Tú gozoso y sin lamentos

Sales Viernes Santo del apartamento y te vas a la calle. Llegas a la playa.

Choca la alegría de los macharranes de Santo Domingo con la idea sociológica que impone penas a un pueblo colonizado. Se supone que sufras mientras esperas libertades. Ponen reggaetón y celebras el movimiento de las carnes de la negra celulítica, la tranquilidad de las calles sanjuaneras.

Todos se han ido de la capital, excepto unos cuantos que disfrutan. Vas de noche a fumar pasto en la orilla de la mar que da a la avenida Ashford. Fumas bien, leyendo un buen libro del Ché M: “Secretum”.

Es de noche, no hace frío, sólo tiritas por el abrazo solidario que brinda la chamaca.

Son cuatro dólares cada cervecita

y escuchan música

de los 70

en una terraza llena de maricones

turistas

gringos.
El vacío lo llena el salitre y a ti te llena la esperanza. La ciudad se regenera, están limpiándose con la lluvia de unos pocos las aceras los peldaños y cada una de las carnitas de tus labios. Sía. Que así sea. 

La noche sabe a frappé de fresa sazonada con hierbabuenamarihuana, continúa el reggaetón haciendo escante con tu idea de la pena colectiva y el estancamiento del barrio.

Tú sólo gozas

-han cambiado tu lamento en baile.

m.c.c.

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