Al doctor le gusta usar pelucas de mujer cuando se va a dormir, la particularidad de su extraño gusto es que las pelucas tienen que ser de cabello de mujer. Humana, no artificial. Asà que el doctor visitaba frecuentemente las peluquerÃas, en donde los cabellos vuelan, se amplÃan, se expanden, se riegan y se esparcen por doquier. Cada entrada que hacÃa por las puertas de aquellos lugares le causaba una sensación de éxtasis. Le temblaban las manos y sentÃa escalofrÃos desde la punta de sus pies hasta la punta de su cabeza con sutilezas de erizamiento de pelos. Frente a las empleadas (incluye mujeres y locas), estilistas (incluye mujeres y locas) y la clientela recogÃa los variados mechones, residuos de cabellos de diferentes colores mezclados con suciedad del piso. Luego se los llevaba a la boca para catar su calidad. No sé de qué factores dependÃa el control de calidad. Estoy seguro de que él sabÃa porque lo expresaba con grandes gemidos de placer mientras masticaba y jugaba en el piso con esas piezas sin vida que alguna vez pertenecieron a cabelleras.
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