capítulo I

Todas las hermanitas han sentido un día sus hermanos endurecerse y no perdonar más. En verdad… La verdad está en el texto entre nosotros. En el texto que se teje entre los dos. Mas si me preguntaran, como en los cuentos, si me gustaría tener/ser un cuerpo de hombre para probar, diría, que sí, para probar, me apasionaría conocer el mundo con otro cuerpo, para poder después trabajar verdaderamente, de una parte y de otra parte, la diferencia sexual, de conocer el aire, las piedras, la tierra con otros músculos, de conocer el misterioso goce masculino, sí me gustaría conocer. Saber ese viaje, y todo lo que lo acompaña, y que veo en este momento […] que presiento pero que no conozco, y saborear cierto tipo de angustia, de temblor, insurrecciones, depresiones, resurrecciones, arraigamiento en el centro del cuerpo. Pero no lo conoceré nunca. Podré acercarme, allegarme lo más cercanamente posible, entrar en las zonas gobernadas por el corazón en las que puedo convertirme en casi-tú. Podría irme hacia la transfiguración. Puesto que a fuerza de escuchar-vivir como un tú, o de leer un libro de este o de otro, a fuerza de deslizarse a través de la escritura en el interior de un pensamiento, y de dejarse leer – es decir ser leída – se produce en caso de afinidad, en la superficie del alma una forma de imitación en relieve. Hay algo de ti en por lo menos eso creo – es lo que yo llamo “conocimiento”- pero. Pero nunca pasaré del otro lado cualquiera que sea la aproximación. Además es en la proximidad, como lo he dicho, que se perfilan de manera sutil y neta los relieves de la diferencia.

Héléne Cixous/Cuentos de la diferencia sexual

Y se fue a buscarlo.

José Luis Gonzalez/En el fondo del caño hay un negrito

La culpa es mía, le dice Adelaida a Adelaida. Adelaida: por puta. ¿Por qué tienes que ser tan puta? Adelaida: yo no soy ninguna puta. La puta serás tú. Yo no soy ninguna puta, dice Adelaida. Puta es la noche.

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