Yo entendà que me quieres y que me adoras pero que no puede ser con el cuerpo, porque el contacto con la carne supondrÃa un arrebato incontrolable, un acceso superior al que no estás dispuesto por asfixie, aparentemente tan abarcador como el wireless, o algo. Diferà en la medida en que ya habÃamos traspasado ese umbral hace ratito. Asà que entonces qué nos quedaba? Comida, mucha. Conversaciones, varias, circulares, que van hacia el mismo ángulo o piedra angular; depende de los masones y sus escuadras. De lengua y sonidos voluminosos, y muchas noches con nubes y brisas marinas. Algunas vueltas planetarias sobre su propio eje, con aguaceros de asteroides, o lluvias de longitud de onda particular. Pero la primera vez que nos vimos juntos no fue sociable, sino al revés. Compartimentado, cada cual separadito en su deseo del otro, inventando historias de pasión entrecortadas con lÃmites de parte y parte; nos. Noes, no.
La negación me la inventé abrupta, un resumen de tus posiciones antes de cerrar el argumento final. Pero al rato la descarté. Tomé un respiro de aire acondicionado, pensé en las corriientes de agua fuerte que corrÃan por el asfalto y traté de focalizar el esplendor de la comunicación. Otra llamada perdida, otro sueño extraviado sin vÃa, que los sonnadores no pudieron conquistar. ?Eras tú?
Aun el amor.
-mcc