No permitirán ningún regionalismo

La feria de Frankfurt exige "diversidad" a la representación catalana

MARC BASSETS – 07/10/2005Corresponsal BERLÍN
La Vanguardia

La cultura catalana deberá presentarse en la Feria del Libro de Frankfurt del 2007, en que será la invitada de honor, en toda su diversidad, según consta en el contrato que las partes deben firmar en la próxima edición del certamen, los días 20 o 21 de octubre.

"Hemos hablado con el Institut Ramon Llull y queremos mostrar la diversidad, el espectro más amplio de lo que se hace en Catulunya", explicó ayer, en un encuentro con corresponsales en Berlín, Juergen Boos, director de la feria desde el pasado abril. "En el contrato saldrá la palabra diversidad", añadió.

La insistencia en la diversidad responde a la intención de los organizadores de la feria, la primera del sector editorial, de que en nombre de la cultura catalana asistan a Frankfurt autores que escriben en catalán y en castellano.

En la pasada primavera, tras una resolución del Parlament sobre la presencia catalana en Frankfurt, se abrió un debate en Catalunya sobre la conveniencia de que a la feria acudiesen exclusivamente escritores en catalán o también los escritores catalanes que escriben en castellano.

Frankfurt se pronunció ya entonces en contra de cualquier tipo de exclusión y señaló que las actitudes discriminatorias se contradicen con el espíritu dialogante del certamen. Esta posición quedará ahora fijada por escrito en el contrato que los representantes catalanes y los responsables de la feria tienen previsto firmar en el marco de la próxima edición, que se celebra entre el 19 y el 23 de octubre.

Corea es el país invitado en la edición de este año, e India, un país con 27 lenguas oficiales, el próximo. Boos recordó que la feria sólo ofrece una plataforma "en la que Catalunya como país" se mostrará. Corresponde pues a la cultura invitada llenarla de contenidos. Sin embargo, precisó: "No permitiremos ningún regionalismo". "No habrá cuotas – remachó-. Estarán representadas todas las opiniones, en libertad y sin ningún tipo de censura".

Bellos amaneceres que opacan estiércol

De la Redacción de Estruendomudo

 

Converso con ella sobre las fotografías. Ella se va. Quedamos en otra cita. Como ahora estoy solo, aprovecho para pensar en olores prohibidos y en opciones de menú para la cena. Queso camambert estilo fondue decorado con palitos de manzana y mucho pan negro. Decido emprender la marcha por la avenida Ponce de León hasta la Plaza de la Convalecencia. Camino sin prisas. Me interrumpe el dominicano del negocio. Esta noche es de buena mesa y ya se perfila el traqueteo. James Dean se llama, y no precisamente en honor al bello muerto.

Califas (Segunda entrega)

Especial para Estruendomudo
De Tomás Redd

 

II.

Caminé diez pasos antes de que un afroamericano me quitara una de las maletas de la mano y me dijera "where are you headed, sir?" Me tomó un tiempo responder. La dirección y las llaves estaban en la valija que había cedido y todavía estaba acostumbrándome a la sensación de estar perdido y no tener rumbo. Se me hizo difícil registrar que aquí nadie me espera. Me senté solo en la tercera hilera de la van y me puse cómodo pues Darnell me explicó que llegué para presenciar el "rush hour". No hablamos mucho. Cuando le dicté la dirección del apartamento de la hermana de mi ex novia, me hizo un par de preguntas sobre la salida en la 580 y, como no pude contestarle, entendió que igual podía dar un par de vueltas antes de llegar al destino final. Si no fuese por el agua al lado izquierdo de la carretera y los letreros que decían Richmond, no hubiese sabido a dónde iba. Aquí los expresos no revelan mucho.

