Le llega a Estruendomudo desde Cuba un libro de "los de adentro y contrabando" titulado "Poco antes del 2000: Jóvenes cuentistas cubanos en las puertas del nuevo siglo". Selección y presentación de Alberto Garrandés. Editorial Letras Cubanas. Aquí tres muestras -gay y straight, para los gustos los orificios y los colores- del cuento "El retrato", de Pedro De Jesús López, maestro de la escritura lujuriosa:
Héctor no puede conciliar el sueño, suda, enciende la luz del escritorio, deambula por el cuarto. Gabriel lo vigila con los ojos semicerrados, la sábana tensa, atrapada por los talones y los dedos de las manos. Héctor sale del cuarto, camina por el pasillo, se detiene ante la puerta de la otra habitación. Se enardece. Piensa en Gabriel pero en verdad no piensa en Gabriel. Se enardece. No puede salir para la calle, caminar, buscar en la oscuridad. Piensa en Gabriel, se lo dice muchas veces para creerlo. Retrocede, abre la puerta, se le aproxima con furia, le arrebata la sábana, le baja el calzoncillo, intenta succionarlo. Gabriel está yerto, aterrorizado. Los ojos se le han hecho dos globos enormes, el pene es una arruga gruesa inatrapable. Héctor se le sienta encima, frota su ano contra la arruga, que va dejando de existir. Se estruja contra lo que ya no existe. Procura los labios de Gabriel, que apenas se entreabren. Los lame, la lengua toda afuera. Gabriel tirita. El aire acondicionado está muy frío. Gabriel no habla, Héctor recobra la lucidez, se desmonta, quita el aire, apaga la luz, se tiende, Gabriel se cubre. Héctor le dice que tuvo una pesadilla.
Jorge caminó desnudo hasta Ana, eterna sobre el trípode. Le puso la verga erecta sobre la espalda, la acomodó a lo largo de las vértebras, luego pegó su cuerpo al de ella y pudo abrazarla por detrás. Con las manos le atrapó los senos. Ella se erizará. Sin embargo, no dejará de maniobrar con el pincel para besar a Jorge. No le hablará. No lo mirará. El le respiró el fogaje de su aliento en el oído de ella. Ana estará todo el tiempo enhebrada por espasmos, pisando la insistencia de un borde. El se exacerba más. Ella hará un levísimo ademán para separarse. Sin comprenderla, él acató la distancia súbita.
Retrocedió tambaleante y enseguida volvió a acercársele, tratando de situarse entre el cuadro y ella, pero el brazo de Ana se lo impedirá. Con su mano gruesa Jorge inmovilizó aquel brazo. Ella reaccionará al fin, sabrá que él estaba ahí, que la destrucción estuvo a unos centímetros de su boca. Cerrará los ojos, molesta, y los abrirá, violenta casi, cuando sienta esa enorme cosa latiéndole en los labios. Con los pies impulsará el resto del cuerpo hacia atrás y el trípode caerá. El la sujetó más fuerte aún por el brazo y la obligó a erguirse. Los dedos de Ana habrán dejado libre el pincel, que imprimirá una mancha azul sobre el piso.
De pie, Héctor observa las líneas múltiples del cuerpo de Jorge. Sinuosas, nítidas, alcanzables. Héctor pondera la nube magnífica que emergía de la cintura de Jorge y le pide concentrarse en la integridad del paisaje.
Jorge no existió más. Sólo hay esa nube, sin horizonte, sin espacio real o imaginario para apoyarse o flotar. Sólo hay ese impulso, esa fe, esas rodillas sobre el piso, esa boca famélica que se va tragando la nube, esa lengua como un relámpago, esa lluvia, esa acidez triunfal hasta el estómago.
La Redacción de Estruendomudo convoca a un certamen de microrrelatos de tema erótico que serán publicados en este espacio: Concurso de Microrrelatos Eróticos Me Acojo a la Primera Enmienda. Los microrrelatos deben tener la extensión de un párrafo que no debe ser extenso. Los interesados deben someter los escritos a mclavell@gmail.com en o antes del 20 de octubre de 2005.