En la foto, la gran travesti puertorriqueña Lorna Vando
25 de noviembre de 2005
La noche de anoche resultó espectacular en la discoteca gay santurcina Eros The Club.
Después del pavo, las locas se tiraron a la calle para celebrar la vida, las circunstancias y disfrutar del espectáculo en vivo Road To Divas, que se celebra todos los los jueves desde octubre hasta diciembre, y que consiste en una sofisticada competencia de talento, "all you can have".
El famoso antro gay de la capital de Puerto Rico se encuentra bajo remodelación. Sin embargo, lejos de que la administración decretara el cierre total del edificio mientras se realizan los trabajos, ha sabido integrar el proceso de cambios a la oferta de entretenimiento regular.
De esta forma, hoy día se baila sobre un piso raspado de losetas viejas porque pronto se pondrán las nuevas. También, se observan las paredes desnudas, porque la decoración será renovada. Además, la tarima, que antes estaba colocada en el segundo piso, ha descendido al primero, proveyendo más espacio para el despliegue de artistas y, sin dudas, un atractivo más para fortalecer la industria y la calidad del travestismo en la Isla del Encanto.
Los baños han sido reducidos a la mitad, porque en el espacio que ocupaban se ha improvisado el "backstage" para los retoques de vestuarios y, las cervezas, lamentablemente, están a $5.00; porque ante una remodelación en grande como esta, y el alto costo de las sustancias controladas e incontroladas, hay que obtener ganancias de algún lado, sobre todo entre un público cautivo como el gay, que no tiene muchas opciones para janguear en espacios sólo para machos o "alla you can eat".
Road To Divas llegó a sorprenderme por la diferencia de las propuestas que subieron a la tarima, en comparación con los shows regulares que se ofrecen el resto del año. Se trata de una competencia de originalidad de proporciones impresionantes, en comparación con la oferta teatral y televisiva de la patria atribulada por mierdas como No te Duermas y Anda pal Cará. Por ejemplo, la primera concursante fue una travesti que escogió el tema de la India para desarrollar su concepto artístico. Esa noche estábamos todas folklóricas, con destellos multinacionales. Putamayo, digo, Putumayo Party in Eros The Club.
La improvisación de un cortinaje sencillo y hasta algo burdo fue opacada por la presentación de esta diva hindú, montada sobre un elefante que exhibía su trompa voluptuosa. El público (la discoteca estaba repleta a reventar) reaccionó con delirio de multitud apasionada y gritó, aplaudió y se gozó la primera salida, que estuvo a cargo de la candidata favorita.
La música que la ayudaba a contonearse, en primera instancia, fue la tradicional de las tierras de los sutras. Esto permitió que la diva, ataviada como una diosa del panteón hindú no identificada, se contoneara de mil y una formas, moviera sus caderas y sus brazos y cantara en lenguas.
Luego, la música fue cambiando y el diskjockey integró los "chanti, chanti", de Madonna, y la ya canción tema de las noches de lujuria: "Tú lo que quieres es que te coma el tigre, que te coma el tigre, que te coma ya…". Esta degradación de lo tradicional a lo tecno-disparatado transportó a la audiencia a un estado de éxtasis y euforia colectivas que no volvió a repetirse en toda la noche, logrando que la candidata luciera como la mejor de la velada.
Fue muy original en sus poses, muy agresiva, muy consistente, dominaba la coreografía hasta el mínimo detalle, estaba sincronizada con sus bailarines y la música, el vestuario quedó divino y era transformable en forma cómoda de vestido largo a corto. La muchacha pudo hacer una interpretación triple de un tema a todas luces ya tan manoseado y explorado. India, te la comiste.
La próxima travesti que subió al escenario escogió el tema de Argentina. Se trata de una chica trigueña, muy delgada, con una nariz perfiladísima y un maquillaje de magazine. Comenzó su presentación poniéndole acción a la canción "Don’t Cry for me, Argentina", por lo que un grupo de americanos que estaban frente a mí se moría de la risa, quizás pensando en que era una diva muy clichosa.
Sin embargo, para su sorpresa, se toparon con una interpretación que fue transformándose aceleradamente del cliché a la pose elaborada con originalidad para impresionar a un público tan exigente. Ya se sabe que las locas no tienen corazón y que en moda y espectáculos no perdonan.
La candidata putamayo argentina se separó de la pose alegre de la candidata putamayo hindú y aportó la actitud de la bicha. La bicha en escena entonces deja de ser Evita y pide macho para bailar tango, como una porteña regia, pero cualquiera de ellas. Hubo entonces un solo de tango muy bien representado, muy arriesgado si se entiende que en ese mismo espacio el rey absoluto es MR. Tecno.
De ahí, el espectáculo mutó en un gran partido de fútbol en el que el River se enfrentaba al Boca Juniors. La diva dejó de serlo en el sentido estricto de la palabra y se calzó los pantalones cortos y la camiseta "hombruna" para jugar al ritmo de las líricas de "Matador, matador"; de los Fabulosos Cadillacs. Para mí, la impresión fue de pasme absoluto. Al fin veo en mi país una draga atrevida e ingeniosa con un tema latinoamericano y con una música tan difícil para una draga full power blast como el ska. La candidata transmitió toda la fuerza de una jugadora en plena pelea con el equipo contrario, mas no perdió la compostura, el glamour o la expresión femenina chic ni un solo instante.
De inmediato, subió a escena la diva más fina y delicada de la noche, metida en un traje blanco de hilo a la usanza de las madamas brasileñas, pues Brazil fue, precisamente, su tema. Esta travesti interpretó "Santo, santo" de Gloria Estefan para calentar motores y despegar del cliché fácil de lo conocido charro. Una vez fuera de las vainas populistas, y con el público en un bolsillo, la diva despegó hacia la interpretación de un difícil tema de carnaval nada más y nada menos que en portugués. No todas son bestias en la discoteca Eros, como muchos piensan. Esta diva estaba en tacas, con un traje ahora escotado de carnaval con sus plumas y todos sus accesorios blancos y cantaba en portugués a una audiencia que supuestamente sólo sabe de Ednitas y Yolanditas, Britneys y Chantelles. Esta era una reina de verdad, la ilusión de la trepadera de un espíritu femenino en un cuepro de varón fue exacta, excelente, no había posibilidad de que a esa distancia, con esas luces, y con ese maquillaje, vestuario y contoneo aquello en tarima fuese nada menos que toda una diva de Brasil.
La última fue la española, que salió vestida de torera, y no pudo relizar más que una interpretación sencilla, casi tradicional, que no logró ni acercárseles a las anteriores. La española, a mi juicio, sólo pudo llegar a la primera etapa, mas no pudo desarrollar un concepto artístico sostenido por más de cinco minutos, sólo sirvió como opening, lo único que en vez de ser al principio, fue al final.
Las presentaciones terminaron a eso de las 3:00 y pico a.m. y el jurado rindió su veredicto parcial. También el público, que puede votar en papeletas -no a viva voz- para eliminar o salvar candidatas. La próxima cita es el jueves que viene a eso de las 2:00 a.m., cuando Road To Divas entra en su ronda final.
-m.c.c.