Entrar en una casa ajena sin alguien que te guíe es una experiencia totalmente reveladora. Tienes a tu disposición el espacio íntimo que forma a y es formado por alguien a quien quizás conoces, pero no tan bien como ahora. En esos momentos te concentras en verificar lo esencial: qué libros leen, a qué huele el apartamento y qué hay en la nevera. Entre el polvo y la madera de los estantes me topé con Franz Fanon, Cien años de soledad y Yoga for Dummies. En la nevera algo similar: Tofú, leche de soya y una botella de vino a medias. Había fotos por todos lados y pude reconocer a unos cuantos amigos comunes y a par de personas que parecían conocidos. El olor a incienso que se había apoderado de los almohadones del sofá me tenía aturdido. Alguien se había dedicado a ambientar la sala con una explosión de artefactos que demostraban algún grado de militancia globalizada, muy mal gusto, o ambas pues nunca había visto una bandera de Ghana y otra del Municipio de Vieques en paredes opuestas y rodeadas de fotos de Bob Marley, Mumia Abu Jamal y Albizu Campos. Al despertar de una larga siesta caí en cuenta de que había viajado no sé cuantas miles de millas para encontrarme no muy lejos del ghetto isleño que había prometido dejar atrás.

Mi corta estadía en aquel recinto me reveló una lección importante: el nacionalismo y el exilio son perfectos complementos y rara vez se practican con mesura. Una noche de tertulias, bajo la influencia de un supuesto pitorro curado con higos y entre bocanadas con olor a tierra, me senté atentamente a escuchar a mis compatriotas en tribuna. Me explicaron el rol de la juventud revolucionaria en los tiempos del neoliberalismo globalizado y cómo la lucha de Vieques "nos" había dado la razón. Entre discursos, se escuchaban tonadas de plena, bomba y descargas guturales de instrumentos artesanales que se mezclaban con el sonido de una bonga en pleno uso y el paso de los carros por la avenida principal.

Al pasar las horas, y luego de varios shots de Hennessy, las conversaciones se tornaron nostálgicas y afloraron recuerdos de abuelos y casitas en el barrio Mameyes que sólo conocían a través de fotografías gastadas. Sólo uno de los compañeros había ido a Puerto Rico, de camino a Quisqueya. Esa noche comencé a odiar al tambor. Al otro día salí temprano en busca de un apartamento.

Correspondencia con un crítico literario puertorriqueño y homosexual

Queridos amigos:

Acabo de recibir este correo de un Doctor en Filosofía y Letras del Sistema Universitario Ana G. Méndez. Así habla un profesor que difiere en no sé qué, porque no lo dice, con este servidor.

Peter Rivera. Ph.D. privera@suagm.edu> to me More options 4:51 pm (41 minutes ago)

Te cuento mijo. Mira lo que te pasa a ti es que no has superado em impacto de un padre abusador que hizo de ti un desarraigado, un amargado y, además, homosexual por rebeldía y no por vocación. Aprovecha el break de El Nuevo Día porque no en realidad, no tienes mucho que decir y menos que proponer.

Dios te libere.

Pitirre

Los poetas, la revolución, el poder presidencial y el acto de compartir el pan (Que cese la lucha armada ya)


No Place for a Poet at a Banquet of Shame
Por Sharon Olds

 

For reasons spelled out below, the poet Sharon Olds has declined to attend the National Book Festival in Washington, which, coincidentally or not, takes place September 24, the day of an antiwar mobilization in the capital. Olds, winner of a National Book Critics Circle Award and professor of creative writing at New York University, was invited along with a number of other writers by First Lady Laura Bush to read from their works. Three years ago artist Jules Feiffer declined to attend the festival’s White House breakfast as a protest against the Iraq War ("Mr. Feiffer Regrets," November 11, 2002). We suggest that invitees to this year’s event consider following their example. –The Editors

Laura BushFirst LadyThe White House

Dear Mrs. Bush,

I am writing to let you know why I am not able to accept your kind invitation to give a presentation at the National Book Festival on September 24, or to attend your dinner at the
Library of Congress or the breakfast at the White House.

In one way, it’s a very appealing invitation. The idea of speaking at a festival attended by 85,000 people is inspiring! The possibility of finding new readers is exciting for a poet in personal terms, and in terms of the desire that poetry serve its constituents–all of us who need the pleasure, and the inner and outer news, it delivers.

And the concept of a community of readers and writers has long been dear to my heart. As a professor of creative writing in the graduate school of a major university, I have had the chance to be a part of some magnificent outreach writing workshops in which our students have become teachers. Over the years, they have taught in a variety of settings: a women’s prison, several New York City public high schools, an oncology ward for children. Our initial program, at a 900-bed state hospital for the severely physically challenged, has been running now for twenty years, creating along the way lasting friendships between young MFA candidates and their students–long-term residents at the hospital who, in their humor, courage and wisdom, become our teachers.

