Mónica Zevallos: La más reciente víctima del nacionalismo cultural puertorriqueño que impera en nuestros sacrosantos medios

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Escribe Manuel Clavell Carrasquillo

Esta noticia de El Vocero de Puerto Rico anuncia la salida de la periodista peruana de la televisión puertorriqueña. Estruendomundo reitera su posición editorial en contra de la banalidad del debate nacionalista en relación con los medios de comunicación en la isla. En una de nuestras piezas premiadas, aquella ocasión con el Ier premio de periodismo cibernético ofrecido por el Overseas Press Club (2006), esta Redacción advertía sobre la estupidez de juzgar la programación cultural televisiva, radial o la que fuese partiendo de criterios patrioteros y no en los que se refieren a la estética o el contenido.

El silencio general en relación con la calidad y la importancia del trabajo periodístico de “Mónica en confianza”, transmitido por el Canal 4 (WAPA TV) apunta no sólo a la pobreza de la discusión pública sobre los aspectos profesionales de las telecomunicaciones, sino también en cuanto a las repercusiones sociales de lo que ocurre en los medios.

La Sra Zevallos demostró profesionalismo en el “talk show”, integración de los problemas locales a debates apropiados para todo público durante una hora completa, nuevos ángulos en viejos trucos temáticos del género menor identificado con la telebasura como el espiritismo y el travestismo, en fin, un “total refresh” de las cantaletas populistas que por años han promovido figuras del patio como Rubén Sánchez, Carmen Jovet y Luis Francisco Ojeda.

A diferencia de dichos presentadores y otros tantos con agendas moralistas, el estilo de Zevallos dista mucho de la bobería nacional remilgosa y puritana wannabi. No se trata de que dicha distancia la coloque en las filas del Departamento de Filosofía de la Universidad de Puerto Rico. Se trata de aceptar que la peruana enfocaba los temas discutidos de otra manera: Zevallos se distanciaba del falso pudor que tanto celebramos en la isla chijichijá, demostrando que la exhibición decoradita del tabú por supuesto que vende, pero que se puede vender sin que el manejador de los interlocutores sea un hipócrita y, sobre todo, sin acudir al subterfugio fácil de subestimar a los espectadores arullándolos con estupideces sobre el aborto, la eutanasia, la mariconería, el melodrama familiar; los repetitivos temitas ninguneados por los telediarios a todos los niveles radiales, televisivos, rotativos y digitales las 24 horas del día.

Mónica Zevallos es peruana, sí. Triunfó en Puerto Rico en medio de los despidos de cientos de trabajadores boricuas, sí. Pero hizo un buen trabajo y, más allá de eso, jamás dijo ay bendito al presentar las situaciones más perversas de nuestra cultura. Por eso, en el momento de su baja laboral, me detengo a ofrecerle -como todos los nuestros cuando un otro nos pasma en nuestra cancha- un tímido aplauso.

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