Es que, coño, la noche antillana tiene dientes, digo yo, y pica y se extiende. La noche de la calle, la noche acechante que se esconde metiéndose en las rendijas que hay entre adoquÃn y adoquÃn como una trampa, Venus Flytrap, la noche arbitraria, esa que a algunos ama y a otros destroza, esa noche-trópica-furtiva-de-la-ciudad no tiene madre. Ya te lo dijo tu madre, Adelaida, que no fueras tan puta, que no te vistieras asà como se visten las mujeres de la noche porque esa jodida noche no perdona, coño, es que ella no perdona.
Es que, coño, los hombres no tienen madre Adelaida, le dice Adelaida a Adelaida. Mami te lo decÃa, que no salieras de noche, que no salieras como una puta con todos esos cueros al aire, mira que los hombres son unos animales, piensan con el bicho, no se aguantan. Ya ves, el que no sigue consejo…, es tu culpa, todito todo tu culpa, todita la culpa tuya. No es verdad, protesta Adelaida, vestirse de noche no es un pecado. Salir de noche no es un pecado. Querer ser una mujer de noche no es un pecado. Adelaida: nena, la noche es un pecado. Un pecado oscuro y original, como decÃa mami. Te lo mereces por puta. Yo no soy ninguna puta. La puta eres tú. La puta eres tú.