When you have witnessed someone nonspeaking and almost nonmoving spell out, with a toe, on a big plastic alphabet chart, letter by letter, his new poem, you have experienced, close up, the passion and essentialness of writing. When you have held up a small cardboard alphabet card for a writer who is completely nonspeaking and nonmoving (except for the eyes), and pointed first to the A, then the B, then C, then D, until you get to the first letter of the first word of the first line of the poem she has been composing in her head all week, and she lifts her eyes when that letter is touched to say yes, you feel with a fresh immediacy the human drive for creation, self-_expression, accuracy, honesty and wit–and the importance of writing, which celebrates the value of each person’s unique story and song.

So the prospect of a festival of books seemed wonderful to me. I thought of the opportunity to talk about how to start up an outreach program. I thought of the chance to sell some books, sign some books and meet some of the citizens of Washington, DC. I thought that I could try to find a way, even as your guest, with respect, to speak about my deep feeling that we should not have invaded Iraq, and to declare my belief that the wish to invade another culture and another country–with the resultant loss of life and limb for our brave soldiers, and for the noncombatants in their home terrain–did not come out of our democracy but was instead a decision made "at the top" and forced on the people by distorted language, and by untruths. I hoped to express the fear that we have begun to live in the shadows of tyranny and religious chauvinism–the opposites of the liberty, tolerance and diversity our nation aspires to.

I tried to see my way clear to attend the festival in order to bear witness–as an American who loves her country and its principles and its writing–against this undeclared and devastating war.

But I could not face the idea of breaking bread with you. I knew that if I sat down to eat with you, it would feel to me as if I were condoning what I see to be the wild, highhanded actions of the Bush Administration.

What kept coming to the fore of my mind was that I would be taking food from the hand of the First Lady who represents the Administration that unleashed this war and that wills its continuation, even to the extent of permitting "extraordinary rendition": flying people to other countries where they will be tortured for us.

So many Americans who had felt pride in our country now feel anguish and shame, for the current regime of blood, wounds and fire. I thought of the clean linens at your table, the shining knives and the flames of the candles, and I could not stomach it.

Sincerely,
SHARON OLDS

(j.a. bonilla forwardeó esta historia en medio de la consagración poética que han orquestado algunos escritores boricuas en favor de Filiberto Ojeda Ríos, el otro lado de la mesa de la señora Bush, el soldado que es poeta pero igual de sangunario, muchas gracias)

Una seña de luz en la penumbra y dos trapos de besos


La súbita muerte de un revolucionario de mi patria chica de cuyo nombre no quiero acordarme para que desaparezca su conjuro me dejó sordomudo por semana y media: nada de participaciones escriturales, nada de opiniones públicas, nada de intercambio de fluidos –Ramadán penitenciario– y un simple silencio absurdo para el abono del fingimiento de no participar, para no ser parte de la charada ridícula del llamado colectivo a la matanza y a la sinrazón de la anulación del corazón del otro, tan ajeno y tan sangrante, tan humano –bum, bum, para ser onomatocursi– y tan carnal como éste que está aquí detrás de esta pantalla de electrodos y esta frase árabe, músculo vital que se cree cerebro gris y pensamiento e, inclusive, tiene aspiraciones de organización plena de sentidos y de auroras de esperanzas; que mañana es otro día y seremos unos cuantos más, pero sin el odio y sin la fanaticada de la destrucción de la belleza que hay en ti cuando no gritas que hace hambre, ¡coño, despierta!, y lo disimulas porque sí, porque ya habrá tiempo para introducir el tubo de la nutrición mecánica en la boca de pedir a pesar de las punzadas provocadas por el reconocimiento exterior de otras soledades (al tornar la esquina y al bajar las avenidas del libre acto de pasear por la ciudad, de falso luto) distinguiendo tonos de sustancias extranjeras que hay en mí y en ti, y que nos complementan, digo: “Tan sencillo de entender que es eso, pero no, hay que joderse en esta imposibilidad suprema de demostraciones de cariños casi Argel o Medellín o Bilbao-Vizcaya, y quién pudiera salirse de la piel y meterse en otro pellejo durante unos breves dos segundos, cosa de avisar al más allá de los capilares propios que es lo mismo: unos cuantos cantos de células cancerosas energizadas a medias, pidiendo quimio y gasolina, programadas para darse a ciertas horas par de desilusiones y de cantazos. Envueltas, y nosotros estirando las bembas lo más largas posibles -muack- para perdernos lo mejor (coca en filas) y decirnos lo peor en el intento cordial de comprometernos con una seña luz en la penumbra …y dos trapos de besos”.

