Escribe: Manuel Clavell-Carrasquillo
Hace ya una eternidad que estuvo aquÃ; una densa capa de polvo cubre todas las cosas. -El diario de Raskolnikov
Manuel Marulanda,
jefe guerrillero colombiano,
celebró el 40 aniversario del asesinato del Che
aplastando gusanos de seda con sus botas.
El Dalai Lama
fue a entrevistarse con Bush
a la prisa,
aceptando fondos federales mientras
recitaba mantras.
Al Gore ganó ambos sin que nadie se lo esperara:
el Oscar y el Nobel, expertos en pólvora.
Ya me siento en franca mejorÃa
he decidido aferrarme a la leche baja en grasa
y a las sopitas tibias
para tener algo en el estómago antes de comunicarme:
me he entregado al indiscreto encanto de los send all
de los mensajes de texto celulares.
Vuelvo a pedir otro aplauso para el amooooooooor
sin vellonera,
aquà y ahora.
Otro amigo publicó un libro
Otro amigo evitó un deshaucio
Otro amigo se conectó a Facebook
Otro amigo pasó otra reválida
Pienso entonces en una canción de Juan Manuel Lebrón
mientras hago un despojo contra todos los hijos de la gran puta.
Me acuerdo del himno del Partido Popular
y voy jalda arriba hacia El laberinto del fauno.
AllÃ, dentro del palacio Escoriado,
pruebo uvas prohibidas mojadas en semen fresco de mancebos y dragas.
Escupo esperma dulce de Oporto, por cortesÃa,
en una escupidera de porcelana,
cada vez que me enfrento a una nueva tusa
que quiere diseñarme un modelo para armar
mi futuro. O confundÃrmelo con el suyo.
Alguien me sugiere que me dedique a defender a
peticionarios de quiebras.
Quiere que monte oficina propia.
Le digo que a duras penas tengo vocación para apropiarme de las ideas ajenas
y no entiende.
“Con las mismas de matar”, aquellas manos del Che que fueron amputadas.
“La vida es lucha toda”, puro melodrama.
TendrÃa que escribir sobre la revolución de los monjes feudalistas en Burma, de color azafrán los hábitos. Saffron Revolution -Portada de The Economist.
HabrÃa que denunciar de una buena vez las matanzas de perros debajo de los puentes. Lucha sÃ, entega no (bis).
Imperativa la publicación de informes de donativos electorales fatulos.
“Hoy mi deber era, cantarle a la patria, alzar la bandera, sumarme a la plaza”.
Pero yo no tengo ganas de so y me hinco a rezarle a la pinga de Ricky Martin mientras él se pone encuclillas para besar su estrella de la fama en Hollywood. Luego, como noodles thai con albahaca thai y curri verde en un restaurancito en la calle 55 -entre 5ta y 6ta- con capacidad para 24 comensales. Cutty. Al terminar, me dirijo al subway pero el calor no me deja llegar a mi destino. Vuelvo a la superficie y me pongo a mirar a los ejecutivos encorbatados frente al Radio City Music Hall sin disimulo. No se dan cuenta. Ya se me pasará este sentimiento absurdo contra multitudes de nuyorkos bellos, me digo para engañarme. No es nada, suave.
La incomodidad de los aviones tiene que ser directamente proporcional a las molestias de las niñas que no pueden ir a las escuelas europeas tocadas con su velo. Tanta loa al estado laico me conmueve. Somos libres para quemar trapos, abortar y escribir columnas pero no para llevar velos.
400.000 militares burmeses contra 400.000 monjes budistas descalzos es igual a mi desasosiego tipo reproducción de Showtime con sabor a yogur de fresa. Mi indignación me devuelve la mollera frita en aceite de peanuts a Bolivia y tomo té con Evo mientras discutimos sobre el paradero de los sagrados restos mortales del Che Guevara en aquellas tierras dejadas de la mano de Dios y sólo soportadas por las espaldas y las tetas de la alianza roja Pachamama. Y es el momento indicado para la entrada súbita de la erección del Subcomandante Marcos. Qué clase de bragueta, señores. Qué clase de cojones.
Se parece a la bragueta de Stalin reflejada en el estilo arquitectónico de las escaleras en espiral de los hospedajes comunales para trabajadores en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Todos a una, o ninguna. El trabajador soviético tenÃa menos espacio en su dormitorio caja de fósforos con el propósito de que saliera a compartir con sus camaradas a la sala comunal, a la cocina comunal, a la vodka que los unÃa. Asà que trabajaban y vivÃan con los de su gremio en permanencia de 24/7 hrs. No me imagino cómo se soportaban en dichas circunstancias tipo celdas antikoránicas de Guantánamo. Extra, extra: Rigoberta Menchú, Gore, premios de la paz y perdedores de elecciones. La sangre derramada del Che en el centro del laberinto del fauno, alimentado con leche de cabra montesca, y sus democratic versions. Un paso al frente, desde este lado del mal radical -resumido en los machos que se pelean la copa France 2007 de Rugby- saludos a los Loosers!
Es idéntica a sà misma, la bragueta en cuestión, preservadora -condón metálico- de la exhibición de la protuberancia rosáceocabezuda pero negra mandinga del rapero Yamil, el ex marido de la cantante Noelia. A propósito, si se me permite al final, una pregunta neonacionalista:
¿el tesoro nacional es la negra pinga de Yamil o la rosácea crica de Noelia?