Cuadernos de la Hermétika 6 (Palesjudd)

Escribe Manuel Clavell Carrasquillo

Una pregunta,

¿lo vio?

-aquello

¿cuál?

-La estela de su discurso, triiin…

¿incoherente?

-sí, el rabo

¿el del ojito malito?

-sí

ah, claro

¿de qué va?

-Pues sucede que se lo arrancaron los pájaros la otra noche y se lo dejaron así. Supurante. Pero lo que me preocupa es que el líquido de la camarita no lo pudiese contener porque no la hubiese en Gaza, es decir, que no aparecieran por allí los periodistas para filmar la ocupación y se transformara aquello en una cuestión política desangrada, liquified.

¿de cuándo acá?

-Voy a llegar tarde.

¿Y te cuentan la tardanza allí? ¿Quién vive de eso? Juguito de musulmán. Mira, detrás del borde lo que hay es playa, una piscina absurda llena de pajitas mojadas en agua de sal, un salitral palestino vigilado por buques escuela capitaneados por judíos ortodoxos. ¿No?

-Si usted lo dice…

¿Que yo me niego a reconocer? Dito, no.  Fuck!

-A mí usted no me amenace. Papi daba clases de religiones comparadas, yo sé.

El pai tuyo me mama el bicho.

-Esto se jodió. Que venga el suyo y lo arregle. La Uzzi. El periscopio del portaaviones gringo en el Mar Muerto apunta a la sien de la mai tuya, bestia.

¿Dónde estamos?

-En el kiosko de doña Luri tocando la campanita para que salga al balcón a vendernos limbers de cherry.

¿De los que pintan la lengua?

-Gotcha!

¿De los que amarran? ¿Y luego no sueltan?

-De esos mismos. Mira.

¿Qué?

-Un palestino pasiando por Harlem con un radio de transistores.

¿Sin enchufe?

-Sin agua. Sin baterías, así porque sí.

¿Qué pasa con los palestinos?

-Na.

¿Otro dulce?

-Vuelvo ahora. [Aparte] Maldita sea mi voz. No se entiende. En francés: voilá. Ici. Donc. Mi padre, mi madre, viven en la calle de San Valentín, no se entiende. La abuela trajo asopao hecho con arroz integral y cubitos Knor de Costco. Bobo, soy bobo. Bobo, cara e bobo. El bobo que me chupé. Las caries por el limber que me chupé. El palito de la cherry se me encajó en un molar después que me lo chupé. Dr. Toro citó a mami aparte y le dijo bajito: “Mamá, el bobo tiene caries en las muelas de atrás”. -“¿Cómo va a ser en las de atrás?”, contestó mami. Yo me escondí debajo de la camilla y me tapé con el papel de estraza blanco que había. Saqué la cabeza un tantito y vi el zafacón en la esquina del consultorio. estaba lleno de paletas de cherry mordías, a medio chupar. ¿No lo hay? Saqué la lengua cuando me encontraron y él la vio, dijo: “Una lengua palestina, uy fo”. Una lengua morada y mora, para completar. “Mamá, téngame aquí el palito contra la lengua, uy fo”.

¿Dónde era que estábamos?

-¿Arriba?

Arriba el olor del popcorn con mantequilla chorreante. Las palomitas voladoras ensopadas en liquified butter, el cohete volador, el chocho mecánico expulsado luego de la debida lubricación hacia el horizonte de la kasbah: un heliotropo mojao en pleno clímax, espérate chico que creo que los vi por las persianas chingando en el callejón. Eran una enfermera palestina montada encima del miembro de un miembro del Knesset que aprovechaba el toque de queda para comprar más barato allí. Desde la rendija de la persiana lo que realmente vi fue que el cuadro de contagio racial lo completaba una chaperona encapuchada que llevaba el ritmo observando de cuando en vez las agujitas de su reloj de muñeca. El desierto se hizo un segundo cataplasmático, o sea, medicinal, en ese grano de arena o de sal que se deslizaba encima del secundero desbocado, los enemigos en la intimidad, mientras tanto, quedaron inmutados por el canto del muecín (era la hora de la oración, diache) y, entonces, el minutero se convirtió en la cruz de malta más linda que he visto en mi vida después de las del patio de abuela, pero pronto se llenó de hollín; un polvillo negro despedido por los rotos mohosos de las chimeneas metálicas de los camiones kosher lo nubló, y el comandante en jefe de la misión (título viene aquí: “Pasar a Cuchilla en la Pascua Florida”) convergió con los amantes y la chaperona en pleno callejón de la trastienda de la mezquita, o sea, lo que quiero decir es que el mismísimo comandante se metió de cuerpo presente en el revolú. Ligón al fin, vino a terminar en cuclillas; con la mano derecha bañada en semen puro, porque no ha tocado prepucio debido a la falta de circuncisión, al pacto, y ahorita mismo, hoy, ahora, decimos todos: “Gimió de placeres contenidos en kabalah oculta mientras pasaban a cuchilla a los corderos de Mustafá, amén, aquel alto oficial”.

-¿Terminaste?

No, ¿qué pasa ahora?

-Bellaco tú.

¿Yo?

-Nos vamos a llevar muy bien, lo sé todo. [Aparte] Fuck! Fuck the Prohets and their wifes! Eso fue un mandato divino y lo hicieron, lo tomaron al pie de la letra y no volvieron sus espaldas para no atestiguar la matanza en Gomo Rra. Gayamama, mami, fue, dice que una de las esposas se conviertió en estatua de sal, pero yo soy bobo, un bobito sin escrúpulos en el culito y con toda la fe intacta en la ONU, porque me consta gracias a sus documentales en public tv el viento frío que sienten los beduinos a pesar de las telas teñidas de añil, los cueros teñidos de boñiga caqui y los chalecos a prueba de balas de los camarógrafos de la BBC, que ellos tienen prohibido el paso pero no los anunciantes, que están al pie, al pie de la letra, como decir en los subtítulos, en el subte del sub-d, allí bobito. Gaya o mamamam el bobo del bobito [mi límber de cherry mío] me acostaron de nuevo en la camilla del doctor Toro y mis dientes lo retrataron todo: carne cuando no se podía, un bobo, bobito, pelos de niña mala ensortijados en una muela subdesarrollada y en un cordal vampirito también. Sería guardia de seguridad del palo de los mojones, amanuense de los judíos patos, mercenario voluntario de los rusos ortodoxos que escaparon de la masacre de Leningrado, un don nadie con el todo de telón de fondo, un bobolón al pie del conflicto irresoluble. Mano, debajo de.

¿Estamos debajo entonces, cabrón?

-Mira a este.

¿Que mire qué?

-Tú mismo, que te mires en el espejo del lago de sal.

¿El Muerto, el Aral, este bicho pelú, cuál de los tres?

-Bobo, los dos.

¿Bocabajo o bocarriba?

-Un sesentainueve, dale.

¿Ahora? ¿Aquí frente a la gente?

-Aquí.

Que no.

-Otra pregunta,

¿lo vio?

-¿cuál?

Nada.

-¿nada de qué?

Contigo no se puede ni hablar.

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