Requiem por la desaparición terrestre de nuestro querido pero nunca bien ponderado amigo Count Gottfried von Bismarck

thecount

04/07/2007
Telegraph.co.uk

Count Gottfried von Bismarck, who was found dead on Monday aged 44, was a louche German aristocrat with a multi-faceted history as a pleasure-seeking heroin addict, hell-raising alcoholic, flamboyant waster and a reckless and extravagant host of homosexual orgies.

The great-great-grandson of Prince Otto, Germany’s Iron Chancellor and architect of the modern German state, the young von Bismarck showed early promise as a brilliant scholar, but led an exotic life of gilded aimlessness that attracted the attention of the gossip columns from the moment he arrived in Oxford in 1983 and hosted a dinner at which the severed heads of two pigs were placed at either end of the table.

When not clad in the lederhosen of his homeland, he cultivated an air of sophisticated complexity by appearing in women’s clothes, set off by lipstick and fishnet stockings. This aura of dangerous “glamour” charmed a large circle of friends and acquaintances drawn from the jeunesse dorée of the age; many of them knew him at Oxford, where he made friends such as Darius Guppy and Viscount Althorp and became an enthusiastic, rubber-clad member of the Piers Gaveston Society and the drink-fuelled Bullingdon and Loders clubs.

Sigue.

Tecno-vudú

VoodooEscribe Manuel Clavell Carrasquillo

En un ritual milenario, un cuerpo bípedo a punto de reventar por las presiones del calor interno, levantado en puntas para alcanzar la luna llena divina, pero con la curiosidad de respirar un aire menos denso, se deja caer de rodillas sobre la tierra. Sucio y erotizado por el contacto primigenio, abandona todo susurro, sacro, tenue, y lo sustituye por aullidos. Metamorfosis: “The beast is back/ on 4 legs… raises her spine/ vertebrae by vertebrae”.

Las próximas líneas de esta canción de Volta, nuevo álbum de la artista islandesa Björk, cuentan que la animalización continúa con una reflexión de la criatura sobre cómo deshacerse del chorro de vapor que le explota adentro, igual que a las locomotoras mejor diseñadas por la ciencia. A gritos, la mujer/bestia/máquina entona duro una plegaria a mamá Natura. “Forgive this tribe, we are the Earth intruders”, implora.

El estado meditativo en conexión con el Todo-en-Uno dura poco y el despojo propiciado por el revolcón telúrico se desvanece cuando la cola vuelve a ser espina erecta y las patas delanteras brazos. Su lado izquierdo del cerebro, vengador matemático, la rehace gente aunque alerta que los 14 meses lunares sinódicos no concuerdan con nuestros 12 meses.

Björk, probablemente, es la más alucinante de las 300.000 personas que viven en Islandia. Si su voz era relámpago, ya es trueno. Hace música electrónica fingiendo que es acústica (con Timbaland, sacó “beats” de la “compu” que son tambores ancestrales) y, lo contrario, sopla cuernos para resucitar la clave Morse.

Glosario: Volta. 1. Dícese del enorme lago construido por los hombres entre Burkina Faso y Ghana. 2. Apellido del inventor del instrumento musical llamado batería. 3. Para los björkistas, manifiesto tribal o trance tecno-vudú útil para que todo escucha pueda reconocerse zoo-robot-morfoseado en un mundo civilizadamente destruido que, aun así, podría ser “restaurado” por un neopaganismo cónsono con la belleza del I-Phone. 4. Contrautopía del sectarismo sangriento que supone la religión organizada.