j. a. bonilla
Especial para Estruendomudo
A mí nunca me convenció el cuento ese de que mataron a Toño Bicicleta. Después de cansarme de acumular dudas decidí investigar y me enteré que la CIA le hizo un retoque facial (leve) y lo instaló en la farándula navideña con el nombre clave de Tavín Pumarejo. El hígado de ganso para los agentes locales, Fuagrá para los cocorocos en las catacumbas de Washington. Deep Throat es un mamao al lado de Fuagrá. Pero la transformación Toño/Tavín es sólo la más reciente, Fuagrá es realmente un espectro que se repite en la Historia, una sombra fantasmal escurriéndose por las grietas de lo innombrable. Una creación de los científicos españoles que los gringos descubrieron y le aclimataron el hardware de acuerdo con las nuevas circunstancias neocoloniales. Desde siempre ha estado con nosotros, agazapado en los rincones del Cuento, siempre con una impostura nueva acondicionándonos el pensamiento. Salcedo→Arizmendi→Betances→Águila Blanca→Muñoz Marín→Toño Bicicleta→Tavín son la misma criatura mutada de acuerdo a coyunturas históricas y avances tecnológicos específicos. Río Cañas Sound Machine es la plataforma donde se montó todo el andamiaje contemporáneo para la transformación cerebral de los ciudadanos. Todas las navidades nos hacen una lobotomía musical utilizando complejos virus aéreos transmitidos por las ondas radiales y televisivas para poco a poco pacificarnos. Todo ese rollo con la música jíbara yo nunca me lo comí ni por un ratito, a otro palo con ese mocho. Seis chorreao, aguilnaldo, seis fajardeño, el güiro y su raspaera monocorde, formulaciones de control estructuradas musicalmente para crear sujetos dóciles. La música tropical navideña es la música jíbara going pop. Eso es lavado de cerebro de la mejor cepa, high technology my friend y Tavín es el cyborg-capo encargado de llevar a cabo la indoctrinación musical. La gaguera es el rastro robótico en su identidad –si es que todavía podemos hablar de identidad a estas alturas, pero lo tiro ahí en esa esquina del texto sólo por joder-, esa sección del código digital que todavía arrastra trabas comunicantes entre lo humano y los poshumano. Es decir, Fuagrá es un modelo pasé. “Límpiale la finquita a la viudita, Tavín”, ese mantra suburbano que nos acecha desde el fondo del abismo de los party de marquesina, o la razón después del Conjunto Quisqueya. Los agentes folclóricos esparcidos por los intersticios del consenso trabajan para Fuagrá y no descansan en su afán por esparcir el virus jíbaro en las mentes adormiladas por la cacofonía de los ritmos del pasado idílico. Las hordas de la guachafita cultural y los nacionalismos musicales nos acechan con sus terroríficas maquinarias de asimilación. ¡A RESISTIR COMPAÑEROS! Trust no one. Believe the lie.
Especial para Estruendomudo
A mí nunca me convenció el cuento ese de que mataron a Toño Bicicleta. Después de cansarme de acumular dudas decidí investigar y me enteré que la CIA le hizo un retoque facial (leve) y lo instaló en la farándula navideña con el nombre clave de Tavín Pumarejo. El hígado de ganso para los agentes locales, Fuagrá para los cocorocos en las catacumbas de Washington. Deep Throat es un mamao al lado de Fuagrá. Pero la transformación Toño/Tavín es sólo la más reciente, Fuagrá es realmente un espectro que se repite en la Historia, una sombra fantasmal escurriéndose por las grietas de lo innombrable. Una creación de los científicos españoles que los gringos descubrieron y le aclimataron el hardware de acuerdo con las nuevas circunstancias neocoloniales. Desde siempre ha estado con nosotros, agazapado en los rincones del Cuento, siempre con una impostura nueva acondicionándonos el pensamiento. Salcedo→Arizmendi→Betances→Águila Blanca→Muñoz Marín→Toño Bicicleta→Tavín son la misma criatura mutada de acuerdo a coyunturas históricas y avances tecnológicos específicos. Río Cañas Sound Machine es la plataforma donde se montó todo el andamiaje contemporáneo para la transformación cerebral de los ciudadanos. Todas las navidades nos hacen una lobotomía musical utilizando complejos virus aéreos transmitidos por las ondas radiales y televisivas para poco a poco pacificarnos. Todo ese rollo con la música jíbara yo nunca me lo comí ni por un ratito, a otro palo con ese mocho. Seis chorreao, aguilnaldo, seis fajardeño, el güiro y su raspaera monocorde, formulaciones de control estructuradas musicalmente para crear sujetos dóciles. La música tropical navideña es la música jíbara going pop. Eso es lavado de cerebro de la mejor cepa, high technology my friend y Tavín es el cyborg-capo encargado de llevar a cabo la indoctrinación musical. La gaguera es el rastro robótico en su identidad –si es que todavía podemos hablar de identidad a estas alturas, pero lo tiro ahí en esa esquina del texto sólo por joder-, esa sección del código digital que todavía arrastra trabas comunicantes entre lo humano y los poshumano. Es decir, Fuagrá es un modelo pasé. “Límpiale la finquita a la viudita, Tavín”, ese mantra suburbano que nos acecha desde el fondo del abismo de los party de marquesina, o la razón después del Conjunto Quisqueya. Los agentes folclóricos esparcidos por los intersticios del consenso trabajan para Fuagrá y no descansan en su afán por esparcir el virus jíbaro en las mentes adormiladas por la cacofonía de los ritmos del pasado idílico. Las hordas de la guachafita cultural y los nacionalismos musicales nos acechan con sus terroríficas maquinarias de asimilación. ¡A RESISTIR COMPAÑEROS! Trust no one. Believe the lie.