Ser patético, maricón y, para colmo, dañar la comunidad homosexual

De la Redacción de Estruendomudo

 

Qué gustazo se acaba de dar un comentarista anónimo de este blog después de leer el post de las odas a Johanna Rosaly, nuestra primerísima diva. El muy sabijondo comentarista reacciona publicando en este espacio lo siguiente: "Qué patético, Manuel, dañas a la comunidad gay con tus mariconerías". Reacciono de inmediato.

Debe saber el comentarista anónimo que Manuel Clavell Carrasquillo, este chatito que está aquí, hace tiempo que decidió que precisamente mucho daño es lo que necesita la comunidad gay puertorriqueña para que haga las paces con su organización patética, con su estrepitoso fracaso de construir lo que anuncia su falso nombre: precisamente la supuesta comunidad homosexual.

¿Puede existir algo más patético que una comunidad atrincherada cómodamente en sus ghettos discotequeros y moteleros, oficinezcos y playeros? ¿Puede existir algo más patético que una comunidad cuyos portavoces no han logrado en veinte años de lucha por nuestros derechos civiles convencer ni a una sola pareja gay para que se bese en público en Plaza las Américas o que haga sus compras agarrada de manos, o como les venga en gana de mostrar su cariño, en un supermercado de la capital?

¿Puede haber líderes más patéticos que los organizadores de la Parada de Orgullo Gay convocando a que el próximo año desfilen por la avenida Ashford todas las locas del país, menos los travestis, porque "asustan con sus ridiculeces a nuestros compatriotas y por eso no nos toman en serio"? ¿Puede existir patetismo más grande que ir cada cuatro años, en medio del fervor electoral, a pedir limosnas a la legislatura bien vestiditos y ofreciendo votos que nunca se han podido contabilizar? ¿Hay en el mundo una comunidad homosexual más patética que la puertorriqueña, una comunidad homosexual que cada diez años, cuando llega la hora de llenar los formularios del Censo Federal, se esconde tras bastidores y no se atreve a marcar el encasillado precismamete que la identificaría como una comunidad homosexual? ¿Existe alguna otra comunidad homosexual en el mundo que no salió a la calle cuando Vermont, Hawaii, Massachussets, España, Bélgica y Canadá dieron los primeros pasos para legalizar uniones civiles y bodas gay en los ayuntamientos de cada localidad?

¿Puede existir un lugar más patético que Eros The Club, discoteca gay ultra exclusiva y única que veda la entrada a personas heterosexuales para que supuestamente no haya peleas ni violencia en los predios de la comunidad? ¿Puede existir patetismo más grande en una comunidad homosexual que no tiene un teatro, un cine, un restaurante, una librería, un solo café?

¿Puede existir una comunidad homosexual en el mundo más patética que la puertorriqueña, que no participa del debate político nacional, del debate intelectual, de los networks de acción comunitaria, de nada de nada excepto de la mamonería colectiva sin consecuencias de organización real? ¿Puede existir comunidad homosexual más patética que la nuestra, en la que ir al sauna gay del Viejo San Juan está mal visto, en la que asistir a una charla de prevención de enfermedades de transmisión sexual es un castigo y no un deber, en la que no existe ni el más mínimo grado de solidaridad con ninguna causa heterosexual?

¿Puede existir una comunidad homosexual más ridículamente patética que la que nos ha tocado, una comunidad que ni siquiera ha pensado las consecuencias colectivas de que los homosexuales adopten niños y el asunto del matrimonio homosexual? ¿Cuántos homosexuales conoce usted que se han sentado en una mesa a pensar estas cuestiones? ¿Cuántos conoce que de veras, de veras, están bregando por la construcción de una supuesta quimera de comunidad homosexual?

La mariconería, tal y como la plantea el sujeto anónimo que acaba de reaccionar al post anterior, entonces es una condición que va a retrasar el avance de la "lucha homosexual". Hace tiempo que pienso todo lo contrario, señor anónimo. La mariconería, míster anonimous commentator, es lo que nos hace más falta aquí, sobre todo porque nos aleja precisamente del patetismo al que gente como usted nos quiere vincular.

Explico para el dummy: La mariconería, el amaneramiento, la expresión libre de la cursilería rampante que nos une, la palabra floripondia, la imitación del cliché, el embarre del beso negro, las lágrimas de embuste, el melodrama, la gesticulación excesiva, el disparate, el ligue descarado, la ambición bestial de conquistar al macharrán proper, la gritería, la osadía de pasearse por Plaza Las Amémiras en hot pants, la parejería de la loquita de barrio, la sabiduría de la loca de beauty parlor, las uñas a medio hacer y los implates de silicona mal hechos es lo que nos hace sobrevivir al patetismo del gran sueño perfecto que algunos tienen sobre lo que debe ser la cívica y civilizada comunidad homosexual.

Sospecho que en su fuero interno quizás usté lo que desea es que yo escriba de homosexuales de bien y de casitas bellas en Montehiedra o en Summit Hills, o en Miramar, todas decoradas con el corazón espinado de Ednita Nazario o con el Lucky Charm de Celine Dion. Le tengo una mala noticia, señor comentarista anónimo, mi laptop está al servicio de la palabra asociada estrechamente con la suciedad, la bugarronería, la maldad humana más perra que sale a la luz en las competencias de talento en la noche de travestismo de los antros de la capital, la envidia de las locas nacionales por el pene del nene lindo del muchacho que es novio del vecino de atrás.

A mi laptop precisamente la he programado para que enfoque la esquizofrenia que provocan los baños turcos del Viejo San Juan, el absurdo de escuchar música tecno frente a la playa, en el hotelito gay de Condado -a donde se va a coger y no precisamente el sol. Está progarmada para bregar con las contradicciones de la mafia gay que controla la entrada a la disco más chic de la comarca -donde el tráfico de estupefacientes es exactamente proporcional al tráfico de estupefacientes que ocuerre en una disco heterosexual.

Mi laptop se va sola cuando le doy save a las barbaridades que hacemos en el paseo de los enamorados de Puerta de Tierra, a la correspondencia inevitable del reggaettón de Daddy Yankee y nuestro credo de sexo duro y profundo, la violencia doméstica entre dos loquitas macharranas que salen del gimnasio después de los esteriodes y sobredosis de carne roja, el abuso sexual de los curas y ministros que se esconden tras la sotana para cometer actos lascivos, la compulsión que nos lleva a penetrar al otro sin asistencia de profilácticos, la vaina estandarizante de la homofobia interna que nos sigue haciendo cómplices del clóset después de salir de él, la misoginia que nos aparta de las mujeres, la rivalidad con las buchas, lesbianas, cachapas y camioneras con las que no estamos dispuestos a dialogar, y un largo etcétera de atrocidades en las que estamos involucrados que no creo que esté dispuesto a aguantar.

Mi laptop está comprometida, no con su proyecto bobo de corrección astringente, sino con las consecuencias que supone el aceptar que en esta isla no existe y ojalá nunca exista tal aburridísima e hipócrita comunidad homosexual.

Señor anónimo, yo soy un escritor homosexual y soy un escritor con una vida patética; no una marioneta "politically correct" de lo que se supone que debe ser el paraíso homosexual. Una última cosa, debe saber que a mí los paraísos me dan alergia, por eso siempre llevo Off y Real Kill cuando salgo para el campo de la Cordillera Central puertorriqueña con ánimos de vacacionar.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *