Por Manuel Clavell Carrasquillo
De la Redacción de Estruendomudo
La supuesta izquierda mexicana está debatiendo la privatización de Pemex, corporación pública de los petróleos mexicanos que aporta nada más y nada menos que el 40% del presupuesto gubernamental, mientras el personaje del Partido Revolucionario Institucional habla en la Cámara de Senadores reclamando garantÃas sociales de manera que las corporaciones foráneas no se lleven todas las ganancias para afuera. Denuncia que el subsuelo mexicano, de acuerdo con la constitución nacional, le pertenece al pueblo y también asà el derecho de explotarlo. (Acá el problema tiene la forma de contienda sobre la titularidad de los bienes comunes y los linderos de Paseo Caribe). De esa forma, explica que el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática -derecha e izquierda juntas en maridaje terrible- pretenden permitir concesiones a las empresas privadas tratando de hacer pasar gato por liebre. No le llaman privatización a las medidas para que las compagnÃas compartan tareas con la petrolera del estado o se encarguen de ciertos asuntillos menores de administración de dicho monstruo. Le llaman colaboración o junte necesario para entrar en competencia fuerte con los demás paÃses. Nuestro personaje aboga (en la alternativa a la no privatización) por una cosa sencilla: que se pacte con los chanchulleros de manera tal que si -en efecto descalabran Pemex atacándola como vampiros hasta que se acabe el oro negro- respondan por su eventual saqueo. Ello, ojo, no significa que desde la presidencia de Lázaro Cárdenas, el saqueo no haya operado; todo lo contrario. Otro personaje, esta vez periodista, segnala que Pemex, tal y como está, cundida de tanto sindicalistas como ejecutivos corruptos, tiene que repensarse reestructurando los sindicatos y su poder cuasilimitado. Hay un tranque porque ningún partido quiere meterle mano a la urgencia de sangrar el pus sindical en la medida en que hacerlo supondrÃa la pérdida de ciertos guisos electorales. Esa parte no la imaginó GarcÃa Márquez en el momento de plasmar el asentamiento de la compagnia bananera en Macondo y la consecuente fiebre del banano que culminó en la explotación desmedida, la fuga de capital, el empobrecimiento de la provincia literaria más famosa de América Latina y una gran masacre. Por el contrario, Elenita Poniatowska sà aborda el problema hurgando en los trapitos sucios de este tipo de transaciones en su novela “El tren pasa primero”. Cualquier parecido al debate local sobre la privatización de la Autoridad de EnergÃa Eléctrica y los encontronazos con la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego es pura coincidencia.