La crítica literaria como gesto caníbal

hannibalEscribe manuel clavell carrasquillo
Tomado del libro inédito
Cursi, kitsch y queer: Correspondencia cibernética

Aprovecho este poema del chileno Mario Meléndez para lanzar unos garabatos sobre la crítica literaria como gesto de degustación caníbal.

LA ÚLTIMA CENA
Por Mario Meléndez

Y el gusano mordió mi cuerpo
y dando gracias
lo repartió entre los suyos diciendo
“Hermanos
este es el cuerpo de un poeta
tomad y comed todos de él
pero hacedlo con respeto
cuidad de no dañar sus cabellos
o sus ojos o sus labios
los guardaremos como reliquia
y cobraremos entrada por verlos”

Mientras esto ocurría
algunos arreglaban las flores
otros medían la hondura de la fosa
y los más osados insultaban a los deudos
o simplemente dormían a la sombra de un espino
Pero una vez acabado el banquete
el mismo gusano tomó mi sangre
y dando gracias también
la repartió entre los suyos diciendo
“Hermanos
esta es la sangre de un poeta
sangre que será entregada a vosotros
para el regocijo de vuestras almas
bebamos todos hasta caer borrachos
y recuerden
el último en quedar de pie
reunirá los restos del difunto”

Y el último en quedar de pie
no solamente reunió los restos del difunto
los ojos, los labios, los cabellos
y una parte apreciable del estómago
y los muslos que no fueron devorados
junto con las ropas
y uno que otro objeto de valor
sino que además escribió con sangre
con la misma sangre derramada
escribió sobre la lápida
“Aquí yace Mario Meléndez
un poeta
las palabras no vinieron a despedirlo
desde ahora los gusanos hablaremos por él”

Leer es devorar a los pares salpimentando sus palabras. Para salpimentar hay que ir a la tienda y comprar la sal, y uno debe decidirse por la sal de mar o la sal de dieta baja en sodio. De otra parte, una debe comprar la pimienta y para ello debe uno escoger entre la roja y la negra, entre la molida y la granulada.

Pero esa descripción tan chic no corresponde a lo que plantea en este poema Mario Meléndez, quien tira al medio a los lectores sin encomendarse a nadie: leer es atacar el cadáver del escritor a mordiscos para saciar el hambre de calne intelectual, digamos, la sed de papitas saladas para perpetuar la molestia de no tener algo mejor que hacer; ni siquiera los días quince.

En ese sentido, el poeta está muerto y coleando, porque ya no es él quien ha quedado sobre la página en blanco pero los gusanos que lo leen sí lo contienen. “Donde haya dos o más reunidos en mi nombre ahí estaré yo”, “Cuerpo de Cristo”. Resultado: sin lectores no hay escritores y viceversa, que la crítica no es más que otra forma de lectura, que es la misma pero no es igual. Unjú.

En todo caso, en medio de esa confusión que dejamos a los estudiosos de la estética literaria que tienen tiempo remunerado, dinero de las igualas-subsidios gubernamentales y cátedras perpetuas que los auspicien overseas, la cosa poética del poema de Mario lo que sugiere es un acto arriesgado, descarado, caníbal, si se quiere, donde se asuma el texto como altar del sacrificio. (Mario se ha encaramado al altar del sacrificio y allí está: “Adoración o cómo un blanquito de Caparra lee a un poeta nuyorrican”, de Guillermo Rebollo Gil) Alguien ofrece su corazón a los dioses y el pueblo entero, después del holocausto, por prestidigitación, ve llover pedazos de frambuesa, como decía Cortázar.

Como los gusanos aún no han asumido jerarquías, que yo sepa, pues por ahí andamos los lectores arrastrados a ver qué agarramos entre las mandíbulas para rumiar un rato largo. Ahí estamos todos en el suelo reptando para matar las horas del aburrimiento. Ahora bien, hace falta un toquecito de drama, digo yo: more drama, porque las lecturas cada vez se nos ponen más sosas y más burocráticas y más asépticas, que el Fabuloso y el Maestro Limpio los tienen a dos por peso en Kmart, a ver.

Hermanos, hemos devorado el cuerpo fragmentado de Orfeo, como ha dicho el profesor Rubén Ríos Ávila en conferencia magistral sobre el ocaso de las ciencias humanas en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico: “Qué pedacito del cuerpo de Orfeo le toca al intelectual tardomoderno…”, se preguntaba apesadumbrado. Si el verbo habitó en nosotros, ¿cuál es la clasificación aplicable entonces: ¿Allá van los sastres intelectuales a remendarlo y aquí quedan los iconoclastas irreverentes que se congratulan?

Creo que hay que volver al descaro de Mario, que lo tiene todo tan claritito, que lo ha planteado todo tan chévere, que no siente ni ápice de nostalgia, para contestarle al gran divo adivino:

“Aquí yace Mario Meléndez
un poeta
las palabras no vinieron a despedirlo
desde ahora los gusanos hablaremos por él”

Gusanos del mundo (book worms of the world), uníos (unite). Las palabras han sido pronunciadas, han sido inscritas sobre las lápidas: este es el tiempo de la indigestión, de asumir las proteínas y los viruses, de asimilar los néctares y los venenos. De escupir, de tragar, de hacer papilla, de saborear y comentar a calzón quitao sobre el banquete en sobremesa. Un café, un cigarrillo, un cordial, una tertulia… y a darle vueltas a la esfera de estiércol sobre las brasas, que se han preparado morcillas con las tripas de las vacas sagradas y asistimos al fin de las reverencias nupciales.

Cada uno en la película “Alive”, sobre la inmensidad de la planicie cubierta de nieve, rodeada de montes escarpados, ¿a sobrevivir recalentando la carroña del vecino?
Estimo que en esas circunstancias de periodo especial no habrá que pedir permiso para contradecirse, que queda intacta la ambivalencia de la libertá de culto… ustedes dirán.

Referencias no incluidas en el texto:

Piñera, Virgilio. “La carne de René”.

Isla Negra Editores. “Los nuevos caníbales V. I y II.”

Passolini, Pier Paolo. “Salo”.

Pabón, Carlos. “Nación postmortem”

Conferencia para la Doctrina de la Fe. “Catecismo de la Iglesia Católica”.

González Nieves, Roberto (Su Eminencia Reverendísima). Carta pastoral sobre la ubicación celestial y terrenal de la nación puertorriqueña. Conferencia episcopal de PR.

Benedetti Mario. “Crítica cómplice”.

Fuster Lavín, Ana María. “Verdades caprichosas”.

Ramos Otero, Manuel. “La novelabingo”, “La heredera”.

Paz, Octavio. “El arco y la lira”.

García, Lily. “Caja de herramientas”

Cabiya, Pedro. “Anima Sola: Hambre”.

Genet, Jean. “Ritos funerarios”.

Eco, Umberto. “Un paseo por los bosques narrativos”.

De Jesús Mangual, Tomás. “Policía le dispara a un maestro” El Vocero de Puerto Rico.

11 de febrero 2004, pág. 24
Manuel Clavell Carrasquillo

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