Can the subaltern speak? Las poscolonias y sus gestiones en el Mundial de Fútbol 2006

Por Tomás Redd™

Especial para Estruendomudo

Los jugadores de Trinidad y Tobago empataron y lucieron sólidos contra los suecos, desafiando todos los pronósticos. Igualmente, Angola y Costa de Marfil perdieron por diferencia mínima. La escuadra de Ghana, con su espectacular portero, Richard Kingston, perdió (2-0) pero jugó un buen partido contra Italia. Los expertos no se esperaban esta demostración, a pesar de que, en mundiales anteriores, equipos poco conocidos como Camerún (en el 1990 derrotó a Argentina en la primera ronda) y Nigeria (ganó frente a España en el 1998) han demostrado cría, talento y hambre de más. Es hora de que reconozcamos que en el fútbol todavía la tradición y las “historias oficiales” juegan un papel demasiado grande. Bajo este manto de ignorancia ¿podremos apreciar el fútbol de las jóvenes repúblicas en este mundial?

En los ochentas y noventas, un grupo de intelectuales de la India y otras regiones del globo que habían vivido en carne propia las colonizaciones del primer mundo se organizaron para formar grupos de estudios enfocados en realizar nuevas miradas a la experiencia colonial. Estas tribus académicas querían proponer, entre otras cosas, una nueva historiografía sobre los sujetos oprimidos: cómo se resistieron, qué nuevos discursos o retóricas plantearon y qué identidades se forjaron y desde dónde. Empleando el término “subalterno” para describir al de abajo, el jodido, construyeron numerosas teorías que buscaban contrarrestar las explicaciones consabidas que el marxismo hardcore y el eurocentrismo habían adelantado sobre la experiencia bajo sus opresores. Una de las preguntas medulares en el gran debate de los estudios coloniales ha sido expuesta por Gayatri C. Spivak, una filósofa de Calcuta: Can the subaltern speak?

La contestación a esta interrogante tiene demasiadas vertientes, tantas que probablemente es uno de los temas de tesis más abordados en la academia progresista. Más bien, la preocupación de Spivak sirve como una provocación, una invitación a un diálogo interminable que se alimenta con las aciertos y desventuras que se viven en las otrora colonias. Así mismo han jugado los equipos “desconocidos” en este mundial. Se han aprovechado de la incertidumbre y su estatus como descartados para incendiar ánimos y desesperar a sus rivales. A la misma vez, han logrado que uno que otro periodista tome nota y, en el caso más optimista, intente entender que han venido a representar algo más que una bandera y un himno.

El resultado más impactante, por mucho, es el empate entre los soca warriors y los suecos. Cuando cualificaron los caribeños, un reportero de AP exclamó: “Anything other than three straight defeats will be a surprise.” Las apuestas los ponían en el último lugar y con buena razón pues su desempeño en las fases de calificación no era nada impresionante- sus grandes victorias fueron contra los dominicanos y St. Kitts y Nevis- y luego de once intentos lograron llegar al gran torneo (en el 1990 por poco lo logran). Los muchachos de Trinidad y Tobago no llegaron a Alemania pensando que lo importante era cualificar, ellos vinieron a meter goles y ganar partidos. Para esto, sacaron del retiro a Dwight Yorke, ex jugador del Manchester United y ganador de la Champions League en el 1999, y convencieron a Russell Latapy, veterano de 37 años y antiguo miembro de los Rangers de Glasgow, para que se sumaran al sueño de jugar contra los mejores del mundo.

El verdadero héroe del partido fue el portero Shaka Hislop quien efectivamente paró todos los bombazos de los rubiones suecos, especialmente los del goleador de la Juventus, Zlatan Ibrahimovic. Todo esto mientras contaba con sólo 9 compañeros de equipo ya que John Avery se ganó 2 tarjetas amarillas y tuvo que ver el resto del partido desde las duchas. Las palabras del entrenador Leo Beenhakker sintetizan lo que muchos fanáticos entendimos después del partido: “You could see in the game today that there are no more small fish in international football. My boys put the big boys in their place tonight. Of course they had more chances and higher-quality players, but we fought hard all game long. That what is on paper is very seldom the same as what you find on the pitch. This is football, not mathematics and two plus two very seldom equals four, usually it’s three or five.” Ciertamente, las viejas fórmulas no sirven para interpretar los resultados recientes.

