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"Todo lo que no es ridículo, es caduco."
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"Evitar el ridículo significa rechazar la única posibilidad de inmortalidad."
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"Todo acto que no sea ridículo, en mayor o menor medida, es un acto muerto."
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"El ridículo se resume en esto: vivir tu vida, desnuda, inmediata, rechazando las supersticiones, las convenciones y los dogmas. Cuanto más personales somos, más nos identificamos con nuestras intenciones, más coinciden nuestros actos con nuestras ideas, y más ridículos somos."
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"Con los libros sucede algo extraño: no afectan del mismo modo que un hecho social ridículo, porque los leemos en la soledad, cuyos valores no son los mismos que los de la colectividad. Somos más sinceros cuando estamos solos, puesto que no echamos el cerrojo a nuestra sensibilidad ni a nuestra inteligencia en aras del buen sentido y de la lógica."
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"Sólo el ridículo merece ser imitado. Pues sólo imitando el ridículo imitamos la vida; entraña, en efecto, la absoluta y completa sinceridad de la vida, y no las ideas fijas y convenciones que son la cara de la muerte. Y en cuanto a la muerte, bien sabe Dios que ya bastante la encontramos en todos nosotros."
Month: January 2005
Aquà o allá abajo
Versión de Leo Frank de otro encuentro, de otro blogger, con Lobo Antunes:
Breve y ficticio encuentro con Antonio Lobo Antunes
Entro en la noche calmada de un parque lisboeta sentándome en un banco. Junto a la luz de un farol que me cae en los hombros y suaviza mi figura, ceñida aún por el abrigo con que abotono el frío. Una luz que da claridad a mi pelo trenzado, rubio, desteñido… pero que contrasta mi frente con una boca sin color que se inclina grave en los extremos de un rostro sin expresión, ausente. Como de alguien cansado, viejo. Silueta de un flaco sin hambre cuya piel se estira en los huesos, se arruga en labios y nudillos… o alrededor de unos ojos que miran inquietos, curiosos, los pasos que se aproximan o alejan, las voces de sílabas aisladas que me llegan y cubren poco a poco el cielo de la noche. Unas voces que saben tal vez que todo está perdido para quien, como yo, se siente más de este otro lado… Y lejos, irremediablemente lejos de los hombres. De quienes huyo como si fueran sombras extrañas. Ajenas a mí. Desconocidas. Cuerpos alargados, dispuestos en curva, que salen de la oscuridad nada más que para volver a entrar en ella otra vez. Algunos fumando un cigarrillo, otros arrastrando un perfume repugnante, pegajoso, que extienden sobre el olor del siguiente cuerpo. Mientras yo, sobresaltado, retrepo un poco más la espalda en el banco y señalo a alguno. A éste, por ejemplo, que al pasar me mira de reojo pero que al ver mi brazo extendido se detiene un momento y pregunta: "¿Fuma?" "Si tiene usted…" "Naturalmente". Y extrae de la arrugada cajetilla el filtro del cigarro que yo tomo con dos dedos. "¿Fuego?" "No, ya tengo. Gracias". Y el hombre me dice que sí con la cabeza y se sienta él también. Y fuma de su cigarro. Una calada, dos… Y me mira, gordo, más gordo a cada mirada. Fingiendo de vez en cuando una pequeña sorpresa… como cuando ve las tapas del libro que tengo en una mano. Acomodándose una pierna en la otra, pero manteniendo una posición rígida, adusta. Fijos los ojos en mí. Arrugando una boca que parece masticar alguna palabra. Al fin, dice: "Los libros no son escritos para ser leídos, sino para ser vividos". "¿Usted escribe, verdad?" "Sí", le contesto. "Pero poco y mal. No soy constante. Me falta disciplina, método…", le aclaro. "No se explique; no hace falta. Le comprendo muy bien, créame", me matiza. Y yo pienso que esta noche el frío y el sueño deben darme cara de enigma, o de letraherido o enfant terrible de las letras porque, al rato, este hombre, añade: "Una novela es una cuestión de trabajo que no se escribe durante las noches o en los fines de semana. Una novela exige que se pase todo el tiempo con ella, sobre todo para corregirla, algo que cuesta mucho más que escribirla. Si quieres hacer prosa, no puedes hacer nada más…" Y dicho esto alza exageradamente la pierna que tiene cruzada y se pone en pie, trenza sus dedos gordos y limpios sobre la barriga, y sonríe… creo que satisfecho de sí mismo. Yo, sin embargo, lo miro con mi cara seca, gris, con algunos huesos marcándome pómulos y mentón. Sin decir nada. Sin esperar nada. Hasta que el extraño hombre me tiende una mano y dice: "Disculpe, no me presenté. Mi nombre es Antonio… Lobo Antunes".
Tedium vitae
El daño que hace la gen
Con la gen, tú te cortas el pellejo y le das del tajo a beber.
Esa es la verdadera amistá, del que soporta ver la sangre correr.
No lo dejas solo en el dolor, lloras con él.
Maldices al taxista que lo asaltó, lo acompañas a la comandancia, juras la denuncia con él.
Le pides que se vista como perra, salen a la disco y haces el ridículo con él.
Le vas a decir lo bueno que está, te va a responder una mentira, no importa, sales a cenar con él.
