Por Manuel Clavell Carrasquillo
De la Redacción de Estruendomudo
Sirve de consuelo leer que Pablo Casals colocó entre sus piernas un violonchelo sobre las mismas tablas y durante la misma semana en que Albert Camus estrenó su montaje de La Celestina en un teatro de la Argel de 1938.
Ese des(encuentro) que hoy leo emite desde el Mediterráneo una especie de registro de la antigua calma existencialista que suena mudo entre los vientos salinos de una revolución magrebà postcolonial e incierta.
En el regreso de la transcripción de los ecos, en esta Redacción aún se reproducen confusos y débiles.