Los Elefantes de Costa de Marfil también dieron de qué hablar. Se enfrentaron a los Argentinos en lo que se esperaba fuera una masacre. La selección gaucha llegaba con el orgullo mancillado luego de haber perdido en la primera ronda del último mundial. Fueron vencidos sólo 4 veces en la ruta hacia Alemania y traen consigo a Juan Román Riquelme, uno de los mediocampistas más impresionantes del trorneo, y a Lionel “La Pulga” Messi, el futuro del fútbol nacional argentino. La “balacera” se dio, pero al final los africanos no contaban con cuerpos tendidos en el piso. Riquelme había organizado dos goles fenomenales, uno que marcó Hernán Crespo (minuto 24) y otro cobrado por “El conejo” Saviola (minuto 38). Didier Drogba, “El Maestro” y gran anotador del club inglés Chelsea, se encargó de no dejar a su equipo en coca. Su compañero Bakary Koné le cruzó un balón que pudo encajar en el fondo de la malla de Abbondanzieri. Los argentinos nunca jugaron cómodos. El final del partido fue totalmente emocionante pues parecía que los elefantes se crecían y en cualquier momento callarían los gritos de Diego Armando Maradona, que saltaba y vitoreaba a sus muchachos desde las gradas.

En el tercer partido del domingo se le sumaban páginas a la saga histórica de dos países con un pasado tormentoso. Angola, antigua colonia portuguesa, se enfrentaba al viejo opresor en su primer partido en una Copa Mundial. A pesar de que la bienvenida no fue nada placentera, las “Palancas Negras” probaron que ahora las cuentas se arreglan de otra manera. Paciencia tienen de más pues luego de ganar la independencia en 1975 soportaron 27 años de guerras civiles que cobraron un millón de vidas y enviaron a otros millones a vivir como refugiados. Si han esperado tanto por la paz, seguramente el primer gol estaría a la vuelta de la esquina.

Su mejor jugador e integrante del club portugués Benefica, Pedro Mantorras, no comenzó el partido y tampoco pudo marcar la diferencia. Del lado portugués tampoco se vieron genialidades salvo el primer gol que llegó cortesía de Pauleta servido por el galáctico del Real Madrid, Luis Figo, en el cuarto minuto del partido. Portugal vino con una selección bastante sólida que también incluye al delantero del Manchester, Cristian Ronaldo y el mediocampista estelar del Barcelona, Deco. A diferencia de la selección de Angola, cuyos desconocidos jugadores estaban esparcidos por el mundo huyendo de la guerra, el pasado futbolístico de los lusos cuenta con grandes nombres como Rui Costa y Joao Pinto, miembros de la “Generación de Oro” que ganó el campeonato sub 20 de la FIFA en el 1991.

Quizás lo más impresionante del partido fue la reacción de la fanaticada. Los angoleños se ganaron el estadio de la ciudad de Colonia (la coincidencia con el tema de los estudios subalternos es espeluznante) con su determinación y espíritu de lucha. Andre Macanga, mediocampista, expresó la emoción que sintieron: “It was amazing to see all of that support in the stadium, and to hear the noise coming down from the stands. And I’m sure that back home in Angola, people would have been glued to their televisions.”

Esta actitud resume la mentalidad de muchos de los jugadores de las selecciones desconocidas. Tienen mucho que ganar aunque el marcador no les favorezca pues en la mayoría de los casos, gracias a las balas, las divisiones étnicas y al colonialismo, ya han perdido mucho. Entre sus planes también está ser firmados por algún club europeo que les pague lo suficiente como para poder olvidar los desagravios de su pasado y acumular capital. Ellos también tienen derecho a ser capitalistas.

En Costa de Marfil se vive una guerra entre los islámicos del norte y los cristianos del sur. Angola apenas se recupera de los estragos de generaciones bajo las descargas de AK-47’s y las luchas entre el clan de Savimbi y el MPLA. En Trinidad y Tobago (T&T) apenas comienzan a registrar un crecimiento económico sostenido. Los “subalternos” han llegado al escenario deportivo más importante, no a competir de cara a cara con sus verdugos (además de Angola, T&T se medirá a Inglaterra, su viejo colonizador) sino a redefinir el significado de la victoria. Su expresión máxima se da cada vez que entran a un estadio, pues muchos de ellos han salido ilesos de partidos improvisados donde la amenaza más grande no es ceder un penalti sino pisar una mina terrestre. Su éxito se mide en el número de retrógrados y anormales racistas que en vez de soltar gemidos de monos se quedan boquiabiertos ante su arte con el balón. Su gran gesta es saber que, al menos por 90 minutos, millones de personas hacen una pausa en su agenda bélica para compartir alrededor de un televisor y animarlos en la distancia. Si estas hazañas no logran contestar la pregunta de Spivak, el mundo no se merece una Copa Mundial.

bastimento@gmail.com

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *