Para la mejor comprensión del excelso literato y periodista de vanguardia Marcos Pérez Ramírez

El DesPedazo, por Yara Liceaga (Se recomienda leerlo en la versión de papel para que se aprecien los colores y las fotos).
Hace unos días el periodista jaquetón Marcos Pérez Ramírez anunciaba con bombos y platillos desde su blog que él no entendia a los escritores que estaban haciendo “guevadas” en la sección De Trasmano, del semanario donde se hizo periodista, Claridad. Este link es para que masques, te reconcilies con tu frustración y bregues con eso.

En tu diatriba contra los que están publicando De Trasmano, preguntas cuál será el psicotrópico que se están metiendo para escribir así. Me extraña que andes de preguntas psicotrópicas, sobre todo luego de disertar en el “central spread” de la revista Letras sobre la trascendencia actual de la “narcoliteratura”. El problema es el siguiente, creo: los escritores de la macharranería narcisista de jet set con ganas y ganas de ser cool frente a mama TV no pueden bregar con lo que están haciendo ellas. La droga, querido, dos rayas de coca acomodaditas sobre crica. Dudo que -por más que intentes esnifear- accedas. El cuento anterior se llama “No memorias de” y este “El DesPedazo”. ¿Qué del “es hora de traerlos a casa”, dito, es lo que no se entiende?

Después de la primera lectura de “El DesPedazo”, se oyó a lo lejos la segunda trompeta y -en lo de Marcos- ¡rákata!; el rechinar de dientes. 

La pasión del mandamiento

Por Rey Emmanuel Andújar

Especial para Estruendomudo

Si hay algo que recuerdo con cariño de la Semana Santa es la sensación de vacío que experimentaba el barrio después de la algarabía: que para la playa es que vamos, que si la guagua, que si el caldero de espaguetis…. Luego, el silencio, hasta el sábado por la noche, que era la quema del Judas.

De la quema del Judas me acuerdo perfectamente ya que, muerto del aburrimiento, me sumé a la caravana que pasó por la calle principal gritando: “Judas Judas, Judas es. A qué hora lo queman, a las diez. Por qué: Por Calié”. Anduve por callejones que sólo conocía por referencias y no sé cómo regresé a la casa. El asunto es que mi madre me estaba esperando, correa en mano, en la esquina de Don Lino. Me azotó con una pela gaga (yo-te-he-di-cho-que-no-me-sal-gas-sin-per-mi-so.) En la televisión pasaban la película interminable de los diez mandamientos.

Ya de grande y trabajando, la Semana Santa me brindaba la satisfacción de quedarme en la ciudad, leer algún libro y manejar libremente. Yo no estaba acostumbrado al turismo interno; escuchaba los conteos de accidentes, ahogados, intoxicaciones, y no me parecía atractivo aventurarme en la carretera. Siempre era bueno volver al barrio, donde la vieja, a deleitarme con el olor de las habichuelas con dulce, pescado con coco y otra vez darme la Pasión de Cristo en Teleantillas, ya que la abuela no tenía cable aún.

El año que viví en Cabarete, frente a la playa, lo trabajé de camarero. Tuve la oportunidad de ser testigo del desastre: Yo nunca había estado en la playa para esas fechas y el espectáculo era grotesco. La playa quedó destruida, llena de basura de todo tipo. Pude ver a todo el mundo irse lentamente, dejando detrás el resto de la inmundicia vacacional, sin mirar atrás, como temerosos de convertirse en estatuas de sal. Recuerdo, luego de eso, que traté de iniciar una campaña para mantener la playa limpia, incluso montamos un performance en una mesa, un sábado en la tarde… Playarota, se llamaba. En fin, casi caigo preso… un mal rato que no me interesa recordar.

La semana pasada, a punto de suicidarme en el escritorio, me puse a estudiar el calendario y me di cuenta que la semana estaba a punto de llegar. Pregunté ingenuamente si celebrábamos el viernes santo. Mi supervisora me contestó que no, pero que si por motivos religiosos yo lo necesitaba, que ella no tenía problemas en darme el día libre. Yo no lo pensé los dos veces y le dije: Fuego con tó. ¿Y qué vas a hacer ese día, vas a la iglesia? Me preguntó ella, muy ingenua. Yo mentí, dije que tenía que cumplir con costumbres muy antiguas. Bueno, no todo es mentira: me voy para Texas, y aunque allí es muy difícil que consiga un vaso de habichuelas con dulce, de seguro encuentro un hotel donde dormir la resaca de tequilas y cervezas… quién sabe y hasta pueda alquilar Los Diez Mandamientos o la Pasión de Cristo.

Rey vive en California y va pronto para la Feria del Libro de Santo Domingo.

Señores y señoras, ante ustedes: El blog de Efraim Medina Reyes

Pistoleros/Putas y Dementes

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Abandono de la causa del humo o terapia para dejar el tabaco

El vicio se había apoderado de mí y de mis deseos. Nada se hacía sin permiso del vicio. El vicio lo determinaba todo, vicio, soy tu esclavo, decía yo, y lo repetía, y me arrodillaba, y le cantaba loas después de las seis de la tarde, sobre todo después de las seis, cuando me exigía más y más sumisión a su causa: el humo, la causa de las cenizas y el humo, santo oficio, santa humareda magna.

Así que mi vida se convirtió en larga Cuaresma y en votos de silencio y promesas frente a los altares. Cuarenta días y cuarenta noches de privaciones. Sustituciones del placer de los chupones y el chupar y el inhala y el exhala. Fin de las fiestas del tabaco. Comienzo de los temblores.

Entre la flema y la asfixie hay tiempo para pensar en la muerte. Entre la tos y las narices tapadas, las pastillas y las mucosas surgen los rastros del exceso; el descontrol y la ausencia sistemática del no más olfato. No mirar las consecuencias de la burla a los dictámenes de la ciencia y los médicos chinos. Los doctores del Pavía, no cuentan. Todo eso, aparentemente, porque el pecho aprieta y hay que untarse Vicks Vaporub y afrontar el resfriado de los días sin sol sobre el futón, y los días de descanso que no son fiestas de guardar sino feriados frente a la tele y los documentales de la guerrilla guatemalteca.

Fue la CIA quien financió todo sin la Philip Morris -sería panfleto esa referencia- y eso observo mientras ya no fumo. Dolor Dolores. Ahora sólo bebo. No hay rastros en los ceniceros, sólo cadáveres de papel toalla llenos de mucosa inservible en los zafacones de la casa, una angustia y una falta de respiración por el abuso y la tormenta de mis labios, que esconden unas encías torturadas.

La Secretaria de Salud advierte las consecuencias de la fumadera social y sus ceremonias vanas a las mujeres embarazadas y a los jóvenes recién graduados. Somos perseguidos, relegados a los espacios de afuera y los perímetros vedados. Hay que apagar las antorchas mini porque molestan. Son los vecinos correctos del vivir alargado y la salud intacta. Los asegurados COSVI. Es el mal aliento y la estigmatización de los que celebran que todos vamos a morir en plena vía y en pleno sol o en plena noche oscura del alma. Hay que volver a Guatemala ahora, y a cómo los comunistas se alimentaban de las armas que llegaban por la frontera y a cómo la CIA también vendía armas a la Contra y a las masacres indígenas que veo por las fosas que presentan en el documental; una barbaridad aún irredenta. Fumaban los gendarmes, fumaban los revolucionarios, fumaban los extranjeros, fumaban los funcionarios del Estado guaemalteco. Me refiero al Estado de Derecho, a cuál otro me puedo referir en estas horas que siguen pasando como si nada mientras yo tengo cravings de tabaco. Pero, no, no nos moverán. Ni un ápice. Primera bocanada frustrada.
Lo he puesto a mi lado encima del cenicero. marlboro. no lo enciendo. no lo quiero. fuera, catarro.

tengo el encendedor.

tengo la camisa negra

porque negra tengo el alma

y negros los pulmones

y más negros no los quiero

Suelta

suéltate cabrón

suelta

no más tabaco por las venas

las venas abiertas de américa latina

el más tentador de los tentadores

el deseo cautivo de la trampa de las tabacaleras

una conspiración del capitalismo tardío

globalizado

Mis culpas y la política internacional

gran título

de la novela inédita de un subalterno

fumador y derrotado.
Destino de hay de aquél que acuda al grupo de apoyo y reniege de las cajetillas gastadas. hay de aquél que no entienda que de aquí no se sale, del castillo y del infierno de la guerra en Guatemala que es la guerra contra el tabaquismo en Puerto Rico y en España. Nueva York está perdida.

Nada de nonines, no café después del tabaco ni antes del sexo ni después d conversar con ellos en el bar ni antes de ofrecer la confrencia ni después de sellar el pacto. todo es psicológico, el tabaco, sus manías, las mías con el tabaco, sus caricias sobre mi falocracia de los mayores fumadores en la cena con el cherry y el guisqui bourbon, los habanos. Señora, nos puede poner un habano? Tenemos que discutirlo y enrrolar. Son las hojas secas y los picadillos: los cigarritos de la nostalgia.

unas máscaras de oxígeno bajan e invaden los sillines del avión, el capitán ha encendido los letreros de no fumar y ellos siguen, a escondidas, a hurtadillas detrás del edificio de la escuela superior central, en santurce y en hormigueros, los dos municipios que han roto los récords de consumo. aquí, que es donde nunca se sabe porque todo se exhala, cuando uno menos se lo piensa y se lo espera, surge la vieja sin tabaco, y habla, y habla, y habla, ella se apodera de los sueños de los niños habladores porque sus padres los han mandado a callar todas las veces. son los niños marcados por las teleofertas de la Philip Morris.

Votos de no volver a fumar, jamás, allí dejo dientes amarillos. allí dejo malos humores y ansiedades. palacios desherdados, porque salgo de Vivar, como Ruy Díaz y adiós cariño, adiós silueta cancerosa del mío y tantos cadáveres. la selva exhuberante de la guatemala del documental -a la derecha. mis expoliados pulmones -esos, a la izquierda. regreso al cenicero y allí estás. te veo. una semana allí. te acaricio entre mis labios, querido, te juro que aún te deseo, pero triste es tu caso. no te enciendo. mañana, quizás, mañana.
-m.c.c.

Mexicana Wedding Girl

Por Rey Emmanuel Andújar

Para Héctor el Jaguar y el Mariachi Los Reyes de América

Yo, cuando pienso en bodas, imagino burbujas de champaña y un mágico aire acondicionado. Oh, pero qué equivocado estaba. La Dichosa Unión se celebra en el salón de actos de una escuela para retardados mentales. Llegamos justo al momento de que el oficiante dice: “Puede besar a la novia” y el tipo está vestido de charro. Hay bastantes damas de compañía con vestidos color toronja y muchos muchachos de smoking. Se ven horribles. La tarde es fresca y no hay aire acondicionado. Me he prometido no beber mucho porque yo sé lo que pasa en este tipo de fiestas. Es mentira, no sé lo que pasa, me han contado, eso sí. Qiúbole hombre, me dice un señor con botas, bigote y sombrero y me da un shot de tequila y una Corona y yo le digo Muchas gracias compadre. Usté es mexicano, me pregunta y yo me excuso con lágrimas en los ojos, porque no manejo muy bien el licor fuerte, y le digo que no entre un trago de cervecita fría. Dominicano. ¿Cubano? No, le digo al final del segundo trago y la garganta se me mejora. Me dice que la vamos a pasar retepadre esta noche y me hace la misma pregunta que me hace todo el mundo: ¿Qué hace un dominicano en California?

El buffet es servido por los muchachos de la escuela de retardados, que hacen eso para ganarse un dinerito y demostrar que son valiosos para la sociedad. La profesora los vigila para que no echen comida de más y para que no tomen alcohol. Buena medida. Yo no como nada, se me hace muy difícil digerir el sazón picante así que opto por más cerveza, evitando al compadre sinaloense, que cada vez me invita a un trago de tequila y ya van tres y yo como que no estoy pudiendo. Durante la comida, los gringos aprovechan la oportunidad sociológica y piden otro margarita por favor.

El gran momento se acerca, apagan las luces y, luego de los brindis, aparece el Mariachi Los Reyes de América: hacen su entrada triunfal cantando En la Penca del Maguey… En el mariachi hay una niña, sí, una niña como de doce años, pero parece de siete y toca el violín y bebe cerveza: es la sensación del mariachi. Entre canción y canción los gringos se acercan para implorarle al papá, con lágrimas en los ojos ante el prodigio musical: Edad, por favor. La niña tiene hambre y bebe. Ella me ve los deseos de preguntarle algo y con los ojos me dice que ni de madres. La imagen me deja perturbado y llego por fin a la mesa, donde todo el mundo borracho se ríe de las ocurrencias de un escritor puertorriqueño y sabrosón. Yo me canso de decir que soy dominicano, acepto con mucho gusto otro shot de tequila y mis nuevas nacionalidades, me doy un trago de cerveza y me pongo un sombrero para cumplir con mi especialidad en las bodas: ir mesa por mesa sacando las señoras mayores a bailar.

Rey Emmanuel Andújar es un escritor dominicano residente en California. Ha publicado dos libros en Puerto Rico bajo el sello editorial de Isla Negra Editores: “El hombre triángulo” y “El factor carne”.

La combatividad y el movimiento independentista puertorriqueño

Por Tomás Redd™

Especial para Estruendomudo

“El independentismo recobró una combatividad que hacía tiempo que no tenía”. Con estas palabras, Carlos Gallisá -ex lider socialista y talking head del circuito radial AM- ha planteado una justificación a los actos de agresión y vandalismo que se evidenciaron el pasado miércoles en la casa de las leyes (también conocida como la granja legislativa). Sus declaraciones no deben sorprender a nadie pues estamos hablando de un individuo que, literalmente, vive de la existencia de un “movimiento” independentista pero que hace tiempo decidió que su lugar en la lucha era en un programa radial que irónicamente auspician, en parte, corporaciones privadas identificadas con los “grandes intereses”.

La “combatividad” a la que Gallisá aduce se reduce a la gestión violenta y vándala de cuatro o cinco chamaquitos encapuchados y seis o siete retrancas de edad media y avanzada que canalizaron su frustración destrozando lo que encontraron a su paso en El Capitolio. Aparentemente, la acción de unos pocos que desemboca en violencia y destrucción son sinónimos de combatividad. Tal parece que las cientos de marchas, foros, huelgas, debates y otras expresiones exentas de golpes y cantazos no han servido de mucho pues sólo cuando se lanza un abanico por una vitrina es que el independentismo logra avivarse, adquiere garra y recobra la fuerza del pasado. Bajo esta lógica, la lucha por la paz de Vieques, las marchas por la nación y la vigilia convocada por los familiares de Muñiz Varela son unos meros bluffs que han servido de muy poco para adelantar la causa. Para el independentismo decimonónico, el puño sigue siendo la carta de presentación más efectiva y eficaz contra la indignación y la provocación. Según nos explica el Frente Socialista: “El pueblo independentista y socialista no aspira a la paz de los sepulcros.”

