Crónica de un recital poético boricua: La actividad de Kattia Chico en Caguas

WallPosterEscribe Pepe Liboy
Especial para Estruendomudo

*Nota de la Redacción: Este texto resume la tétrica situación de los recitales poéticos en el país (la palabra improvisación, la palabra cursilería, la palabra sin ton ni son) aunque no estamos seguros de que Pepe esté de acuerdo con ello.

Los albures de la actividad empiezan a verse el viernes. Mi antiguo editor de Filo de Juego, Rafael Acevedo, presenta un libro de poemas, Moneda de sal, que contiene una variedad de comentarios sobre el mundo de la economía, y en particular un comentario de finanzas, el poema “Objeto de Valor”, que se refiere específicamente a la maternidad subrogada. Por cierto, el poema es un comentario crítico a lo que el poeta considera una excesiva glorificación de la capacidad reproductiva. A esta actividad yo no fui invitado, pero compré el libro, y constaté al menos que el tema de la embriología empieza a ocupar un lugar de importancia en la obra de muchos escritores. Pero claro, lo que a mí me interesa comentar es la actividad en donde recitaron Hjalmar, Kattia, Yara y Provi Sein. Kattia Chico se ocupó de invitarme personalmente, y como la actividad estaba pautada para las siete de la noche, en Caguas, salí como una hora antes para llegar a tiempo, porque hay tapón hacia allá a esa hora. Lo interesante es que la escritora no sabía en dónde se celebraba la actividad, y cuando llegué al Centro de Bellas Artes, encontré las puertas cerradas. No obstante, a eso de las seis y media, apareció en la placita un muchacho con una sombrilla. Se llamaba Rafael, igual que mi antiguo editor, y nos dedicamos a buscar el sitio en donde se iba a celebrar el recital.

En un pub nos dijeron que la actividad se iba a celebrar en el teatro Arcelay, que estaba al otro lado del pueblo. Por poco nos vamos andando hasta allá, si no es porque pasó un automóvil de cuyo interior salió la voz de un hombre preguntando: “¿Dónde queda el Museo de Arte de Caguas?”. Entonces recordé que la escritora me había mencionado algo sobre un museo. Rafael y yo nos acercamos a la entrada del museo, pero no vi caras alegres cuando me asomé, por lo cual estaba a punto de irme, cuando mi amigo decidió preguntar si era allí donde iba a celebrarse el recital. La respuesta fue afirmativa, y como quince minutos después llegó la escritora y me dio un besito. Le presenté a mi nuevo amigo, y ella decidió llevarnos a todos al bar del Centro de Bellas Artes, que quedaba frente al Museo. Allí le pregunté sobre “El corazón de Voltaire”, ya que aunque Kattia casi no habla de escritores, esa obra me la ha mencionado. No sé si saben que “El Corazón de Voltaire” comenta la reescritura genética con la filosofía educativa latinoamericana. La incompatibilidad genética del corazón del héroe francés con la de sus descendientes se explica con la idea de la sustitución de un maestro por otro, y no por la reinscripción de una segunda madre. Rafael, que parecía estar sustituyendo a mi antiguo editor, estaba con nosotros y cuando llamaron a la poeta a recitar, me preguntó sobre la obra de López Nieves. Y yo le dije:

-Bueno, yo no sé si tú eres el Rafa para el que yo escribo. Yo solía escribir cuentos para un señor Rafael Acevedo, y el autor de “El Corazón de Voltaire” me bromeaba por eso y de hecho escribió un libro titulado “Escribir para Rafa”. Claro, la poeta no sabe si tú eres el Rafa para el que yo escribo, ya que el que pasa por mi editor escribió un libro de economía. O quizá eres tú y yo no lo sé.

La actividad empieza como a eso de las siete y cuarenta y cinco. La actriz Provi Sein comienza a leer un cuento, “Memoria de un Eclipse”, que trata sobre una mujer soltera. Parece un cuento denigrante de la esterilidad femenina, pero no es así, sino una especie de mundo alterno justamente al hecho de la crianza y la maternidad. La poeta Yara Liceaga siguió entonces, leyendo un texto sobre el hecho de que sus amigos de escuela la hayan olvidado. Kattia leyó “La Señora de los Gatos”, que es un poco el mismo tema de “Memoria de un Eclipse”, pero con un transfondo rural. Hjalmar Flax, entonces, leyó sus poemas de adolescencia, que contiene el libro “44 poemas”. Las otras intervenciones no las seguí en detalle.

Llama mucho la atención que el programa de la actividad, que estaba contenido en un catálogo de pintura, tenía amplia información sobre todos los participantes, a excepción de Kattia. Al parecer, la propia poeta no deseaba dar un transfondo profesional muy grande, y sólo aparece en el programa como poeta. Y eso es muy creativo y llamativo. Mi amigo Rafa se fue cuando la actividad terminó y no se quedó para el ágape, en donde Hjalmar me habló de la edición de “44 poemas”. El vendió una primera edición de mil ejemplares, hecha como subconjunto de un libro más grande, “144 poemas”, que es un trabajo con su primer editor. El libro se vendió a $1.50 de 1969. El libro de mi antiguo editor cuesta $14.00. Kattia Chico no habló de planes sobre un segundo libro, aunque es grato verla en esos recitales. Yara Liceaga, que es quien más escribe sobre embriología en su época, no ha hablado sobre su libro de cuentos. Por cierto, en la actividad estaba presente el autor de “Fracturas del Devenir”, que reseñé hace poco en Noctámbulo.

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