Banalidades

La falta de sueño no me permite observar detalles. Sólo a grandes razgos reconozco las orillas. Generalizo, trato de no generalizar, pero generalizo. Siempre me topo con gente cabal que intenta no esplayarse en la comunicación de los lugares comunes. Pelean con uno y su visión periodística sintética, inquisitiva, develadora de verdades a medias. No hay otras verdades, pero se insiste en la purificación de la Calle del Cristo luego de que la caguen las palomas. Así que salen en la prensa y en las conversaciones de restaurantes de comida típica todas esas aberraciones hijas balbuceantes aún de balbuceos. Diatribas, paquí payá, disparates. Entonces celebramos la conformidad con lo primero que se dice y nos comemos el cuento. Hay que tragar y la epiglotis que revienta para que todo lo banal entre y pase como bolo alimenticio. Esta última frase, bolo alimenticio, me la enseñó en el contexto postsecundario una amiga amiga de esas pocas que cuestionan todo, inclusive la amistad que tenemos hace más de una década y pico entre ambos. ¿Aunque no nos llamemos para saber si diferimos o si sí acordamos, seguiremos siendo amigos?

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