¿Es este el movimiento que intenta articular un discurso anticolonial aglutinador en el siglo XXI? ¿Acaso no se han dado cuenta que este pregón ha quedado en descrédito no sólo en Puerto Rico, sino en otros enclaves de lucha secesionista como el País Vasco e Irlanda del Norte? Más aún, ¿cómo se supone que creamos en su redescubierto carácter combativo cuando figuras del movimiento han aceptado -con canapés y copitas de vino en mano- reconocimientos de previas legislaturas y, para colmo, terminan acudiendo a las oficinas de la policía del ELA a querellarse por haber recibido golpes de parte de las fuerzas del Estado?

Rendirle homenaje a un asesino como Julito Labatud es definitivamente una puercada y una provocación, de eso no hay duda. Restringir el acceso al Capitolio también es un acto deplorable, pero estas acciones de una legislatura malsana de derecha no justifican el que se entre a repartir bofetadas indiscriminadamente ni la defensa de esta postura. ¿Acaso se justificaría el que un anexionista le hubiese entrado a cantazos al féretro de Filiberto porque se oponía a que el Colegio de Abogados le rinda homenaje a un independentista que luchó por su causa poniendo bombas y atacando gente? ¿Tenemos entonces que aceptar y entender como apropiada la irrupción violenta de Pesquera y sus secuaces en las oficinas de la Procuraduría de la Mujeres? ¿Cuál es la diferencia entre lo que pasó el miércoles y este otro evento? Provocaciones hay de todos los tipos y todos los días. No por eso andamos por ahí dando bofetadas al primero que nos irrite.

No conozco un grupo más provocado y violentado que las Madres de la Plaza de Mayo, quienes han tenido que soportar sobre 30 años de injusticias más allá del los viles asesinatos de sus seres más queridos. A pesar de que se levantan todos los días sabiendo que no hay justicia ni venganza alguna que les devuelvan a sus hijos y nietos, estas doñitas han repudiado el llamado a las armas, luchando en vez por el enjuiciamiento de los cabecillas y esbirros, su encarcelamiento en celdas comunes y la revelación de archivos y otras fuentes de información que logren estos fines. Algo similar viven y promueven los familiares de Muñiz Varela. Por varias décadas no han parado de pedir que el Departamento de Justicia y el FBI hagan su trabajo y lleven a cabo una investigación seria para que se esclarezca el crimen cometido contra uno de los suyos. Su combatividad conmueve, estremece e inspira; también se distancia mucho del desorden organizacional y la demagogia panfletera de los “patriotas” que añoran las balaceras universitarias.

Desafortunadamente el independentismo boricua está secuestrado por las voces de unas cuantas momias cuyo discurso y concepción de lucha se quedó estancada en el pasado. ¿De dónde emana esta nostalgia? Seguramente no se inspira en las grandes victorias que acumularon en los 60’s y 70’s porque no las hubo. Son precisamente esas derrotas las que más inquietan a los cadavéricos líderes y es quizás por esto que no quieren soltar el megáfono y pretenden lanzar por la misma borda a las nuevas generaciones. En la página 3 del semanario Claridad (30 marzo-5 de abril) han plasmado su credo utilizando como coartada las palabras de José de Diego: “No importa que muramos, antes de la encarnación del ideal, otras generaciones prolongarán nuestra existencia”. Más claro no canta un gallo.

Lo verdaderamente preocupante de los comentarios de Gallisá no es su contenido sino la intención de justificar e incitar a la violencia. Al fin y al cabo él y Julio Muriente, entre otros personajes, tienen acceso a las ondas radiales y las utilizan constantemente para hacer llamados y apelar a los sentimientos de sus huestes. ¿Cómo debemos interpretar y fiscalizar esta conducta a la luz de lo sucedido en Rwanda en los 90’s y el rol determinante que jugaron algunos locutores con opiniones sangrientas vía Radio Television Libres des Mille Collines (RTLM)? Definitivamente son sus ideas y posturas las que hay que combatir.