan nada. La policÃa suele ser otra de las caras de la noche. Es uno de los antifaces de la ciudad. Eso es lo que digo yo, y esto sà que tú lo sabes. Pero bueno.