Te exige que lo escuches, que no apages la tele antes de que se acabe el penúltimo re-run de Friends, aplazas la ceremonia de las pijamas y te acuestas con él.
Almuerzan scalloped potatoes, postrean créme a la chantilly.
A pesar del cáncer de mama; fumas con él.
Llegar al apartamento; estar malo
Este relato nació de una imagen bestial de un cuento porno-punko-ci-fi de David Caleb, titulado Intangible y publicado en la revista El sótano 00931: "Llego al apartamento. estoy malo".
Atravesando la Kennedy a diario para llegar a la casa de uno, ¿de qué otra forma se puede estar?
Ni heterosexual, ni monógamo
Ni heterosexual, ni monógamo
A Nelson Perdomo Paz, compañero del alma
"Ni heterosexual, ni monógamo", pensó Gabby. "Eso jamás, primero muerto que sencillo", murmuró. Las reflexiones surgieron automáticamente, luego de escuhar en el noticiario vespertino de la BBC las decalarciones del Presidente del Movimiento Internacional de las Iglesias Pentecostales acerca de los requisitos para ser "verdadero" hijo de Dios en el siglo XXI. No le sorprendió la inverecundia del reverendo, pero le molestó la aparente paz mental con que eliminaba de las listas del cielo a todos sus amigos polígamos y homosexuales, inclusive a él: desviado y discotequero, pero temeroso de Jehová y humilde siervo cristiano. -M.C.C.
A continuación, el cuento de Nelson Perdomo Paz, también en bbcmundo.com:
Arcaicos
"El mundo que conocí se acabó", se dijo a sí mismo el profesor, mientras escuchaba a lo lejos la algarabía de los niños por la llegada de las máquinas que abrían carretera para conectar aquel pueblo arcaico con el resto de la civilización. Ese mundo que asomaba y esos nuevos héroes de verde -todos jóvenes- que domaban los ríos con sus puentes de acero, no lo alegraban porque los consideraba el principio de su fin. La vida no sería igual. Todos en Ríotinto hablaban de lo mismo, pero el profesor -como siempre- resolvía sus dilemas en largas horas de reflexión. Preparó su taza de café petróleo, que era su especialidad, y se fue al huerto, junto al gigante horno de pan de casa, y ahí en su hamaca y con su radio de onda corta pasó toda la tarde oyendo la BBC. Cuando llegó el momento para la oración de las seis de la tarde, apareció en la terraza frontal -donde estaba toda la familia- y dijo su frase final, que pocos comprendieron: "¡No se preocupen muchachos! Es sólo el viento cambiándole el curso al amenoscopio de nuestras vidas". -Nelson Perdomo paz, Olancho, HONDURAS.
Ahora una muestra de otro cuento breve escrito bajo las mismas condiciones en el mismo espacio virtual, la BBC hispana y postcolonial, ups:
Te imaginas: Sentados frente a Cabo Cañaveral, esperando que lancen el artefacto, y nosotros preguntándonos qué carajo es la inverecundia. No es el momento, cariño. Podemos volver a casa y buscarlo en el diccionario mientras escuchamos en la BBC las noticias sobre el lanzamiento. Después de todo, es la primera vez que lanzan un anemoscopio, y no un cohete, y además, tripulado. ¿Alunizará? ¿Amartizará? ¿Avenuzirá? Probablemente sólo eunomice y no tengamos mucha noticia que escuchar. Motivo para besarnos… tiempo para conversar. Espacio para amarnos, y el infinito para amarizar. -German, Ginebra, Suiza
Amor se escribe sin h
Yo me estacionaría allí alfrente,
a observar esas letras en espray,
a ver si es posible convertirlas en enrredaderas de plástico
antes de llevármelas pa casa.
La basura se ve bien ahí, es parte del paisaje.
Otra cosa son los ladrillos,
ésos habrá que negociarlos
porque
-tarde o temprano-
les da moho.
Hay grafiteros que los aceptan como vienen,
otros no; los pulen con terpentina y gas.
El resultado es una pasta rojiza que los despinta:
"Ablandaos"…,
pero que también sirve para garabatear.
Ahora que lo hippie ya no es cool,
porque eso sí que cuesta,
pues me parkeo,
no alucino,
y leo:
All you need is love.
Después de un rato en Londres,
buscando a la Vero de mis sueños,
luego de la hora del té,
entre tanta zona gris,
me pregunto,
Counter de enfermeras
El negro no puede llegar porque está en la sala de intensivo.
Los chupones que se conectan a las máquinas cardiacas emiten chillidos por latidos, una alarma perforadora de tímpanos que grita y calla.
A cada rato llega alguien que cambia sábanas, una segnora toma la temperatura, otra observa su vulva agrietada y no distingue disgustos en las caras.
Este es el tiempo de las úlceras. De las pieles colgantes. De los huesos astillados. Este es el tiempo.
Hace frío y el negro anda abrigado.
No le toca examinar el pulso pero agnora. Agnora jugar a parir y acariciarlo.
Matriarca
Tendida, ha ordenado que no se prenda el televisor. Está cansada. Sus músculos mueren con el paso del segundo, su voz ya está apagada.
Dolor de pecho
Hay una enfermedad, que describe Eliseo Alberto en Caracol Beach. Es una cosa en el pecho que provoca el tabaco. Y en las encías, que se van pudriendo.