XII.

Peristencia de la soledad

aunque acompañado

quiero salir no sé a dónde no hay dónde quiero dormir no puedo me voy para la calle a ver qué tal busco actividad cultural calmante nada voy entonces sin rumbo ni expectativa me dejo llevar hacia los locales de baile y bebida de la playa camino sobre la arena mojada la brisa me da en la cara me encuentro con un montón de gente borracha saludo a dos o tres nada me siento solo igual igualmente solo entre tantos que comen frituras escuchan música de Ipod habiendo vellonera allí y se gritan unos a otros para poderse escuchar aunque sea mal regreso a la habitación de la morada de la desdicha alimentada y sostenida por una obsesión reprimida (“Rosa Salvaje, soy yo… Rosa Salvaje”) y descarrilada por indicaciones de la moral de las buenas costumbres del Papa Boricua y el Jesucristo Hombre un desarreglo divino que incluye prácticas sexuales no recomendables ganas de joder y pactos diabólicos dos o tres embustes bien dichos a gente importante y gente supuestamente decente que quiere ayudar nada que las cosas están malísimas en dentro y en fuera de la habitación y sueño con salir sin tenerme que levantar leo un libro nada por aquello de ver si lo que antes me funcionó ahora me funciona nada busco de dios entre la música de Laura Pausini y Andrea Bocelli quiero armarme de valor para salir por esa puerta a matar a dos o tres cabrones con una semiatomática en mi patio por aquello de la defensa legal que me han hecho la vida de cuadritos nada y me tienen la bola derecha cuadriculada como mi futuro nada en el mundo cruel sobre esa construcción ficticia y geométrica monté trompa me tomé una pepa me bebí una gasolina de tequila, vodka y ron me fumé un leño me inyecté se me desensortijaron los cuatro pelos del pecho y escupí en los alientos recibidos nada en las palmaditas de querube mal querido nada y en las ayudas técnicas nada quise / nada fui y no me levanté de la cama miré al techo desnudo axilas expuestas al azar (la no caricia el anti tacto del no macho caliente allí) y vi pasar la línea de hormigas en la tarde lluviosa y el agua entraba por las ventanas miami de mi soberana demencia depresiva la lluvia sonaba contra el metal de las ventanas miami y nada no lloré me arropé y me di la vuelta contra la pared y antes de dormirme le di un beso seco al empapelado rosado con líneas de plata setentoso aún horrible todo frío mas con el abanico encendido en contra de los mosquitos nada los goterones la melancolía el cantazo de los chorros contra el bitumul de la avenida nada persistía la soledad

a gabino

mcc

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