Rastros de pólvora (Referencias a un Link)

Queridos amigos:

 

Como parte de un ejercicio literario de revisión de las "Seis propuestas para el próximo milenio", del escritor Italo Calvino, acabo de publicar un cuento en el blog colectivo Derivas dedicado a explorar la técnica de la visibilidad que propone este autor para los escritores del siglo XXI.

El blog colectivo Derivas es una iniciativa de la generación del 2000 de los escitores de Puerto Rico digna de ser visitada.

Aquí les dejo el link:

Fuagrá: 8vo Microrrelato Tavín Pumarejo 2005

j. a. bonilla
Especial para Estruendomudo

A mí nunca me convenció el cuento ese de que mataron a Toño Bicicleta. Después de cansarme de acumular dudas decidí investigar y me enteré que la CIA le hizo un retoque facial (leve) y lo instaló en la farándula navideña con el nombre clave de Tavín Pumarejo. El hígado de ganso para los agentes locales, Fuagrá para los cocorocos en las catacumbas de Washington. Deep Throat es un mamao al lado de Fuagrá. Pero la transformación Toño/Tavín es sólo la más reciente, Fuagrá es realmente un espectro que se repite en la Historia, una sombra fantasmal escurriéndose por las grietas de lo innombrable. Una creación de los científicos españoles que los gringos descubrieron y le aclimataron el hardware de acuerdo con las nuevas circunstancias neocoloniales. Desde siempre ha estado con nosotros, agazapado en los rincones del Cuento, siempre con una impostura nueva acondicionándonos el pensamiento. Salcedo→Arizmendi→Betances→Águila Blanca→Muñoz Marín→Toño Bicicleta→Tavín son la misma criatura mutada de acuerdo a coyunturas históricas y avances tecnológicos específicos. Río Cañas Sound Machine es la plataforma donde se montó todo el andamiaje contemporáneo para la transformación cerebral de los ciudadanos. Todas las navidades nos hacen una lobotomía musical utilizando complejos virus aéreos transmitidos por las ondas radiales y televisivas para poco a poco pacificarnos. Todo ese rollo con la música jíbara yo nunca me lo comí ni por un ratito, a otro palo con ese mocho. Seis chorreao, aguilnaldo, seis fajardeño, el güiro y su raspaera monocorde, formulaciones de control estructuradas musicalmente para crear sujetos dóciles. La música tropical navideña es la música jíbara going pop. Eso es lavado de cerebro de la mejor cepa, high technology my friend y Tavín es el cyborg-capo encargado de llevar a cabo la indoctrinación musical. La gaguera es el rastro robótico en su identidad –si es que todavía podemos hablar de identidad a estas alturas, pero lo tiro ahí en esa esquina del texto sólo por joder-, esa sección del código digital que todavía arrastra trabas comunicantes entre lo humano y los poshumano. Es decir, Fuagrá es un modelo pasé. “Límpiale la finquita a la viudita, Tavín”, ese mantra suburbano que nos acecha desde el fondo del abismo de los party de marquesina, o la razón después del Conjunto Quisqueya. Los agentes folclóricos esparcidos por los intersticios del consenso trabajan para Fuagrá y no descansan en su afán por esparcir el virus jíbaro en las mentes adormiladas por la cacofonía de los ritmos del pasado idílico. Las hordas de la guachafita cultural y los nacionalismos musicales nos acechan con sus terroríficas maquinarias de asimilación. ¡A RESISTIR COMPAÑEROS! Trust no one. Believe the lie.

Allí en el segundo nivel: 7mo Microrrelato Tavín Pumarejo 2005


Por Gloria Carrasquillo Padró
Especial para Estruendomudo

 

A Juan Antonio en el segundo aniversario de su inesperada partida: "Me gustas tal cual eres".

