Dejad espacio en los estómagos para más.
Es preciso el almacenamiento
de vÃveres con fecha de expiración 2007,
comestibles para soportar hambrunas
de proyectos,
peticiones timbradas con tareas,
nuevos lazos.
Me detengo en la imagen de unas cabras
en las tierras nevadas de Mongolia,
pastoreadas por los campesinos.
Ninguno tiene IPOD,
sólo té con leche y las urgencias “tÃpicas”
que se les suscitan
a los nómadas.
Reconozco un futuro inestable de 365.
Lo divido entre 12
y leo “Poeta en Nueva Yorkâ€,
-libro de clausuras-.
GarcÃa Lorca no vivió para observar las estatuas estalinistas
de la capital mongola,
pero vio Nueva York y vio sus rÃos borrachos de aceite.
Los vio y dejó el recuento por escrito,
impresiones navideñas del frÃo,
negros de Harlem.
Asà que me invento desde ahà que soy
corresponsal de esos otros mundos
-me he creÃdo-
hay misión, sacrificios
llega el credo, el cristianismo,
el orden lÃrico,
el modernismo que tanto detesta Nicanor Parra.
Los salvoconductos y la permisologÃa
se instalan en la mÃa consciencia:
acto de prestidigitación
que a veces burlo transportándome a la tierra de los khanes.
Jenkis Khan,
tirano de la imaginación suspensiva de razones:
ábreme la puerta de la ruta de la seda:
¡mira qué sediento,
qué afectado
y qué comprometido llego hasta tus pies
este año nuevo!
-m.c.c.