Asesinato en la Cafetería Yahaira o la muerte lenta del último antro

 
Los dominicanos dependientes anuncian calmantes que cuestan cincuenta centavos.

 

Matan a Ariel con un cuchillo de seis pulgadas. Fue en la cocina de la cafetería santurcina que responde al mismo nombre que Yahaira. El enano dependiente guasón murió esta semana.

Matilde, su compañera de trabajo, declara en las noticias de las 6:00 p.m., a lágrima viva, que Ariel era un bartender dominicano -y decente, que conste- que no tenía familia en Puerto Rico.

Ariel le despachaba bebidas a la comunidad poética boricua que se mezcla con la costra más baja del lumpen.

Rita Indiana ha bailado bachatas allí con Maya.

Rey Andújar ha comido hígado encebollado en ese antro.

Dorian Lugo hace tiempo que explicó todo esto en un ensayo que publicó en el periódico Diálogo (sobre cómo un travestí convive con un estudiante de sistemas de computadoras mientras beben cervezas).

Matilde agradece los doláres que eché en la alcancía que improvisaron en la barra los dueños para sufragar los gastos del sepelio y enviar algún sustituto ad hoc de remesas a su gente en la República Dominicana.

La cafetería será demolida en estos días, para construir en su lugar apartamentos en venta "desde los bajos $300.000".

No soy ecologista radical ni socialista histérico contra el "gentrification", pero Yahaira es el último antro citadino y se nos va; se nos va el último lugar donde los ciudadanos tenemos derecho a ser cochinos.

24/7.

Ariel me extiende otra Corona Extra con limón desde el más allá del liquor store infernal -porque los mulatos perversos no van al cielo-, el paraíso suprasanturcino que queda justo encima de la mala muerte que cubre el espacio de zinc y grasa que constituye la ruina física y mental que produce la Cafetería Yahaira.

-De la redacción de Estruendomundo // Por M.C.C.

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