Sólo escuchaba el roce de los zapatos sobre el piso de madera. Ah, también la música y las risas. El viejo-teenager, setentón pero con parecido early sixties y ella, por supuesto, una pollona en los early 40’s. El tío Tommy, de pura estirpe jíbara pero acepillado en la gran urbe durante la inmigración de los 50. Ella, graduada de gerencia de la Inter pero nacida en el mismo barrio que él. Nunca pelearon por una barra de jabón, ni por los hijos de unos y otros, como tampoco por las cuentas por pagar. Eso sí, sabían disfrutar de los momentos que pasaban juntos: conversar durante largas hora, cenar hasta chuparse los dedos unos platos exquisitos, como los banquetes con el cabro en fricasé que sólo él sabía preparar y -lo más importante- bailar y reír hasta el amanecer a golpe de vino tinto ella y él a son de cuba libre con limón. A veces me desesperaban los ruidos de sus brincos de la gozadera en la antigua cama de caoba de largos pilares con relieves de hojas de laurel, ¡talladas con las expertas manos de ebanista artesano del mismísimo tío Tommy! Nunca podré olvidar las melodías de Chuito el de Bayamón y los seises fajardeños de Ramito y uno que otro longplay del Hígado de Ganso desde el áureo sonido de la victrola RCA Victor que el tío trajo consigo aquella noche de luna llena en que regresó de los niuyores al barrio de su niñez bajo el ojo azuloso de la montaña de El Yunque. Hoy me llegan tan vivos lo roces de pies descalzos y cuerpos desnudos empapados del sudor en las largas noches de lluvia con luna, y sin luna, donde sólo me acompañaba mi celular y la música de aquellos viejos discos que transportaron y reciclaron otras manos del acetato en los nuevos discos que ahora llaman CD’s. Ella ha quedado en mis recuerdos de las largas y azabachozas noches, allí, en el diminuto sótano borincano, pero frío como un apartamento sin calefacción acá en el norte, junto a los cantos del coquí amanecido en celo con su repetida frase: "¡Tommy, papi hoy si estás bueno!".

La letra con sangre entra: 6to Microrrelato Tavín Pumarejo 2005


Por Pedro López
Especial para Estruendomudo
Orocovis, 1973. El viejo me tenía terminantemente prohibido que escuchara rock. Él estaba empeñao en que yo fuera trovador como él y mi abuelo antes que él. En el carro, camino a la escuela, me hacía memorizar décimas de Chuito, el de Bayamón. Y si, por insolencia, me negaba, lo que me esperaba era un buen sopapo. Pero a mí no me importaba. Odiaba la música jíbara. Y odiaba que mi padre, que era fanático del Gallito de Manatí, me sometiera a esa mierda. Yo quería roquear, aunque tuviera que hacerlo a espaldas de mi viejo. Así fue hasta el día que mi padre, que ya se sospechaba algo, rebuscó debajo de mi cama y encontró la evidencia que necesitaba para acusarme del peor delito imaginable, por lo menos en su mente. Yo estaba en medio de mi clase de cuatro en casa de doña Yuya, cuando mi padre, colérico, irrumpió en la sala de la casa desde el balcón. De inmediato, supe que estaba jodío. En sus manos vi la causa de mi desdicha: mi disco de Led Zeppelín IV. "Esto es música de maricón", me dijo. "Ningún hijo mío será farifo." Para demostrar su punto, el viejo me arrastró hasta el patio y una vez allí me metió en el corral de pollos. Me tuvo encerrado por 24 días, alimentándome sólo con pan y agua que mi madre me traía cuando bajaba a echarles maíz a las gallinas. Para completar la tortura, mi padre reacomodó las bocinas del sistema de sonido de la casa. Las puso para que dieran al patio. Durante esos 24 días, de ocho de la mañana a ocho de la noche, me bombardeó con un maratón interminable de José Miguel Class y Odilio González. De más estás decir que nunca más volví a escuchar a Led Zeppelín o los Rolling Stones. La verdad es que, después de 24 días en el corral de pollos, no tenía ni ganas. Continué con las clases de cuatro y hasta gané uno que otro concurso de trovadores. Quién hubiera pensado que con eso me iba a ganar la vida pocos años más tarde cuando, ya mudado yo al área metropolitana, Nieves Quintero me convenciera de que grabara décimas colorás bajo el nombre falso de Simeón, el Barbáro.